Sé que este mundo te necesita,
porque no quiere sentir necesidad de ti:
Tú eres más requerido
allí donde no se te extraña.
Por eso te pido, Espíritu Santo:
¡Ven a darnos hambre de ti!
Uno sólo descubre que estaba ciego
cuando asoman los primeros rayos de luz.
Ven, y enséñanos lo que ya olvidamos;
ven a recordarnos lo que pensábamos saber.
Trae la caricia de tu luz,
el ímpetu irresistible de tu fuego.
Dinos, sobre todo, cómo es Jesús.
Enséñanos a navegar en su mirada.
Haz que habitemos en sus palabras.
Trae su Reino a lo íntimo de nuestras almas.
¡Ven, Espíritu Santo de Dios!
Ven a los que ya no te buscan.
Ven a los que todavía te esperan.
Ven a los que por tu gracia te anhelan.
¡Ven, ven, Espíritu Santo!
Arropa la desnudez de nuestras dudas.
Conmueve al más escéptico.
Lava con amor al que se siente sucio.
Espíritu que te llamas Amor;
Amor que te llamas Don;
Don que te llamas Gracia de lo Alto:
revélanos los misterios de tu Nombre.
Amén.