365 días para la Biblia – Día 013

Fr. Nelson Medina, O.P. lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura. – Día 013 de 365

Génesis 19
Salmo 13
Mateo 8,18-34

Lo que se ha publicado de esta serie de lectura de la Biblia.

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Predicación y más oración: https://fraynelson.com/blog

Seguimos el texto publicado en la página web del Vaticano.

ROSARIO de las Semanas 20180913

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

BIBLIA COMENTADA 014: Caín, Set, y sus respectivos descendientes

La Descendencia de Caín (17-24).

17 Conoció Caín a su mujer, que concibió y parió a Enoc. Púsose aquél a edificar una ciudad, a la que dio el nombre de Enoc, su hijo. 18 A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael; Mejuyael a Matusael, y Matusael a Lamec. 19 Lamec tomó dos mujeres, una de nombre Ada, otra de nombre Sela. 20 Ada parió a Yabel, que fue el padre de los que habitan tiendas y pastorean. 21 El nombre de su hermano fue Yubal, el padre de cuantos tocan la cítara y la flauta. 22 También Sela tuvo un hijo, Tubalcaín, forjador de instrumentos de bronce y de hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamah. 23 Dijo, pues, Lamec a sus mujeres:

“Ada y Sela, oíd mi voz;

mujeres de Lamec, dad oídos a mis palabras:

Por una herida mataré a un hombre,

y a un joven por un rasguño.

24 Si Caín sería vengado siete veces,

Lamec lo será setenta veces siete.”

Caín, alejándose de la presencia del Señor, que veía ligada a la morada primera de la humanidad, vino a habitar a la tierra de Nod o del destierro. Allí fijó su morada, y allí nos describe el autor sagrado el desarrollo de su descendencia. La prehistoria nos da a conocer los pasos lentos de la humanidad en la conquista de aquellos elementos, que constituyen la cultura material, a partir de la piedra tallada hasta la edad de hierro, que en Palestina parece coincidir con el siglo XII a.C. El autor, sin pretender darnos una lección de prehistoria, nos cuenta, haciéndose eco de tradiciones folklóricas y populares, los orígenes de la cultura humana, vinculada, en cuanto al progreso material, a la descendencia de Caín. En ello hay, sin duda, un sentido irónico, pues, para el autor sagrado, el progreso material y la vida sedentaria fomentan el vicio y el apartamiento de Dios, mientras que la simplicidad de costumbres de la vida nómada favorece el espíritu de religiosidad. Sin duda que el redactor sagrado, al hablar de la civilización material, pensaba en la corrupción de las ciudades cananeas, donde reinaba el vicio y el materialismo más craso. Continuar leyendo “BIBLIA COMENTADA 014: Caín, Set, y sus respectivos descendientes”

Empieza la historia de San Martín de Porres

Martín niño

En el año 1962 fue canonizado en Roma, con gran alegría del mundo cristiano, fray Martín de Porres, peruano mulato y dominico. En ese mismo año Jesús Sánchez Díaz y José María Sánchez-Silva publicaron las biografías suyas, que aquí seguimos.

Don Juan Porres, hidalgo burgalés, caballero de la Orden Militar de Alcántara, estando en Panamá, se enamoró de una joven negra y convivió con ella. Cuando se trasladó al Perú, buscando en la cabeza del virreinato obtener alguna gobernación, se la llevó consigo, y allí, en Lima, nació su hijo Martín, de tez morena y rasgos africanos. No quiso reconocerlo como hijo, y en la partida de bautismo de la iglesia de San Sebastián se lee: «Miércoles 9 de diciembre de 1579 baptice a martin hijo de padre no conocido y de ana velazquez, horra [negra libre] fueron padrinos jn. de huesca y ana de escarcena y firmelo. Antonio Polanco». Dos años después nació un niña, Juana, ésta con rasgos de raza blanca.

Ana Velázquez fue una buena madre y dio cuidadosa educación cristiana a sus dos hijos, que no asistían a ningún centro docente, aunque en Lima había muchos. Con ellos vivía sola, y el padre, que estaba destinado en Guayaquil, de vez en cuando les visitaba, proveía el sustento de la familia y se interesaba por los niños.

Viendo la situación precaria en que iban creciendo, sin padre ni maestros, decidió reconocerlos como hijos suyos ante la ley, y se los llevó consigo a Guayaquil, donde se ocupó de ellos como padre, dándoles maestros que les instruyeran. Un día, teniendo ocho años Martín y seis Juanita, iban de paseo con su padre, y se encontraron con su tío abuelo don Diego de Miranda, que preguntó quiénes eran aquellos niños. Don Juan contestó: «Son hijos míos y de Ana Velázquez. Los mantengo y cuido de su educación».

Don Juan, a los cuatro años de tener consigo a sus hijos en Guayaquil, fue nombrado gobernador de Panamá. Dejó entonces sus hijos con su madre en Lima, les dio una ayuda económica suficiente, y confió a los tres al cuidado de don Diego de Miranda.

Martín muchacho

Confirmado Martín por el santo arzobispo don Toribio de Mogrovejo, se mostró muy bueno desde chico. Al cumplir los recados que le encargaba su madre, volvía a veces con la compra hecha a medias o sin hacer: había tenido lástima de algún pobre. Mateo Pastor y su esposa Francisca Vélez, unos vecinos, querían mucho al chico, y le trataban como a hijo, viendo que su madre estaba sin marido.

Este matrimonio fue siempre para él como una segunda familia. Mateo tenía una farmacia, con especias y hierbas medicinales, y allí solía acudir, a la tertulia, Marcelo Ribera, maestro barbero y cirujano, médico y practicante. Este se fijó en seguida en las buenas disposiciones de Martín, hizo de él su ayudante, y pronto el aprendiz supo tanto o más que su maestro. Tenía dotes naturales muy notables para curar y sanar. Con ese oficio hubiera podido ganarse muy bien la vida.

Pero la inclinación interna de Martín apuntaba más alto. Muy de madrugada, se iba a la iglesia de San Lázaro, donde ayudaba a misa. Después de trabajar todo el día en la clínica-barbería de Ribera, por la noche, a la luz de unos cabos de vela, estaba largas horas dedicado a la lectura, preferentemente religiosa, y a la oración ante la imagen de Cristo crucificado. Como ya sabemos, había en Lima entonces dominicos, franciscanos, agustinos, mercedarios y jesuítas, pero a él le atraían especialmente los primeros. Y a los 16 años de edad decidió buscar la perfección evangélica bajo la regla de Santo Domingo.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.