Ejercicios teórico-prácticos para encontrar el corazón

* El ser humano tiene una enorme capacidad para esconderse de otros así como para engañarse a sí mismo. Por afán de protegernos, o por miedo, o por intereses que nos avergüenza o no nos conviene reconocer, convertimos nuestras vidas en laberintos donde nosotros mismos nos perdemos.

* A través de algunas dinámicas y reflexiones sencillas es posible palpar algunas de las opciones que, a veces de modo inconsciente, vamos tomando y que responden a la pregunta: ¿dónde está tu corazón?

[Hay algunas predicaciones relacionadas en este enlace.]

Métodos actuales de corrupción masiva de niños y niñas

“La receta del UNFPA [Fondo de las Naciones Unidas para la Población, por su sigla en inglés] para garantizar un «dividendo demográfico» incluye el aborto disponible de forma gratuita para los adolescentes, la supresión de la edad de libre consentimiento, de las leyes contra las drogas y la prostitución, y que se disminuya la participación de los padres en la formación sexual de sus hijos…”

¿Por qué se llama penitencia lo que nos dan en la confesión?

Fray Nelson… ¿Por qué se le llama “PENITENCIA” a las oraciones que tras la confesión el sacedorte nos impone?. Rezar, comunicarnos con Dios y la Virgen Santísima debe ser una necesidad diaria y un gusto inmenso y constante. Me gustaría que tuviera otro nombre y el otro día una compañera de trabajo con la que trabajo en su evangelización me preguntó y me quedé en blanco. Seguramente está justificado por algo hace mucho mucho tiempo, sin embargo tal vez la semántica podría adecuarse mas a la evangelización de nuestros tiempos. -L.M.

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Ante todo: la variedad de nombres que recibe este sacramento habla de la riqueza interior que tiene y que comunica.

* Se le llama “sacramento de la confesión” porque confesamos la inocencia, santidad y verdad de Dios, y porque confesamos que somos nosotros los pecadores, y por eso también confesamos nuestras culpas.

* Se le llama “sacramento de la reconciliación” porque a través de la gracia compasiva y eficaz de la redención de Cristo nos reconcilia con Dios Padre, y sobre esa base, nos reconcilia con los hermanos, con nosotros mismos y con nuestra realidad.

* Se le llama “sacramento de la penitencia” porque ya desde tiempos antiguos la Iglesia tuvo conciencia de dos cosas: (A) En la medida de lo posible, el mal que uno hace uno lo debe reparar. El ejemplo típico es el de un robo: ¿qué sentido tendría arrepentirse de haber robado si uno se quedara con lo que robó? (B) Nuestra voluntad tiene que ser educada, no para reemplazar sino para prolongar y consolidar la obra de la gracia divina; o dicho de otro modo: el pecado es con mucha frecuencia el fruto de malas costumbres (malos hábitos; vicios), y por consiguiente un verdadero propósito de enmienda requiere de un plan, así sea sencillo, que lleve a reformar esas costumbres.

Ahí vemos las tres dimensiones principales que tiene la penitencia dentro de este sacramento: (1) Repara, en cuanto es posible, el daño causado por el pecado cometido. (2) Nos ayuda a reformar nuestra voluntad. (3) Nos pone en una ruta de oración perseverante para no desconectarnos del único que es Fuente de verdadera transformación.

A la vista de esta riqueza, lo primero que uno nota es que muchas veces, quizás presionados por la prisa, la rutina o el cansancio, los sacerdotes nos limitamos a pedir tales o cuales oraciones que a duras penas cumplen con el tercer objetivo mencionado.

¿Y por qué se llama “penitencia” ese conjunto de medicinas? Porque reformar lo que está deforme a menudo cuesta. Pero el sentido es el mismo que cuando preguntamos si algo “vale la pena”: hay una “pena,” en el sentido de un esfuerzo, un contradecir la línea de menor esfuerzo, pero el fruto y la cosecha por supuesto que desbordarán lo que hubimos de esforzarnos al sembrar.