Irlanda tiene entre las glorias de su fe católica ser el hogar que vio nacer a la Legión de María, una organización de laicos que se adelantó en muchos aspectos al Concilio Vaticano II. Yo mismo he recibido inmenso bien de su apoyo y del espacio que me han brindado para predicar el Evangelio aquí en Dublín de dos maneras: en retiros anuales de un día y en reflexiones mensuales que ofrezco como director espiritual de una de las Curias, la de Bethlehem.
Esos lazos de amistad y de mutuo apoyo en la evangelización se han fortalecido aún más en fecha reciente, del 22 al 24 de Mayo, gracias a un evento que el Consejo Superior de la Legión organizó, un Encuentro de Laicos y Sacerdotes en torno a la Nueva Evangelización. Yo fui invitado a ese evento que resultó un éxito en muchos aspectos: asistimos más de ciento cincuenta sacerdotes de muchas partes de Irlanda. Hasta donde he podido saber, yo era el único de Latinoamérica. El ambiente no podía ser más cordial pero, más que el aspecto de camaradería, me impacto la sencillez con que muchos se sentían a gusto compartiendo de su fe, el origen de su vocación, el lugar que la Virgen ha tenido en sus vidas, los amigos que han hecho en torno a la misma Legión. Mi sensación es que detrás de toda la organización, que brilló en todo momento, había una tremenda cantidad de oración, y que la Virgen misma quería que ese encuentro se realizara.