47.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
47.2. Así como hay un mundo que se extiende ante tus ojos, hay un mundo, un universo entero que sucede allí donde tus ojos no pueden ver. Piensa en el sacramento de la confesión. Un pecador arrepentido recibe la absolución de sus culpas. Tú le ves entrar y luego salir de la iglesia donde se confesó, y probablemente no notas nada en él, quizá sólo una leve sonrisa y una mirada más despejada y tranquila. Y sin embargo, ¡qué cambios extraordinarios han sucedido! Alejado del amor, ajeno a la gracia, hace unas horas o unos días pensaba sólo en venganza; ahora, por la obra del Espíritu Santo, ha trocado sus pensamientos.