ROSARIO de las Semanas 20190927

#RosarioFrayNelson para el Viernes:
Contemplamos los Misterios de la Dolorosa Pasión

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, que vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
  2. En el segundo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní intercediendo por nosotros los pecadores.
  3. En el tercer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, juzgado por el sanedrín, y luego por la autoridad romana, y así condenado a muerte.
  4. En el cuarto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, porque sus heridas nos han curado.
  5. En el quinto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús coronado de espinas: Rey humilde y Príncipe de Paz.
  6. En el sexto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que carga con su cruz.
  7. En el séptimo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que muere en la Cruz.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

Desmontando la leyenda negra con evidencias

” “Los españoles vinieron y nos robaron todo el oro”, “destruyeron lo que encontraron a su paso”, “eran unos salvajes”, “vinieron a colonizarnos” Estas son algunas de las frases más repetidas por aquellos que han creído fielmente en la leyenda negra. Es difícil erradicarla porque ha sido difundida sin parar desde el siglo XVI se extendía de punta a punta del imperio, recorriendo el continente europeo y arrasando en el americano…”

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Las campanas de mi parroquia

Hermosa meditación del P. Christian Viña.

Una es de bronce, y otra de hierro. Una fue fundida en el taller de Astillero Río Santiago, y la otra en el de un reconocido herrero del barrio; que, con su partida, agregó otra baja a un oficio que, lamentablemente, se va extinguiendo entre nosotros. No hay registros oficiales de cuándo y cómo fueron instaladas, y bendecidas. Sí se sabe, por referencias de los vecinos, que eso ocurrió hace pocas décadas. Uno de los entonces jóvenes, que participó de su colocación, acaba de fallecer. Y su viuda me confió que siempre recordaba aquel momento. Había sido –me dijo- uno de los hechos más importantes de su vida.

Son pequeñas pero lo suficientemente sonoras, para dar debida cuenta del llamado de Dios, a la oración, desde Sagrado Corazón de Jesús, de Cambaceres. Están ubicadas en lo alto de un poste metálico para alumbrado público; y cubiertas, de algún modo, con un pequeño techito de chapa. Por supuesto, deben ser tocadas a mano; con un alambre unido a los dos badajos. Y, aunque no sean pesadas, demandan del párroco, y de algún otro voluntario, músculos y, sobre todo, corazón, bien dispuestos…

Llaman a la Santa Misa, algunos minutos antes del Santo Sacrificio. Y, por supuesto, brindan su aporte al propio desarrollo de la celebración; cuando las rúbricas mandan hacer sonarlas, por ejemplo, en la Vigilia Pascual. Cosechan las miradas llenas de asombro de los más pequeñitos; que suelen quedarse extasiados contemplando su poder sonoro. Reciben gestos de aprobación de circunstanciales transeúntes que, presas de graves preocupaciones de la vida, son elevados, por unos instantes, a un Cielo anticipado. Y, también, son alabadas por adultos mayores; que recuerdan con emoción sus tiempos como monaguillos, o en la catequesis.

Por cierto, no reciben únicamente elogios. Especialmente, el Domingo por la mañana, al sonar para la Misa de las nueve, suelen ser bañadas por una catarata de insultos; como rebote de los improperios dirigidos al cura. El párroco escucha sin chistar las ofensas a su extinta madre; y ofrece ese momento, claro está, por la conversión de los pecadores, y el regreso o la llegada de quienes no están… La potente voz de Dios que llama; y que, con frecuencia, no quiere ser escuchada, demuestra entonces que nunca es indiferente.

Las metálicas piezas, cinceladas de cielo y tierra, fueron testigos, también, de la reconciliación con la Iglesia –y, de paso, también, con el cura- de esos vecinos exaltados. Hoy, al menos, nadie sale a la puerta de su casa a gritar… Es más: jóvenes vecinos, atrapados por distintos vicios y esclavitudes, me expresan, una y otra vez, cómo –aun estando bajo los efectos del alcohol, u otras sustancias- sienten que algo se les revuelve en el interior, con su nítido canto. No puede ocurrir de otro modo: Dios, que está en lo más íntimo de nuestro ser, siempre se las ingenia para hacernos sentir que, pase lo que pase, nunca nos abandona.

Uno de los momentos más conmovedores que las tuvieron como testigos fue un gélido y lluvioso Domingo, de un crudísimo invierno. Después de hacerlas sonar, me dirigí rumbo al confesonario; y me encontré, en la calle, sentado en el cordón de la vereda, absolutamente empapado, con un joven que las miraba con lágrimas abundantes. Lloraba como un niño, desconsolado… En casos como esos prefiero no decir palabra; para que mi abrazo silencioso sea referencia al cuidado del Señor… Fueron unos segundos cargados de dolor; pero, también, de sereno consuelo. ¡Gracias, padre –me dijo el muchacho, mientras lo llevaba a tomar algo caliente, y darle ropa limpia y seca-. Las campanas me hicieron volver a sentir que Dios me ama, y está conmigo… Me frenaron a tiempo… ¡Estaba a punto de cometer una locura…!

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