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San Clemente fue el noveno de doce hijos, nacido en Moravia, Austria, en 1751. A la edad de siete años murió su padre, y por inculcación materna, Cristo se convirtió en el nuevo "Padre" del Santo. A Él decidiría, más adelante, consagrar su vida.
Cuando tenía quince años trabajó como panadero en un Convento, y el superior, entusiasmado al ver su gran heroísmo por auxiliar a los necesitados, lo motivó a estudiar para el sacerdocio.
Sin embargo, el superior falleció, y con ello los estudios del joven seminarista. Años más tarde éstos serían continuados con la ayuda de dos señoras ricas de la ciudad, a quienes el Santo había apoyado generosamente.
Tras ser ordenado sacerdote a la edad de 34 años, viajó a Roma e ingresó en una Comunidad religiosa recién fundada y sumamente fervorosa, los Padres Redentoristas. Allí sería considerado como "el segundo Fundador", debido a la fecunda labor apostólica al extender esta Comunidad por el norte de Europa.
San Clemente fue enviado por sus superiores a Varsovia, la capital de Polonia, donde empezó a conseguir éxitos admirables. Durante nueve años predicó sin cansancio, y resultaron siendo muchísimos los católicos indiferentes, los protestantes y hasta judíos, que se volvieron fervorosos católicos, sin contar las numerosas vocaciones sacerdotales que consiguió.
Además, el Santo fundó orfanatos para recoger y educar gratuitamente a la juventud desamparada por el gobierno a causa de las recientes guerras que sumergieron en la pobreza a la población.
Napoleón mandó suprimir la Comunidad Redentorista, y San Clemente fue expulsado del país, retornando a Austria, donde trabajó incansablemente los últimos 12 años de su vida. En este lapso de tiempo entregó ese don de sencillez en todas sus predicaciones, para que la gente pudiese entender la Palabra Eterna y se convirtiese.
Sin embargo, por decreto del emperador austríaco, a San Clemente se le prohibió predicar, e incluso algunos enemigos del Santo intercedieron ante el emperador para que lo expulsaran del país.
Gracias a la intercesión del Pontífice, Clemente permaneció en Viena, pero sin poder predicar. Frente a esto, el Santo logró sacar gran provecho de la situación adversa. Porque, se dedicó con el entusiasmo y empeño que lo caracterizaban, a administrar el sacramento de la reconciliación y a atender a los enfermos.
Su confesionario llegó a ser una fuente de influencia tan poderosa en muchísimos penitentes, que fue llamado "El Apóstol de Viena". Pasaba horas y horas absolviendo e impartiendo dirección espiritual, lo cual produjo un despertar religioso en todo el lugar.
Varios de sus discípulos fundaron periódicos católicos, otros se oponían fuertemente en la universidad a los que atacaban a la religión católica y buen número de ellos fue formando un partido católico, que más tarde sería fuerza poderosa para la defensa de la religión.
San Clemente falleció el 15 de marzo de 1820. El día de su entierro llegó la orden del emperador, aprobando que en Austria se extiendiera la Comunidad de Redentoristas.
Durango, México (1964) - ¡¡¡Féliz cumpleaños!!!, eres el mejor regalo que Dios nuestro Señor envío a nuestra familia y hermanos, eres una bendición para quien te conozca por tu don de servicio y humildad. Gracias por ser como eres.
Bogotá, Colombia (1984) - Gracias a Dios por nuestros 25 años de vida matrimonial, gracias a Dios por nuestros dos hijos David Felipe y Andrés Felipe, por tantas testimonios que podemos hoy compartir con muchas mas parejas de lo que Nuestro Señor Jesucristo ha hecho en nuestras vidas, por su misericordia con nosotros, por la salud que nos ha regalado y por tantas cosas más. Alabado sea el Señor, gracias mamita María siempre en nuestro hogar.
Ordenación Sacerdotal. Florencia-Caquetá, Colombia (1989) - Que el Señor lo llene de sabiduría para que continue llevando su palabra a miles de fieles y María Santísima lo proteja bajo su manto sagrado en este aniversario de ordenación sacerdotal.
Durango, México (1982) - Querido papá como te recuerdo, como nos haz hecho falta, pido por la salvación de tu alma y el perdón de tus pecados, te amo padre.
México, D.F., México (2011) - Madre de 4 varones y 3 mujeres. Bondadosa con todos, generosa y temerosa de Dios, casada por la iglesia el 2 de agosto de 1947, Siempre fiel. Católica renovada.
En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: "Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría: él lo libraría de su enfermedad." Naamán fue a informar a su señor: "La muchacha israelita ha dicho esto y esto." El rey de Siria le dijo: "Ven, que te doy una carta para el rey de Israel." Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: "Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad."
Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí." El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: "¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia." Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: "Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?" Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes."
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel."
Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio (2 Reyes 5,1-15a)
Salmo
Como busca la cierva / corrientes de agua, / así mi alma te busca / a ti, Dios mío. R.
Tiene sed de Dios, / del Dios vivo: / ¿cuándo entraré a ver / el rostro de Dios? R.
Envía tu luz y tu verdad: / que ellas me guíen / y me conduzcan hasta tu monte santo, / hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de Dios, / al Dios de mi alegría; / que te dé gracias al son de la cítara, / Dios, Dios mío. R.
Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios? (Salmo 41)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos (Lucas 4,24-30)
Purificar la certeza de haber sido elegidos por Dios consiste en descubrir que ha sido amor suyo y no mérito nuestro lo que le llevó a elegirnos. 5 min. 39 seg.
Los planes, la creatividad, la misericordia y la bondad de Dios van más lejos de lo que pensamos y deseamos; dejemos pues que Él ensanche nuestro horizonte con su sabiduría. 5 min. 49 seg.
Nos liberamos de nuestra lepra a través de las enseñanzas de los santos que nos iluminan, avivando el don de la fe, caminando en humildad y en obediencia a Dios. 5 min. 51 seg.
Jesús abrió la puerta de la gracia a todos los que no somos de raza judía, por eso lo que hubiera parecido un simple fracaso se convirtió en una gran oportunidad y en una inmensa bendición. 5 min. 3 seg.
Descubrimos cómo ser profetas allí donde Dios nos ha puesto al practicar las virtudes domésticas propias de la convivencia, la coherencia y la oración de intercesión. 6 min. 56 seg.
Errores en nuestra vida cristiana: encerrarnos en nosotros mismos y crear una religión de élite donde solo se buscan beneficios, comodidad y tolerancia. 5 min. 14 seg.
Debemos valorar la fe que Dios nos ha dado y al mismo tiempo aprender a tener estima por esos valores que el Espíritu Santo da más allá de las fronteras de la Iglesia. 6 min. 27 seg.
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1.1 Naamán había ganado muchas guerras pero estaba perdiendo su batalla contra la lepra. La lepra era el punto negro, el gran lunar, el centro de su vergüenza. La lepra era el espacio de derrota de un hombre acostumbrado a triunfar. Pero los hechos se dieron de tal modo que ese espacio de derrota se volviera un espacio de triunfo, no suyo, sino de Dios.
1.2 Es una especie de constante esto en la Biblia: aquello que nos avergüenza y nos deshonra es a menudo la grieta por la que el plan de Dios se cuela en nuestra planes. Dios irrumpe por la brecha abierta que dejan nuestras derrotas y problemas no resueltos. De este modo transforma lo más bajo en lo más alto. Cuando somos así salvos no cabe espacio para el orgullo sino sólo proclamación de la piedad y el poder de Dios.
2. No compres, que no está en venta
2.1 Naamán se cargó unas cuantas arrobas de regalos para el rey de Israel: "diez barras de plata, seis mil monedas de oro, diez vestidos nuevos...". Eliseo no acepta los regalos. No por falta de educación sino porque Naamán debía entender que las relaciones con el Dios de Israel no eran comparables a las relaciones políticas entre los reyes que este general conocía.
2.2. En las leyes de la diplomacia los "regalos" son el método usual para buscar el favor o gracia del rey o soberano a quien se ofrecen. Tal recurso es superfluo cuando se trata del Dios Altísimo, el Dios de Israel: nada le hace falta y su gracia no está en subasta al mejor postor.
2.3 Aceptar este lenguaje es maravilloso y a la vez difícil. Maravilloso porque nos introduce en la dimensión del amor sin intereses. Difícil porque implica reconocer la radical indigencia que tenemos en aquellas cosas que son tan importantes en nuestra vida como era la salud en la vida de Naamán.
3. "Nadie es profeta en su tierra"
3.1 En el evangelio de hoy Cristo toma el ejemplo de Naamán, y otros semejantes, para ilustrar cómo se cumple aquello de que "nadie es profeta en su tierra". El mensaje fue tan claro que sus compatriotas, locos de ira, piensan en deshacerse de él de inmediato despeñándolo.
3.2 ¿Por qué sucede así? ¿Por qué nadie es profeta en su tierra? Si lo miramos desde el punto de vista del profeta no se ve una razón; pero si pensamos en los vecinos o paisanos del profeta algo podemos entender: reconocer un profeta en medio de nuestro barrio o ciudad es admitir nuestra propia ceguera para leer lo que el profeta lee y para entender lo que el profeta entiende. Es sobre todo la soberbia la que nos impide admitir en paz que Dios hace con otros obras que no hace con nosotros, muy seguramente porque no le dejamos.
3.3 Vencida la soberbia y bajada la cabeza los ojos se abren y empezamos a reconocer que hay testigos del amor divino en todas partes... ¡también a nuestro lado!