Derechos de los pueblos y de las Naciones

157 El campo de los derechos del hombre se ha extendido a los derechos de los pueblos y de las Naciones,325 pues « lo que es verdad para el hombre lo es también para los pueblos ».326 El Magisterio recuerda que el derecho internacional « se basa sobre el principio del igual respeto, por parte de los Estados, del derecho a la autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en vista del bien común superior de la humanidad ».327 La paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en el de los derechos de los pueblos, particularmente el derecho a la independencia.328

Los derechos de las Naciones no son sino « los “derechos humanos” considerados a este específico nivel de la vida comunitaria ».329 La Nación tiene « un derecho fundamental a la existencia »; a la « propia lengua y cultura, mediante las cuales un pueblo expresa y promueve su “soberanía” espiritual »; a « modelar su vida según las propias tradiciones, excluyendo, naturalmente, toda violación de los derechos humanos fundamentales y, en particular, la opresión de las minorías »; a « construir el propio futuro proporcionando a las generaciones más jóvenes una educación adecuada ».330 El orden internacional exige un equilibrio entre particularidad y universalidad, a cuya realización están llamadas todas las Naciones, para las cuales el primer deber sigue siendo el de vivir en paz, respeto y solidaridad con las demás Naciones.

NOTAS para esta sección

325Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 33: AAS 80 (1988) 557-559; Id., Carta enc. Centesimus annus, 21: AAS 83 (1991) 818-819.

326Juan Pablo II, Carta con ocasión del 50º aniversario del comienzo de la Segunda Guerra mundial, 8: AAS 82 (1990) 56.

327Juan Pablo II, Carta con ocasión del 50º aniversario del comienzo de la Segunda Guerra mundial, 8: AAS 82 (1990) 56.

328Cf. Juan Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomático (9 de enero de 1988), 7-8: AAS 80 (1988) 1139.

329Juan Pablo II, Discurso a la Quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas (5 de octubre de 1995), 8, Tipografía Vaticana, p. 11.

330Juan Pablo II, Discurso a la Quincuagésima Asamblea General de las Naciones Unidas (5 de octubre de 1995), 8, Tipografía Vaticana, p. 12.

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Inquietantes paralelismos entre 1914 y 2014

“El mundo de hoy se parece demasiado a aquella Arcadia feliz de progreso que era la Europa que se despeñó por el precipicio de la I Guerra Mundial, terrible prólogo a un corto siglo XX (1914-1991) que dejó la escalofriante cifra de 190 millones de muertos en conflictos bélicos. La advertencia no es de un telepredicador fanático y alarmista, sino del semanario británico The Economist…”

paralelismos 1914-2014

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La sociabilidad humana

149 La persona es constitutivamente un ser social,294 porque así la ha querido Dios que la ha creado.295 La naturaleza del hombre se manifiesta, en efecto, como naturaleza de un ser que responde a sus propias necesidades sobre la base de una subjetividad relacional, es decir, como un ser libre y responsable, que reconoce la necesidad de integrarse y de colaborar con sus semejantes y que es capaz de comunión con ellos en el orden del conocimiento y del amor: « Una sociedad es un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un principio de unidad que supera a cada una de ellas. Asamblea a la vez visible y espiritual, una sociedad perdura en el tiempo: recoge el pasado y prepara el porvenir ».296

Es necesario, por tanto, destacar que la vida comunitaria es una característica natural que distingue al hombre del resto de las criaturas terrenas. La actuación social comporta de suyo un signo particular del hombre y de la humanidad, el de una persona que obra en una comunidad de personas: este signo determina su calificación interior y constituye, en cierto sentido, su misma naturaleza.297 Esta característica relacional adquiere, a la luz de la fe, un sentido más profundo y estable. Creada a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26), y constituida en el universo visible para vivir en sociedad (cf. Gn 2,20.23) y dominar la tierra (cf. Gn 1,26.28-30), la persona humana está llamada desde el comienzo a la vida social: « Dios no ha creado al hombre como un “ser solitario”, sino que lo ha querido como “ser social”. La vida social no es, por tanto, exterior al hombre, el cual no puede crecer y realizar su vocación si no es en relación con los otros ».298

150 La sociabilidad humana no comporta automáticamente la comunión de las personas, el don de sí. A causa de la soberbia y del egoísmo, el hombre descubre en sí mismo gérmenes de insociabilidad, de cerrazón individualista y de vejación del otro.299 Toda sociedad digna de este nombre, puede considerarse en la verdad cuando cada uno de sus miembros, gracias a la propia capacidad de conocer el bien, lo busca para sí y para los demás. Es por amor al bien propio y al de los demás que el hombre se une en grupos estables, que tienen como fin la consecución de un bien común. También las diversas sociedades deben entrar en relaciones de solidaridad, de comunicación y de colaboración, al servicio del hombre y del bien común.300

151 La sociabilidad humana no es uniforme, sino que reviste múltiples expresiones. El bien común depende, en efecto, de un sano pluralismo social. Las diversas sociedades están llamadas a constituir un tejido unitario y armónico, en cuyo seno sea posible a cada una conservar y desarrollar su propia fisonomía y autonomía. Algunas sociedades, como la familia, la comunidad civil y la comunidad religiosa, corresponden más inmediatamente a la íntima naturaleza del hombre, otras proceden más bien de la libre voluntad: « Con el fin de favorecer la participación del mayor número de personas en la vida social, es preciso impulsar, alentar la creación de asociaciones e instituciones de libre iniciativa “para fines económicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos, profesionales y políticos, tanto dentro de cada una de las Naciones como en el plano mundial”. Esta “socialización” expresa igualmente la tendencia natural que impulsa a los seres humanos a asociarse con el fin de alcanzar objetivos que exceden las capacidades individuales. Desarrolla las cualidades de la persona, en particular, su sentido de iniciativa y de responsabilidad. Ayuda a garantizar sus derechos ».301

NOTAS para esta sección

294Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 12: AAS 58 (1966) 1034; Catecismo de la Iglesia Católica, 1879.

295Cf. Pío XII, Radiomensaje de Navidad (24 de diciembre de 1942), 6: AAS 35 (1943) 11-12; Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 264-165.

296Catecismo de la Iglesia Católica, 1880.

297La natural sociabilidad del hombre hace descubrir también que el origen de la sociedad no se halla en un « contrato » o « pacto » convencional, sino en la misma naturaleza humana. De ella deriva la posibilidad de realizar libremente diversos pactos de asociación. No puede olvidarse que las ideologías del contrato social se sustentan sobre una antropología falsa; consecuentemente, sus resultados no pueden ser —de hecho no lo han sido— ventajosos para la sociedad y las personas. El Magisterio ha tachado tales opiniones como abiertamente absurdas y sumamente funestas. cf. León XIII, Carta enc. Libertas praestantissimum: Acta Leonis XIII, 8 (1889) 226-227.

298Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 32: AAS 79 (1987) 567.

299Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 25: AAS 58 (1966) 1045-1046.

300Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 26: AAS 80 (1988) 544-547; Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 76: AAS 58 (1966) 1099-1100.

301Catecismo de la Iglesia Católica, 1882.

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Diagnóstico y propuesta sobre la crisis ética actual

[Predicación en Radio Betania de Santa Cruz, Bolivia.]

* Hablamos de crisis cuando hay dificultades fuertes, transiciones drásticas o cuando aquello que parecía firme y establecido pasa a ser cuestionado o abiertamente rechazado.

* Según tal criterio, es claro que estamos ante una crisis ética de enormes proporciones, en la cual se cumple lo que denunció el profeta Isaías, se llama bien al mal, y mal al bien (véase Isaías 5,20).

* ¿Qué causas han llevado a este estado de cosas? Dos, una exterior, y otra interior.

(1) De modo exterior, están las múltiples idolatrías, que de algún modo se concentran en la idolatría del dios Mercado: el pecado, la subversión del orden natural, produce ganancias.

(2) De modo interior, está la entronización de nuestro propio yo. El que no se une al “¿Quién como Dios?” de San Miguel, termina abrazando el “¡No serviré!” de Satanás.

* El remedio requiere entonces dos fases:

(1) De modo interior, al conversión del corazón de modo que el Primer mandamiento de la Ley de Dios recupere su lugar en nuestra mente y Dios mismo tenga su trono en nuestra vida. Y luego, la certeza de que “nada de afuera puede hacer impuro al hombre” (Marcos 7,15).

(2) Desde esa firmeza, afianzarnos en nuestros grupos y comunidades, de modo que se puedan organizar caminos de participación ciudadana que den a la sociedad un rostro más humano y cristiano.

Los trinos del Paro Agrario en Colombia

  • Lo malo es que, a quienes no tienen ninguna idea con fundamento, todo les parece fundamentalismo.
  • Hay quien cree que la justicia llegará más pronto cuanto más odio haya en la protesta. Eso ya lo intentó Marx y todavía lo estamos pagando.
  • Es fácil “indignarse,” destruir y sumarse a una PROTESTA; lo difícil es acertar en el diagnóstico y luego ayudar a construir una PROPUESTA.
  • Veo ya un fruto positivo en las tensiones del #ParoAgrario: miles de jóvenes están descubriendo que existe otro mundo, además del virtual.
  • Está bien que suenen las cacerolas; pero mejor aún que luego prefiramos siempre llenarlas con productos de nuestros campesinos colombianos!
  • Los dolores propios no deben cerrar los ojos al padecer de otros. Va un abrazo y una oración por México, de luto por el accidente de tren.
  • Pregunta ANTES de ir a una marcha o protesta: 1) Quién convoca? 2) Qué lemas o mensaje se va a dar? 3) Cómo se controla a los infiltrados?
  • Por el momento, el lenguaje que se sigue escuchando en Colombia es el de la obstinación, la exasperación y la arrogancia. Kyrie, Eléyson!
  • A veces me parece reconocer una nostalgia monárquica-caudillista en eso de que en Colombia TODO tenga que resolverlo el Presidente…
  • En el día del martirio de Juan Bautista no olvidemos que la causa inmediata de su cárcel fue defender la dignidad y santidad del #matrimonio
  • Predicadores católicos: Miremos a Juan Bautista. La tarea no es sólo animar y sonreír. También hay que denunciar y poner la cara por Dios.
  • Católico: si no aprendes a indignarte ante el pecado, prepárate para que el pecado se ría de ti, de tu familia, y de todo lo que amas.
  • Menores de edad implicados en vandalismo: Entiendan que sus actos en NADA ayudan a la justa causa de los campesinos y transportadores.
  • Es importante que no se asocie el levantamiento de los bloqueos con el retorno a la normalidad porque la situación no era ni es “normal.”
  • Para que el sufrimiento de los campesinos y los pobres NO sea estéril hay que abstenerse de todo vandalismo y mantener la altura del debate.

Los mitos de nuestro tiempo

En el lenguaje de los tweets:

  1. Mito del 50%, 1a versión: Todo cargo, oficio o profesión debe tener igual representación de hombres y mujeres.
  2. Mito del 50%, 2a versión: Para que haya igualdad, con un 50% de violencia y de crímenes de cada lado, hay que masculinizar a la mujer.
  3. Mito de la independencia del género sobre el sexo, 1a versión: Cada quien puede decidir quién ser en la gama del deseo y la intimidad.
  4. Mito de la independencia del género sobre el sexo, 2a versión: Lo natural es normativo; y hay gran variedad sexual en la naturaleza.
  5. Mito del sexo seguro, 1a versión: Si se mejoran las campañas de anticoncepción habrá menos embarazo juvenil (las cifras lo desmienten).
  6. Mito del sexo seguro, 2a versión: Si se mejora la higiene y legalidad de los abortuarios habrá menos abortos (las cifras lo desmienten).
  7. Mito de la razón, 1a versión: La fe es un atajo irrespetuoso o infantil que quiere llegar al saber sin recorrer el camino de la razón.
  8. Mito de la razón, 2a versión: El ser humano no está sometido ciegamente a “lo natural” porque es natural usar la razón para decidir.
  9. Mito de la ciencia, 1a versión: El único conocimiento digno de ese nombre es el que se establece por la ciencia experimental.
  10. Mito de la ciencia, 2a versión: Todo el mundo tiene sesgos pero sólo los científicos han encontrado forma de controlarlos y eliminarlos.
  11. Mito de la democracia, 1a versión: La mayoría es soberana (Sofisma útil para imponer ciertas leyes).
  12. Mito de la democracia, 2a versión: La mayoría debe abstenerse de “ofender” a las minorías (Sofisma útil para impulsar ciertas agendas).
  13. Mito de la neutralidad religiosa, 1a versión: Sólo el ateo puede juzgar entre creyentes.
  14. Mito de la neutralidad religiosa, 2a versión: Habrá orden y paz en lo público solamente si la religión se recluye a lo privado.
  15. Mito de la superpoblación, 1a versión: Lo único que arruina la tierra es el ser humano. Habrá belleza cuando no haya quien la contemple.
  16. Mito de la superpoblación, 2a versión: Si se multiplica la gente sólo se multiplican las bocas, y no los talentos u otros dones.

Primero publicado en mi cuenta de twitter.

Esclavos del celular

“Investigadores de la Universidad de Harvard demuestran que el uso de dispositivos móviles tienen graves repercusiones en nuestro comportamiento laboral. Los teléfonos inteligentes pueden ser increíblemente útiles, pero sus efectos negativos podrían contrarrestar los beneficios…”

esclavos del celular

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Dialogo a escala global

El diálogo entre todos los hombres

92. La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero.

Lo cual requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la mutua estima, respeto y concordia, reconociendo todas las legítimas diversidades, para abrir, con fecundidad siempre creciente, el diálogo entre todos los que integran el único Pueblo de Dios, tanto los pastores como los demás fieles. Los lazos de unión de los fieles son mucho más fuertes que los motivos de división entre ellos. Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo.

Nuestro espíritu abraza al mismo tiempo a los hermanos que todavía no viven unidos a nosotros en la plenitud de comunión y abraza también a sus comunidades. Con todos ellos nos sentimos unidos por la confesión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y por el vínculo de la caridad, conscientes de que la unidad de los cristianos es objeto de esperanzas y de deseos hoy incluso por muchos que no creen en Cristo. Los avances que esta unidad realice en la verdad y en la caridad bajo la poderosa virtud y la paz para el universo mundo. Por ello, con unión de energías y en formas cada vez más adecuadas para lograr hoy con eficacia este importante propósito, procuremos que, ajustándonos cada vez más al Evangelio, cooperemos fraternalmente para servir a la familia humana, que está llamada en Cristo Jesús a ser la familia de los hijos de Dios.

Nos dirigimos también por la misma razón a todos los que creen en Dios y conservan en el legado de sus tradiciones preciados elementos religiosos y humanos, deseando que el coloquio abierto nos mueva a todos a recibir fielmente los impulsos del Espíritu y a ejecutarlos con ánimo alacre.

El deseo de este coloquio, que se siente movido hacia la verdad por impulso exclusivo de la caridad, salvando siempre la necesaria prudencia, no excluye a nadie por parte nuestra, ni siquiera a los que cultivan los bienes esclarecidos del espíritu humano, pero no reconocen todavía al Autor de todos ellos. Ni tampoco excluye a aquellos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de varias maneras. Dios Padre es el principio y el fin de todos. Por ello, todos estamos llamados a ser hermanos. En consecuencia, con esta común vocación humana y divina, podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin engaños, en verdadera paz, a la edificación del mundo.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 92]

Cuidado con el ciudadano neutro

“Cuando ciertos políticos hablan de “ciudadanos y ciudadanas” no es por respeto a la diferencia, sino por falta de una palabra adecuada que la suprima. Si la diferencia varón/mujer se considera irrelevante para el matrimonio, entonces también lo es para el derecho y para la vida social. La igualdad ya no es fruto de la complementariedad sino del igualamiento…”

ciudadano neutro?

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Participación del cristiano en las instituciones internacionales

90. Forma excelente de la actividad internacional de los cristianos es, sin duda, la colaboración que individual o colectivamente prestan en las instituciones fundadas o por fundar para fomentar la cooperación entre las naciones. A la creación pacífica y fraterna de la comunidad de los pueblos pueden servir también de múltiples maneras las varias asociaciones católicas internacionales, que hay que consolidar aumentando el número de sus miembros bien formados, los medios que necesitan y la adecuada coordinación de energías. La eficacia en la acción y la necesidad del diálogo piden en nuestra época iniciativas de equipo. Estas asociaciones contribuyen además no poco al desarrollo del sentido universal, sin duda muy apropiado para el católico, y a la formación de una conciencia de la genuina solidaridad y responsabilidad universales.

Es de desear, finalmente, que los católicos, para ejercer como es debido su función en la comunidad internacional, procuren cooperar activa y positivamente con los hermanos separados que juntamente con ellos practican la caridad evangélica, y también con todos los hombres que tienen sed de auténtica paz.

El Concilio, considerando las inmensas calamidades que oprimen todavía a la mayoría de la humanidad, para fomentar en todas partes la obra de la justicia y el amor de Cristo a los pobres juzga muy oportuno que se cree un organismo universal de la Iglesia que tenga como función estimular a la comunidad católica para promover el desarrollo a los países pobres y la justicia social internacional.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 90]