48.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
48.2. Veo tu cansancio. Te pesa el trabajo, te pesa la oración; te cuesta amar, no te es fácil perdonar, te resulta duro sostenerte en los buenos propósitos y negarte a las insidias de tu propia carne mal acostumbrada y cómoda. Es difícil ser bueno: he aquí la cruda comprobación que hace tu alma; un descubrimiento que no te alegra y que hace que el tiempo se dilate como cielo de bronce sobre tu cabeza (cf. Dt 28,23).