113.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
113.2. Las palabras más breves son también las más densas, o sea, las que remiten a los problemas más profundos que tu razón puede escrutar. Piensa en la dificultad que entraña responder a la pregunta “¿qué?.” Una respuesta general a esta pregunta sería algo así como la doble puerta entre tu mente, tu palabra y el ser.
113.3. Te comento esto porque en la búsqueda de una vida sabia es preciso que la mente esté despierta para que pueda encontrar la verdad divina allí donde se presente. Sé tú el centinela de la Verdad; sé tú ese enamorado suyo que aguarda su amanecer con perseverancia y dulce esperanza.
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