Hace poco el parlamento argentino aprobó el llamado “matrimonio” gay. Compitiendo en el tiempo, el Tribunal Supremo de España se negó a suspender cautelarmente una ley que permite a las mujeres embarazadas abortar en las primeras catorce semanas de embarazo sin que importe la opinión de nadie más, es decir, excluyendo incluso al padre de la creatura.
Se trata de dos heridas, dos más, al tejido de la familia. Entre tanto, los medios de comunicación no economizan espacio para divulgar todo lo que vaya contra la Iglesia, así se trate sólo de sospechas, así como tampoco economizan espacio para contarnos con gran despliegue fotográfico todo lo que sea “orgullo gay.”