Una Pascua con meta y propósito

Algo que he observado hace un tiempo es que la mayor parte de nuestra gente católica vive de modos muy distintos la cuaresma y la pascua. La cuaresma, en efecto, tiene desde el comienzo una meta, una especie de objetivo y foco: el Triduo Pascual, el domingo de resurrección. Muchos católicos no tienen suficientemente claro un foco, un punto de llegada en el tiempo pascual. Y por supuesto que sí lo hay: Pentecostés.

Considero que es una hermosa tarea nuestra hacer ver que la Pascua de Cristo conduce, a través de un itinerario de 50 días, a nuestra propia pascua. Quiero decir: sin la acción profunda y renovadora del Espíritu Santo, como se predica y vive en Pentecostés, la Pascua será sólo un recuerdo espectacular de algo que queda AFUERA de nosotros, como AFUERA estaba la Ley de Moisés.

Que Pentecostés se prepare y se viva como se debe, y habrá torrentes de vida nueva en nuestras comunidades.

Mensaje del Papa Francisco para la Pascua

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!

Jesús ha resucitado de entre los muertos.

Junto con el canto del aleluya, resuena en la Iglesia y en todo el mundo, este mensaje: Jesús es el Señor, el Padre lo ha resucitado y él vive para siempre en medio de nosotros.

Jesús mismo había preanunciado su muerte y resurrección con la imagen del grano de trigo. Decía: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). Y esto es lo que ha sucedido: Jesús, el grano de trigo sembrado por Dios en los surcos de la tierra, murió víctima del pecado del mundo, permaneció dos días en el sepulcro; pero en su muerte estaba presente toda la potencia del amor de Dios, que se liberó y se manifestó el tercer día, y que hoy celebramos: la Pascua de Cristo Señor.

Nosotros, cristianos, creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda. Es la fuerza del grano de trigo, del amor que se humilla y se da hasta el final, y que renueva realmente el mundo. También hoy esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias. Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados —tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte—, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo.

Y, hoy, nosotros pedimos frutos de paz para el mundo entero, comenzando por la amada y martirizada Siria, cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin. Que la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados.

Invocamos frutos de reconciliación para Tierra Santa, que en estos días también está siendo golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos, para Yemen y para todo el Oriente Próximo, para que el diálogo y el respeto mutuo prevalezcan sobre las divisiones y la violencia. Que nuestros hermanos en Cristo, que sufren frecuentemente abusos y persecuciones, puedan ser testigos luminosos del Resucitado y de la victoria del bien sobre el mal.

Suplicamos en este día frutos de esperanza para cuantos anhelan una vida más digna, sobre todo en aquellas regiones del continente africano que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo. Que la paz del Resucitado sane las heridas en Sudán del Sur y en la atormentada República Democrática del Congo: abra los corazones al diálogo y a la comprensión mutua. No olvidemos a las víctimas de ese conflicto, especialmente a los niños. Que nunca falte la solidaridad para las numerosas personas obligadas a abandonar sus tierras y privadas del mínimo necesario para vivir.

Imploramos frutos de diálogo para la península coreana, para que las conversaciones en curso promuevan la armonía y la pacificación de la región. Que los que tienen responsabilidades

directas actúen con sabiduría y discernimiento para promover el bien del pueblo coreano y construir relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacional.

Pedimos frutos de paz para Ucrania, para que se fortalezcan los pasos en favor de la concordia y se faciliten las iniciativas humanitarias que necesita la población.

Suplicamos frutos de consolación para el pueblo venezolano, el cual —como han escrito sus Pastores— vive en una especie de «tierra extranjera» en su propio país. Para que, por la fuerza de la resurrección del Señor Jesús, encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria

Traiga Cristo Resucitado frutos de vida nueva para los niños que, a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es «productivo».

Invocamos frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos.

Queridos hermanos y hermanas:

También a nosotros, como a las mujeres que acudieron al sepulcro, van dirigidas estas palabras: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado» (Lc 24,5-6). La muerte, la soledad y el miedo ya no son la última palabra. Hay una palabra que va más allá y que solo Dios puede pronunciar: es la palabra de la Resurrección (cf. Juan Pablo II, Palabras al término del Vía Crucis, 18 abril 2003). Ella, con la fuerza del amor de Dios, «ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos» (Pregón pascual).

¡Feliz Pascua a todos!

LA GRACIA del Sábado 7 de Abril de 2018

SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA

La Resurrección implica victoria donde ha habido tragedia. Lleva esta noticia a todas partes, haz que otros sepan cuanto han sido amados.

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Mensaje de Pascua 2018

Un día descubrirás que mejor que pedir milagros es ser tú mismo el milagro.

Es posible que el mundo necesite muchos milagros porque son muy grandes las necesidades; pero más necesita personas que sean milagros vivientes porque son muchos los necesitados.

Hoy es un milagro que alguien, aunque esté cansado, tenga tiempo, una sonrisa y un corazón abierto para acoger y escuchar al que está devastado y roto.

Hoy es un milagro que tus palabras no se concentren en los defectos de los demás sino es sus cualidades, sus talentos, su inmenso potencial.

Hoy es un milagro que alguien escoja aquella penitencia que nadie verá en esta tierra y que sólo existe para los ojos eternos del Padre del Cielo.

Hoy es un milagro que tu día se rompa para un tiempo que todos llamarían “perdido” pero que tú llamas “adoración” y que sabes que es lo que te da fuerzas para todo lo demás.

Hoy es un milagro que puedas guardar silencio mientras alguien te dice cosas duras o injustas: simplemente has escogido oír más el corazón y menos la voz de esa persona.

Hoy es un milagro que hagas una plegaria ferviente por un perfecto desconocido: alguien que jamás sabrá quién eres tú, ni por qué gastas tu tiempo buscando el bien de los demás.

Hoy es un milagro que pronuncies el nombre de JESÚS, tu Maestro, en el momento exacto en que unos oídos lo necesitaban, y un corazón estaba a punto de abrirse.

Tú puedes ser el milagro.

Pero no lo podrás ser por tus solas fuerzas. Si tus solas fuerzas lograran todo, entonces no se llamaría “milagro.”

El arte es llamar con amor y humildad a las puertas del Maestro, y pedirle con sencillez: “Hoy quiero ser tu milagro.”

Nadie lo sabrá. Quizás nadie lo entenderá. Pero la alianza secreta entre el Maestro y tú no podrá romperla tampoco nadie.

Y una estela de gracia seguirá tus pasos y dará luz a tus palabras.

Créelo.

LA GRACIA del Jueves 5 de Abril de 2018

JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Dios obra en mi corazón para decir “yo creo” y a la vez obra en cada uno para que podamos decir juntos “creemos”. Él acompaña y lleva a su Iglesia a la Jerusalén del cielo.

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LA GRACIA del Miércoles 4 Abril de 2018

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Dios no nos deja solos en nuestro camino de derrotas, Él hace camino con nosotros y va encendiendo nuevamente el fuego de la fe, la esperanza y del amor en la Eucaristía.

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LA GRACIA del Martes 3 de Abril de 2018

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Si crece en nosotros el amor, crecerán las experiencias de tristeza porque Dios es ofendido; pero crecerán más las experiencias de alegría por el triunfo de su gracia en nuestras vidas.

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LA GRACIA del Lunes 2 de Abril de 2018

LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Hermanos hay que escoger entre la buena o la mala noticia, no hay alternativa. Escojamos conversión, es la gracia más preciosa de la Pascua.

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LA GRACIA del Domingo 1 de Abril de 2018

SOLEMNIDAD DE LA PASCUA

Con la Pascua empieza una realidad nueva, única, la verdadera victoria de Cristo que es arrancar la raíz del pecado y derrotar al príncipe de las tinieblas. ¡Feliz Pascua para todos!.

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Catequesis mínima de la Pascua

La palabra “Pascua” viene del idioma hebreo (pesáh) y del griego (pascha). La palabra “Pascua” en español significa “paso” “salto”.

Para los judíos:

En el pueblo judío anterior al nacimiento de Cristo, la pascua era una fiesta de pastores en la que se mataba un cordero para pedir la fecundidad. Después pasó a celebrar la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. En la pascua los judíos celebraban -y celebran en la actualidad- el “paso” (la Pascua) del Mar Rojo del pueblo hebreo hacia la liberación de la esclavitud.

Para los cristianos:

Todos los que creemos que Jesucristo es Dios celebramos la Pascua con otro contenido. Para los cristianos es la fiesta más importante de todo el año ya que en ella celebramos el “paso” de Jesús de la muerte a la vida. La Pascua para nosotros es la celebración de la RESURRECCIÓN DE JESÚS. El Señor es nuestra nueva Pascua.

LA GRACIA del Miércoles 19 de Abril de 2017

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Dejemos las sendas de presunción y vanidad, entremos por el camino firme del amor que se dona hasta el extremo, Jesucristo.

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Mensaje del Papa Francisco para la Pascua 2017

Queridos hermanos y hermanas,

Feliz Pascua.

Hoy, en todo el mundo, la Iglesia renueva el anuncio lleno de asombro de los primeros discípulos: Jesús ha resucitado. Era verdad, ha resucitado el Señor, como había dicho (cf. Lc 24,34; Mt 28,5-6).

La antigua fiesta de Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo, alcanza aquí su cumplimiento: con la resurrección, Jesucristo nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha abierto el camino a la vida eterna.

Todos nosotros, cuando nos dejamos dominar por el pecado, perdemos el buen camino y vamos errantes como ovejas perdidas. Pero Dios mismo, nuestro Pastor, ha venido a buscarnos, y para salvarnos se ha abajado hasta la humillación de la cruz. Y hoy podemos proclamar: ‘Ha resucitado el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya’ (Misal Romano, IV Dom. de Pascua, Ant. de la Comunión).

En toda época de la historia, el Pastor Resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus hermanos perdidos en los desiertos del mundo. Y con los signos de la Pasión –las heridas de su amor misericordioso– nos atrae hacia su camino, el camino de la vida. También hoy, él toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas clases de mal.

El Pastor Resucitado va a buscar a quien está perdido en los laberintos de la soledad y de la marginación; va a su encuentro mediante hermanos y hermanas que saben acercarse a esas personas con respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no se olvida, que los convoca de nuevo a la amistad con Dios.

Se hace cargo de cuantos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias. Se hace cargo de los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece dentro de los muros de su propia casa.

El Pastor Resucitado se hace compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías, de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la esperanza en el camino común.

Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas.

Que en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. El vil ataque de ayer a los prófugos que huían ha provocado numerosos muertos y heridos. Que conceda la paz a todo el Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.

Que los pueblos de Sudán del Sur, de Somalia y de la República Democrática del Congo, que padecen conflictos sin fin, agravados por la terrible carestía que está castigando algunas regiones de África, sientan siempre la cercanía del Buen Pastor.

Que Jesús Resucitado sostenga los esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se comprometen en favor del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia. Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones democráticas, en el pleno respeto del estado de derecho.

Que el Buen Pastor ayude a Ucrania, todavía afligida por un sangriento conflicto, para que vuelva a encontrar la concordia y acompañe las iniciativas promovidas para aliviar los dramas de quienes sufren las consecuencias.

Que el Señor Resucitado, que no cesa de bendecir al continente europeo, dé esperanza a cuantos atraviesan momentos de dificultad, especialmente a causa de la gran falta de trabajo sobre todo para los jóvenes.

Queridos hermanos y hermanas, este año los cristianos de todas las confesiones celebramos juntos la Pascua. Resuena así a una sola voz en toda la tierra el anuncio más hermoso: «Era verdad, ha resucitado el Señor». Él, que ha vencido las tinieblas del pecado y de la muerte, dé paz a nuestros días. Feliz Pascua.