111.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
111.2. Las escalas que llevan a las profundas estancias del alma están hechas de palabras. La palabra es el sentido desgranado, así como el tiempo es la vida en sus migajas. Ningún momento será para ti tan bienaventurado como aquel en que oyes al Verbo: con sus palabras te ofrece escalas y caminos para que ingreses en su misterio y al calor de su fuego descanses tu cuerpo peregrino.
111.3. ¡Qué dulce experiencia la de aquella bendita mujer, María, la de Betania, cuando las horas desaparecían ante el fulgor de la Vida en su expresión más pura: Cristo le estaba hablando (Lc 10,38-42)! Ninguna caricia, ningún abrazo, ningún beso puede asomarse siquiera a aquellas regiones del alma donde la voz majestuosa del Cristo de Dios enciende lumbreras y esparce el delicado perfume de su Unción maravillosa.