58. Aprender y Olvidar

58.1. ¿Cómo debo tratarte? La dureza te espanta, la suavidad te relaja; la paciencia te hace indolente y la premura te hace abatido; el cariño te adormece y el rigor te aleja. Si tú fueras la razón de mis palabras, hace tiempo debería haberme callado. Pero hay un amor, el mismo que te creó a ti, que ahora vela por ti y con providencia me envía a tu lado.

58.2. Hoy has aprendido un poco más de la doctrina de tu nada. Si no aprendes tu nada, jamás acogerás del todo a Dios, que es tu todo. Bien comprendió Bernardo de Claraval que aprender de Dios era aprender a bajar por las escalas de la humildad y la conformidad con Cristo. No son los conocimientos que amontonas, sino los fardos que te quitas, los que te permitirán ver la verdad.

58.3. Por eso, en la vida del Espíritu aprender y olvidar van juntos, al punto que tanto avanzas en familiaridad con el Esposo cuanto mejor dejas atrás a «tu pueblo y la casa paterna» (Sal 45,11). Pide a Dios, hermano mío, pide la gracia de ese “olvido” que deja atrás todos los amores antiguos y reúne todas las fuerzas en el Amor siempre nuevo, el amor de Jesucristo.

58.4. La vida que Dios eligió para ti, en la consagración religiosa, es especialmente apropiada para este olvido. Piensa, por ejemplo, en aquellos generosos misioneros de tu Orden, que, animados por la obediencia y sostenidos por la caridad que da el Espíritu, olvidaron «su pueblo y la casa paterna,” y dime si no son semejantes a Nuestro Señor, «El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz» (Flp 2,6-8).

58.5. Piensa también en aquellas vírgenes que renunciaron las delicias incluso honestas de un hogar y un esposo, y olvidadas de «su pueblo y la casa paterna» prefirieron correr la suerte de Cristo en oprobios, burlas, soledad y vigilias. No les pareció que estaba completa la obra de su Amado si no era acogida y vivida por ellas. Son triunfo de Cristo y gozo de la Iglesia en la tierra y el Cielo.

58.6. Ese “olvido” bendito, fruto de la alegría inexpresable, es lo que llevó a aquel afortunado hombre a vender lo que tenía, para comprar un campo, como te lo ha dicho Nuestro Señor: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44). No tendrás el santo olvido de tus afectos pasados si no te colma la alegría de los tesoros presentes y la esperanza de los bienes futuros.

58.7. Pide, pues, a Dios que Él sea tu alegría. ¿Es que te falta dónde aprender a orar? Vuélvete a los salmos: «Muchos dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha?” ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro! Yahveh, tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo» (Sal 4,7-8). «Pongo a Yahveh ante mí sin cesar; porque Él está a mi diestra, no vacilo; por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa» (Sal 16,8-9). «Nuestra alma en Yahveh espera, Él es nuestro socorro y nuestro escudo; en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos» (Sal 33,20). «Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador» (Lc 1,47).

58.9. Y si es el pecado lo que ensombrece tu rostro, aprende de David, pecador arrepentido, a orar: «Rocíame con el hisopo, y seré limpio, lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Devuélveme el son del gozo y la alegría, exulten los huesos que machacaste tú» (Sal 51,9-10). Sí, ¡deja que te invite a la alegría; Dios te ama; su amor es eterno!

Una respuesta a «58. Aprender y Olvidar»

  1. Padre Nelson: Me ha encantado este texto. Sobre todo el primer párrafo. Quisiera preguntar, ¿ a quién va dirigido este trato y este texto? ¿Por qué este salto entre el primer párrafo y todos los demás, que hablan del olvido, de la alegría, de la oración…? Me hace pensar no será una carta… Perdone mi cuiriosidad, me ha encantado y quiero entender. GRACIAS. Yo no sé si usted me responderá por este medio de su blog. Puede si lo ve oportuno contestarme a mi correo.

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