Dios le pague y lo siga bendiciendo enormemente, Fray Nelson. ¿Podría ilustramos sobre: diferencias, ventajas o un paralelo entre alguien religioso y alguien espiritual? –LJCP.
* * *
Se ha dicho, y creo que es cierto, que las palabras a veces son como seres vivos, que van pasando por distintas etapas, que en este caso sería distintos significados.
Hay por lo menos tres significados conectado con la palabra “religioso”:
R1) Persona que le da importancia a la religión en su vida, de modo que encuentra respuesta a las preguntas más trascendentales de su existencia en alguna religión.
R2) Persona que pertenece a una comunidad religiosa, como decir: un fraile franciscano es un religioso.
R3) Persona consagrada, en general, es decir, incluyendo a los sacerdotes diocesanos, que no son de comunidad religiosa.
Con respecto a la palabra “espiritual” encontramos hoy, en el uso común:
E1) Persona que quiere “trascender” en su vida, es decir, que no se limita a lo puramente material o “mundano.” Para mucha gente esto significa que esta persona hace actividades que no reportan un beneficio económico o de placer inmediato, como por ejemplo: meditar (y se entiende esta meditación al estilo budista zen). Este tipo de persona no busca una religión “institucional” sino que satisface sus necesidades de espiritualidad eligiendo a su propio criterio dentro de un conjunto amplio de lecturas y prácticas sin seguir propiamente a nadie.
E2) Persona que lleva una vida de piedad, y es conocida por su devoción, por ejemplo a través de las visitas al Santísimo o la práctica frecuente del Santo Rosario.
E3) Persona que ha tenido una fuerte experiencia del amor de Dios y de la acción del Espíritu Santo.
Casi siempre que se oponen “religioso” y “espiritual” lo que se quiere contraponer son los significados R1 y E1, es decir: los “espirituales” serían personas que buscan el bien de la “trascendencia,” entendida de modos muy subjetivos y muy mentales, sin “atarse” a una religión organizada o “institucional.” Ese carácter anti-institucional es visto como una señal de libertad subjetiva y de madurez de juicio, aunque luego lleve a la persona a tomar decisiones desastrosas o ridículas.
La razón por la que ese “espiritualismo” resulta tan atractivo es clara: si no pertenezco de verdad a ninguna tradición religiosa, entonces yo soy la autoridad máxima de mi religión, que tiene un solo adepto: yo mismo. Y eso permite decidir por mi propia cuenta qué es lo que yo voy a llamar bueno y qué es lo que consideraré malo. Con lo cual, ese espiritualismo subjetivista sirve para calmar conciencia frente a las exigencias de una moral más razonada y sobre todo más objetiva.