[Un texto de Michael F. Hull, traducido por la Congregación para el Clero]
La palabra “democracia” es difícil de definir y sus fundamentos son difíciles de articular, ya que tal palabra es utilizada de modos muy diferentes, especialmente de parte de grupos de intereses como los partidos políticos, los medios de comunicación de masa, los aparatos gubernativos. Desde el punto de vista filológico, democracia significa “gobierno del pueblo” (de la lengua griega). Éste es el fundamento de cada pensamiento democrático, o bien que los que son gobernados tendrían que participar de algún modo al propio gobierno; pero la extensión de tal poder, sea total o parcial, y los medios con los que es ejercitado, por los ciudadanos mismos o por sus representantes, difícilmente pueden responder o ser acomunados bajo un criterio unívoco. En efecto, el espectro semántico atribuido a la palabra democracia, a menudo capciosamente, es tan amplio que hace a esta palabra casi priva de significado. Su raíz etimológica, sin embargo, expresa bien su principio fundante: el gobierno del pueblo.
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