Santos incorruptos

Buenas padre, ¿me podría decir que significa cuando abren la tumba de un santo y encuentran el cuerpo incorrupto? – Preguntado en formspring.me/fraynelson

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Un cadáver que no queda sometido a la ley natural de la degradación que sufren los que mueren es, sin duda, una señal muy poderosa; podemos hablar de un auténtico prodigio. Como sabemos que es parte de nuestra fe aquello que decimos en el Símbolo de los Apóstoles: “Creo en la resurrección de la carne,” nos damos cuenta que el cadáver incorrupto es como un signo de que Dios puede ciertamente vencer a la muerte y sus consecuencias.

Por supuesto: no es lo mismo un cuerpo incorrupto que un cuerpo glorioso. El incorrupto es sólo una señal pero todavía no goza de la plenitud de presencia y obra de Dios que es propia de los cuerpos gloriosos. De hecho, podemos relacionar los cuerpos incorruptos con el cuerpo de Cristo muerto en el sepulcro, que no estuvo sometido a corrupción, mientras que los cuerpos glorificados o gloriosos corresponden a la situación radicalmente nueva del Resucitado.

Una última precisión: con el milagro de los cuerpos incorruptos sucede lo mismo que con los demás milagros, a saber, es Dios y sólo Dios quien, en su providencia, quiere manifestar de unas o de otras maneras su presencia, su bondad, su fidelidad o algún otro de sus atributos. Por ello no debe presumirse que son más santos aquellos cuyos cadáveres Dios ha provisto que permanezcan incorruptos, del mismo modo que no debe presumirse la santidad por ninguna otra señal exterior y visible. Según el parecer de Santo Tomás y de otros grandes doctores de la Iglesia, sólo la caridad, cuya dimensión es sólo de Dios conocida, podría diferenciar la santidad de unos o de otros.

Algo de apologetica sobre la comunion de los santos

“No van a rezar por ellos mismos, que ya están en la presencia de Dios disfrutando de la vida eterna a falta de la resurrección final. Y si rezan por nosotros, es que tienen conocimiento de lo que pasa en esta orilla de la vida, de la Iglesia. A nadie puede extrañar que en el cielo no haya ignorancia de lo que ocurre en la tierra. Y a nadie debe extrañar que la comunión de los santos supere la frontera de la muerte física, de manera que si Dios conoce nuestras necesidades estando en vida, ese conocimiento lo compartan aquellos que son “semejantes a Él” porque le ven cara a cara (1ª Juan 3,2)…”

Comunión de los Santos

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Medios de transformacion hacia la santidad

Pero… ¿y los medios? -Son los mismos de Pedro y de Pablo, de Domingo y Francisco, de Ignacio y Javier: el Crucifijo y el Evangelio… -¿Acaso te parecen pequeños?

En las empresas de apostolado, está bien -es un deber- que consideres tus medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2…

Sirve a tu Dios con rectitud, séle fiel… y no te preocupes de nada: porque es una gran verdad que “si buscas el reino de Dios y su justicia, El te dará lo demás -lo material, los medios- por añadidura.”

Echa lejos de ti esa desesperanza que te produce el conocimiento de tu miseria. -Es verdad: por tu prestigio económico, eres un cero…, por tu prestigio social, otro cero…, y otro por tus virtudes, y otro por tu talento… Pero, a la izquierda de esas negaciones, está [el Uno de] Cristo… Y ¡qué cifra inconmensurable resulta!

Más pensamientos de San Josemaría.

La fe que transforma el mundo, 3 de 3, Consignas y propuestas

[Encuentros con seminaristas, capellanes y docentes de Colegios de la Arquidiócesis de Guayaquil, en Abril de 2013.]

En esta conferencia entendemos por “misiles” a los procesos legales, jurídicos y ejecutivos, artificialmente acelerados y sospechosamente financiados, que avanzan prácticamente en todo el mundo, en contra del respeto a la vida humana, en contra de la dignidad única del amor y la sexualidad humanos, y en contra de la institución básica de la sociedad: la familia. Nos queda claro que esos misiles han avanzado o ya impactado de modo más grave en unos lugares que en otros. Es nuestro deber entonces aprender de las experiencias ajenas. Y en cuanto al propio país o lugar: conocer las plataformas desde las que se lanzan esos misiles; evitar con todas nuestras fuerzas su lanzamiento; minimizar su impacto, si han sido lanzados; corregir prontamente los daños si ya han caído.

He aquí algunas de los consignas y propuestas más urgentes:

  1. Ver y hacer ver lo que está sucediendo.
  2. No sucumbir al espíritu de secta; por ejemplo, haciendo el juego a los que quieren que la Iglesia se encierre en su culto, o en un mundo exótico sin verdadera relevancia para las cuestiones que importan hoy.
  3. No caer tampoco en la tentación de la relevancia: tratar de hacernos visibles y mediáticos a cualquier costo.
  4. Es indispensable, sobre todo en materia de educación, vincular todas las fuerzas: padres de familia, docentes, estudiantes, directivos, administrativos.
  5. Y sobre todo: ser audaces en proponer la militancia, el heroísmo y la santidad.

En serio, la santidad

¡Cuántos crímenes se cometen en nombre de la justicia! Si tú vendieras armas de fuego y alguien te diera el precio de una de ellas, para matar con esa arma a tu madre, ¿se la venderías?… Pues ¿acaso no te daba su justo precio?… -Catedrático, periodista, político, hombre de diplomacia: meditad.

¡Dios y audacia! -La audacia no es imprudencia. -La audacia no es [simple] osadía.

No pidas a Jesús perdón tan sólo de tus culpas: no le ames con tu corazón solamente… Desagráviale por todas las ofensas que le han hecho, le hacen y le harán…, ámale con toda la fuerza de todos los corazones de todos los hombres que más le hayan querido. Sé audaz: dile que estás más loco por El que María Magdalena, más que Teresa y Teresita…, más chiflado que Agustín y Domingo y Francisco, más que Ignacio y Javier.

Más pensamientos de San Josemaría.

El arte de volver a empezar

Métete en las llagas de Cristo Crucificado. -Allí aprenderás a guardar tus sentidos, tendrás vida interior, y ofrecerás al Padre de continuo los dolores del Señor y los de María, para pagar por tus deudas y por todas las deudas de los hombres.

Tu impaciencia santa, por servirle, no desagrada a Dios. -Pero será estéril si no va acompañada de un efectivo mejoramiento en tu conducta diaria.

Rectificar. -Cada día un poco. -Esta es tu labor constante si de veras quieres hacerte santo.

Tienes obligación de santificarte. -Tú también. -¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: “Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto”.

Más pensamientos de San Josemaría.

La primera santa canonizada de Colombia

“Una maestra de escuela de figura robusta, defensora de los indígenas, escritora y mística que llegó a enfrentarse con el mismo demonio -según lo narra en su autobiografía- será la primera santa colombiana: Laura de Jesús Montoya Upegui, una monja fallecida en 1949…”

Santa Laura Montaya

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Espiritualidad de la Vida Apostolica, 01 de 12

Espiritualidad de la Vida Apostólica. Retiro Espiritual con las Dominicas de la Inmaculada, en Cuenca (Ecuador).

Tema 1 de 12: Introducción.

* Religiosos y religiosas de vida apostólica se ven enfrentados a diversos desafíos que tienen un efecto centrífugo. Puede echarse de menos un núcleo que de unidad, coherencia y paz a tantas actividades y exigencias.

* Por eso nos preguntamos: ¿Qué espiritualidad puede acoger y unificar los diversos elementos de una vida apostólica intensa como suele ser la nuestra?

* Hay que destacar que entre los “lugares” en que se desenvuelve nuestra vida hay algunos que cuentan con indicadores sumamente claros y verificables, incluso en términos de cantidades. Uno puede saber con facilidad si se ha descuadrado en el presupuesto; es más difícil responder si uno está creciendo en la oración o en la vida fraterna.

* Lo cierto es que tendemos a reforzar la atención hacia lo evaluable y cuantificable, con lo cual nuestra vida se vuelve la de funcionarios que no son gente mala pero tampoco apasionada por Cristo.

* El propósito del retiro es sacudir de nosotros la capa de escepticismo o dureza que nos envuelve y entrar en coloquio de corazón con el novicio o novicia que fuimos.