La devoción, la alegría y la tristeza santa

Que la devoción, de suyo y principalmente, causa alegría espiritual, aunque, como efecto secundario y ocasionalmente, produce tristeza. Y es que, como ya se ha dicho (a.3), la devoción procede de una doble consideración. Principalmente, del reflexionar sobre la bondad divina, por referirse esta consideración al término que la voluntad intenta al entregarse a Dios. De tal consideración se sigue de suyo delectación, según aquello del salmo 76,4: Me acordé del Señor y me alegré. Pero accidentalmente causa tristeza en quienes todavía no gozan plenamente de Dios, conforme a aquellas palabras del salmo 41,3: Mi alma tiene sed de Dios vivo; y de las que vienen a continuación (Sal 41,4): Mis lágrimas fueron, etc. Mas, de modo secundario, la devoción tiene por causa, como acabamos de decir (a.3), la consideración de los propios defectos, ya que ella recae sobre el punto de partida del que el hombre se va alejando por el movimiento de su voluntad devota, es decir, de la que es tal que lo lleva no a fiarse de sí mismo, sino a someterse a Dios. Esta segunda consideración procede a la inversa de la anterior, ya que de suyo propende a causar tristeza al centrar su reflexión sobre los propios defectos, y sólo accidentalmente produce alegría, debido a la esperanza que se pone en el auxilio divino. De todo esto se deduce, por tanto, que de la devoción se sigue primaria y principalmente alegría; secundaria y accidentalmente, tristeza conforme con la voluntad divina (2 Cor 7,10). (S. Th., II-II, q.82, a.4 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Relación entre religión y santidad

Que la palabra santidad, según parece, se toma por dos cosas. Una, pureza, y según esto, significa lo que la palabra griega agios, que es como decir sin tierra. Otra, firmeza. De ahí el que los antiguos llamasen santo a lo firmemente establecido por las leyes, de suerte que se lo debiera considerar inviolable; y el que se llame sancionado (o santo) a lo prescrito de manera inmutable por la Ley. Ésta palabra santo, según los latinos, puede referirse asimismo a la pureza, si se toma sanctus (santo) como derivado de sanguine tinctus (tinto o teñido en sangre), porque antiguamente quienes querían purificarse se mojaban con la sangre de la víctima, como dice San Isidoro en sus Etymol.

Uno y otro sentido convienen en atribuir santidad a lo que está destinado al culto divino, de tal modo que no sólo los hombres, sino también los templos, cálices y otras cosas parecidas se dice que están santificados por el mismo hecho de destinarlos al culto divino. La pureza, pues, es necesaria para que nuestra mente se una a Dios. Porque la mente humana se mancha al alearse con las cosas inferiores, como se ensucia cualquier materia al mezclarse con otra más vil; por ejemplo, la plata con el plomo. Es preciso, según esto, que nuestra mente se separe de las cosas inferiores para que pueda unirse al ser supremo. De ahí el que sin pureza no haya unión posible de nuestra mente con Dios. Por eso se nos dice en la carta a los Heb 12,14: Procurad tener paz con todos y santidad de vida, sin la cual nadie podrá ver a Dios. También se exige firmeza para la unión de nuestra mente con Dios. Se une a El, en efecto, como a su último fin y a su primer principio, extremos que necesariamente están dotados de la máxima inmovilidad. Por eso dice el Apóstol en Rom 8,38-39: Estoy persuadido de que ni la muerte ni la vida me separarán del amor de Dios. Así, pues, se llama santidad a la aplicación que el hombre hace de su mente y de sus actos a Dios. No difiere, por tanto, de la religión en lo esencial, sino tan sólo con distinción de razón. Se le da, en efecto, el nombre de religión por servir a Dios como debe en lo que se refiere especialmente al culto divino, como en los sacrificios, oblaciones o cosas similares; y el de santidad, porque el hombre refiere a Dios, además de eso, las obras de las demás virtudes, o en cuanto que, mediante obras buenas, se dispone para el culto divino. (S. Th., II-II, q.81, a.8 resp.)


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Y sí es verdad: la religión es una virtud

Conforme escribe San Isidoro en el libro Etymol., llamamos religioso, palabra derivada, según dice Cicerón, de relección, a quien repasa y como que relee lo referente al culto divino. Así, pues, la palabra religión proviene, según parece, de releer lo concerniente al culto divino, por el hecho de que a estas materias hay que darles muchas vueltas en nuestro interior, según se nos manda en Prov 3,6: En todos tus caminos, piensa en Él. Aunque también pudiéramos suponer que se llama así a la religión por nuestra obligación de reelegir a Dios, a quien por negligencia hemos perdido, como dice San Agustín en el X De Civ. Dei. O puede asimismo pensarse que la palabra religión se deriva de religar, y de ahí la frase de San Agustín en el libro De vera relig.: La religión nos religa al Dios único y omnipotente.

Ahora bien: sea que la religión se llame así por la repetida lectura, por la reelección de lo que por negligencia hemos perdido o por la religación, lo cierto es que propiamente importa orden a Dios. Pues a El es a quien principalmente debemos ligarnos como a principio indeficiente, a El debe tender sin cesar nuestra elección como a fin último, perdido por negligencia al pecar, y El es también a quien nosotros debemos recuperar creyendo y atestiguando nuestra fe. (S. Th., II-II, q.79, a.4 resp.)


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Primera Cumbre sobre Libertad Religiosa interconfesional

“Los días 13 y 15 de julio [de 2021] asistieron a la Cumbre Internacional sobre Libertad Religiosa más de 700 representantes de unas 70 ONG, entre ellas la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). La cumbre contó con un elenco internacional de varias docenas de oradores de todo el espectro político y confesional, todos ellos pidiendo una acción global para garantizar y proteger el derecho a la libertad religiosa, definido como el derecho humano más fundamental. «La libertad religiosa es el derecho fundamental por el cual nos definimos por la relación con nuestro creador», dijo Edward Clancy, director de divulgación de ACN en Estados Unidos, «todos los demás derechos se derivan de él». El ex secretario de Estado Mike Pompeo dijo que «cuando la gente pierde el derecho a la libertad de religión, la tiranía es lo que domina». «Seamos un muro de acero para proteger contra la opresión», añadió, hablando específicamente en referencia a lo que llamó el «genocidio» de China perpetrado contra la minoría musulmana uigur en el noroeste de China…”

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¿La religión de “ser buena persona”?

Fray Nelson, Que opina con la frase que dicen mucho: “la religión correcta es ser buena persona”? — J.J.C.C.

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Es una frase que tiene mucha popularidad hoy en día, por varias razones, que vale la pena tener muy claras:

1. Va en la línea del SUBJETIVISMO, que se margina de lo “institucional.” Es muy fácil y muy frecuente hoy considerarse más pensante y libre cuanto más distante la persona se sitúa de los partidos, las iglesias y de todo lo “organizado.” Por supuesto, esta forma de pensar es puro sofisma porque para cualquier otro propósito (hacer dinero, mejorar la tecnología, cuidar la salud, hacer deporte) invariablemente acudimos a instituciones (empresas, gimnasios, universidades…).

2. ¿Quién define lo que es ser “buena persona”? Cada quien puede definirlo, prácticamente a su acomodo, de acuerdo con sus preferencias o prioridades. Y de nuevo, esto permite que uno se considere igual o mejor que cualquier persona “religiosa” (en el sentido clásico del término) simplemente porque uno está más cerca de practicar los valores que uno mismo cree más importantes.

3. Cuando se habla de ser “buena persona,” se habla de lo que puede alcanzarse con el esfuerzo de la pura voluntad humana. En la fe cristiana, por ejemplo, es esencial afirmar que el hombre requiere de la GRACIA divina para ser SALVADO de las garras del PECADO. Estas tres palabras desaparecen en la definición típica de ser buena persona: no se requiere de ayuda externa porque ser “bueno” es serlo dentro de los límites “normales;” en la misma línea de pensamiento, uno no necesita ser “salvado” porque la idea es que la propia inteligencia y la propia voluntad deben bastar (posiblemente con algo de literatura o videos de auto-ayuda); y en cuanto al pecado… es palabra que pierde su sentido en el esquema de ser buena persona; lo que podría haber, si acaso, son “errores” que hay que dejar atrás, o corregir, o simplemente aceptar con resignación.

En síntesis, la “religión” de ser buena persona es subjetivista, arrogante, cómoda, nebulosa y sofística… y por lo mismo, popular y ampliamente difundida en nuestro tiempo.

LA GRACIA 2020/03/26 La verdadera religión le da al hombre la plenitud divina

En la verdadera religión está la salvación, la falsa religión recorta a Dios para quedarse con una espiritualidad falsa, que pretende un dios a nuestras proporciones.

https://youtu.be/bZp9llhgiZ4

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LA GRACIA del Jueves 13 de Junio de 2019

Al no abrimos al regalo de la gracia nos puede suceder que la religión en lugar de conectarnos con Dios termina atrapándonos en nuestros propios intereses.

https://youtu.be/AJ_dyVFPM_o

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¿Es razonable o conveniente frenar los ritos de otras religiones?

El gobierno humano proviene del divino y debe imitarle. Pues bien, siendo Dios omnipotente y sumamente bueno, permite, sin embargo, que sucedan males en el universo pudiéndolos impedir, no suceda que, suprimiendo esos males, queden impedidos bienes mayores o incluso se sigan peores males. Así, pues, en el gobierno humano, quienes gobiernan toleran también razonablemente algunos males para no impedir otros bienes, o incluso para evitar peores males. Así lo afirma San Agustín en II De Ordine: Quita a las meretrices de entre los humanos y habrás turbado todas las cosas con sensualidades. Por consiguiente, aunque pequen en sus ritos, pueden ser tolerados los infieles, sea por algún bien que puede provenir de ello, sea por evitar algún mal.

Mas del hecho de observar los judíos sus ritos, en los que estaba prefigurada la verdad de fe que tenemos, proviene la ventaja de que tengamos en nuestros enemigos un testimonio de nuestra fe y cómo, en figura, está representado lo que nosotros creemos. Por esa razón se les toleran sus ritos. No hay, en cambio, razón alguna para tolerar los ritos de los infieles, que no nos aportan ni verdad ni utilidad, a no ser para evitar algún mal, como es el escándalo, o la discordia que ello pudiera originar, o la oposición a la salvación de aquellos que, poco a poco, tolerados de esa manera, se van convirtiendo a la fe. Por eso mismo, en alguna ocasión, toleró también la Iglesia los ritos de los herejes y paganos: cuando era grande la muchedumbre de infieles. (S. Th., II-II, q.10, a.11, resp.)


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Cómo cambia el paisaje religioso en el mundo

“Si el crecimiento demográfico es lo que más impulsa una determinada religión, no cabe duda de que los musulmanes son el grupo religioso que va a crecer más en el próximo futuro. A partir de 2035 el número de niños nacidos de musulmanes superará a los nacidos de cristianos, según el análisis recién publicado por el Pew Research Center, que interrelaciona los datos demográficos y religiosos…”

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La Administración Obama identifica libertad religiosa con intolerancia

“La creciente influencia del laicismo y la implacable implantación de la dictadura de género, así como el compromiso de la Administración Obama con el negocio del aborto (el célebre “mandato abortista” que ha intentado acabar, por ejemplo, con la labor social de las Hermanitas de los Pobres) hacen sentir ya a todos los estadounidenses que uno de los principios sobre los que se estableció su nación puede desaparecer…”

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Ser religioso o ser espiritual

Dios le pague y lo siga bendiciendo enormemente, Fray Nelson. ¿Podría ilustramos sobre: diferencias, ventajas o un paralelo entre alguien religioso y alguien espiritual? –LJCP.

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Se ha dicho, y creo que es cierto, que las palabras a veces son como seres vivos, que van pasando por distintas etapas, que en este caso sería distintos significados.

Hay por lo menos tres significados conectado con la palabra “religioso”:

R1) Persona que le da importancia a la religión en su vida, de modo que encuentra respuesta a las preguntas más trascendentales de su existencia en alguna religión.

R2) Persona que pertenece a una comunidad religiosa, como decir: un fraile franciscano es un religioso.

R3) Persona consagrada, en general, es decir, incluyendo a los sacerdotes diocesanos, que no son de comunidad religiosa.

Con respecto a la palabra “espiritual” encontramos hoy, en el uso común:

E1) Persona que quiere “trascender” en su vida, es decir, que no se limita a lo puramente material o “mundano.” Para mucha gente esto significa que esta persona hace actividades que no reportan un beneficio económico o de placer inmediato, como por ejemplo: meditar (y se entiende esta meditación al estilo budista zen). Este tipo de persona no busca una religión “institucional” sino que satisface sus necesidades de espiritualidad eligiendo a su propio criterio dentro de un conjunto amplio de lecturas y prácticas sin seguir propiamente a nadie.

E2) Persona que lleva una vida de piedad, y es conocida por su devoción, por ejemplo a través de las visitas al Santísimo o la práctica frecuente del Santo Rosario.

E3) Persona que ha tenido una fuerte experiencia del amor de Dios y de la acción del Espíritu Santo.

Casi siempre que se oponen “religioso” y “espiritual” lo que se quiere contraponer son los significados R1 y E1, es decir: los “espirituales” serían personas que buscan el bien de la “trascendencia,” entendida de modos muy subjetivos y muy mentales, sin “atarse” a una religión organizada o “institucional.” Ese carácter anti-institucional es visto como una señal de libertad subjetiva y de madurez de juicio, aunque luego lleve a la persona a tomar decisiones desastrosas o ridículas.

La razón por la que ese “espiritualismo” resulta tan atractivo es clara: si no pertenezco de verdad a ninguna tradición religiosa, entonces yo soy la autoridad máxima de mi religión, que tiene un solo adepto: yo mismo. Y eso permite decidir por mi propia cuenta qué es lo que yo voy a llamar bueno y qué es lo que consideraré malo. Con lo cual, ese espiritualismo subjetivista sirve para calmar conciencia frente a las exigencias de una moral más razonada y sobre todo más objetiva.

Hablar de Dios en los límites de la razón

Kant dijo que hay hablar de Dios “en los límites de la razón”. ¿Cuáles son esos límites? ¿Cómo refutar esta postura? -S.B.

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Para Kant el único discurso que puede asegurar un lugar en la plaza pública, es decir, el único que puede ser completamente comprensible por otros humanos, es el discurso que se mantiene en los límites de la razón. No es que él limite el ser humano a lo racional, sino que la expresión de nuestro conocimiento sólo puede ser expresada y recibida si es racional. Ello es así, según él, porque la racionalidad es la condición misma de todo conocer, dada la estructura de la mente humana, previa a toda experiencia.

Eso no implica directamente que no exista Dios o que no se pueda tener fe sino que de la religión debe hablarse, según él, dentro de los límites de la razón, como lo indica de hecho una de sus obras más conocidas: “La religión dentro de los límites de la razón.”

La religión así entendida es básicamente una herramienta para el mejoramiento moral del individuo y potencialmente para el buen orden de la sociedad. Sin embargo, para Kant la religión debe librarse de lo que él considera supersticioso o fanático, y este doble criterio implica el rechazo a la revelación, lo sobrenatural, la obra de la gracia y la posibilidad de la santificación. Además, ninguna religión puede imponerse socialmente ni puede entonces tener un estatuto particular en la sociedad humana.

La principal crítica a la postura kantiana no viene de la religión sino de su postura filosófica misma. Examínese la categoría “superstición” por ejemplo. Con facilidad se puede considerar como supersticioso lo que resulta difícil de explicar o sencillamente lo que supera el cuerpo de conocimiento que la sociedad tiene en momento dado de su historia. Entonces el adjetivo “supersticioso” se convierte simplemente en un arma para validar un tipo de conocimiento (el de la ciencia) invalidando toda otra forma de conocer, por ejemplo, lo que venga de la experiencia, la sabiduría popular, o la religión. Dicho de otro modo: los “límites de la razón” son a menudo bastante arbitrarios y poco racionales, y por ello no se ve por qué sean el máximo tribunal al que todos deban someterse.

Ello no significa desprecio a la razón, ni tampoco aceptación del capricho, sino conciencia de que el espacio de la razón no es necesariamente equivalente al espacio del conocimiento y al espacio de la verdad.

Dialogando con Dios

Primero publicado en mi cuenta de Twitter:

  1. Diálogo con Dios (#DcD) : -¿Por qué amas a los que no te aman? -Porque mi amor no depende ni de su iniciativa ni de su respuesta.
  2. #DcD -Si tu amor es incondicional, Señor, ¿cómo es que existe el infierno? -No es que yo los deje de amar; es que ellos rechazan mi amor.
  3. #DcD -¡Pero no es lógico rechazar tu amor, Señor! -Eso es lo que yo siempre he dicho: pecar no es lógico.
  4. #DcD -Si no es lógico pecar, ¿por qué atrae el pecado? -Porque ofrece bienes verdaderos por caminos falsos, que presenta como más cortos.
  5. #DcD -¿Y cómo hace uno para no dejarse llevar por la tentación? -Conociendo la verdad del pecado, del esfuerzo, y del bien que Yo ofrezco.
  6. #DcD -¿Todo en la conversión depende entonces de conocer la verdad? -Sí pero la verdad no es sólo conocimiento; es Jesucristo.
  7. #DcD -¿No serían más fáciles las cosas si la virtud no fuera tan ardua? -Esa dificultad es pedagógica; libera de ídolos al alma.
  8. #DcD -¿Cuál es el peor pecado? -El peor pecado no es uno sino dos: (1) No amar; o (2) Llamar amor a lo que no lo es.
  9. #DcD -¿No basta con ser buena persona? -La falta de ardor por el bien permite que otros redefinan dentro de ti qué es ser “buena persona.”
  10. #DcD -¿Qué va a pasar con toda la gente que no le hace mal a nadie? -Depende de cómo usan todo ese tiempo que les queda libre.
  11. #DcD -¿Es pecado muy grave estar cansado o aburrido? -Depende de qué estás cansado y qué hacías antes de aburrirte.
  12. #DcD -¿Hay alguna medida para la eternidad? -Es corta para los que aman; y muy larga para los que odian.
  13. #DcD -¿Cuál es el primer cambio que uno debe introducir en la vida? -Humildad, escucha, fe, oración, contrición, casi en cualquier orden.
  14. #DcD -¿La religión garantiza que seré feliz? -La verdadera religión garantiza que tendrás la luz que anhelas sobre la verdadera felicidad.
  15. #DcD -¿En qué es falsa la frase: Todas las religiones son iguales? -En que desconoce los caminos de mi sabiduría, poder y providencia.

Religión y superstición

“Dios es para el hombre el único Señor. Lo ha creado y lo cuida constantemente con su Providencia amorosa. La existencia de la criatura y todo cuanto son o posee, lo ha recibido de Él. Por consecuencia, el hombre mantiene con Dios unos lazos y obligaciones en cuanto Creador y Ser Supremo: es el culto que debe rendírsele y que se vive con la virtud de la religión…”

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