Beato José de Anchieta, apóstol del Brasil

Un canario vasco

Conocemos la vida de Anchieta gracias a las biografías que de él escribieron los padres Sebastián Berettari, en 1617, y Juan Eusebio de Nieremberg, en 1643 (+Varones ilustres de la Compañía de Jesús, v.III, Bilbao 1889). En 1534, en San Cristóbal de la Laguna, isla canaria de Tenerife, nació José de Anchieta de padre rico, procedente de Guipúzcoa -o de Vizcaya, según Nieremberg-. Siendo muchacho, fue enviado a estudiar letras en la universidad portuguesa de Coimbra, de gran fama en la época.

Fue allí estudiante aventajado y buen cristiano, pues ya entonces, ante una imagen de la Virgen, según dicen las Litteræ Apostolicæ en su beatificación, «dedicó con voto su virginidad a Dios, y se consagró todo él a la Virgen María con inmenso afecto» (AAS 73,1981, 254). En 1551, de esta devoción suya a la Madre de Cristo le vino, según parece, la gracia de ingresar en la Compañía de Jesús, recientemente aprobada.

Entre sus hermanos jesuitas destacó en seguida por su fervor y por el vigor de su ascesis. Según dice el padre Nieremberg, ciertos excesos penitenciales perjudicaron la salud de Anchieta, pues «se le desconcertaron los hombros y la espalda», de lo cual se le quedó «por toda su vida algún torcimiento».

Éstos y otros achaques de salud le hicieron temer a José por su vocación, y fue con sus dudas al padre provincial, que era Simón Rodríguez, compañero de San Ignacio. «Perded, hijo, ese cuidado -le dijo-, que no os quiere Dios con más salud». Con esto José quedó tranquilo. Pero como su salud no mejoraba, se pensó que el clima del Brasil podría favorecerle. Allí fue enviado con otros seis jesuitas, y llegó a Bahía en 1553.

Uno de los fundadores del Brasil

En 1554, Anchieta tomó parte con el padre provincial Manuel de Nóbrega, en la fundación de una aldeia misional en Piratininga. Allí, el día de la fiesta de San Pablo, se inauguró un modesto colegio. Y éste fue el origen de la actual ciudad inmensa de Sâo Paulo. En aquel colegio enseñó Anchieta gramática tanto a los hijos de portugueses como a los indios. El trato con éstos, y con las familias indígenas que vinieron a establecerse en torno a la misión, le dió ocasión para aprender con toda perfección la lengua de aquella región, el tupiguaraní, en la que escribió varias obras.

A él se debe la primera gramática de la lengua tupí, Arte de gramatica de lingoa mais usada na costa do Brazil, impresa en 1595; una Doutrina christâa e mysterios da Fé, dispostos a modo de dialogo em beneficio dos indios cathecumenos, que contiene un conjunto de sermones y cantos, poesías y dramas en portugués, latín, tupí y guaraní. Escribió otras obras, entre ellas un poema en 2.947 exámetros, De gestis Mendi Saa, praesidis Brasiliae; Informaçôes e fragmentos historicos (1584-1586); así como un conjunto de poesías en tupí, Jesus na festa de S. Lourenço y Dança que se fez na procissâo de S. Lourenço. Éstas y otras obras permiten considerar con razón a Anchieta como el iniciador de la historia literaria del Brasil.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.