18. Mar De Fuego

18.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

18.2. Nunca lo olvides: Dios tiene más paciencia contigo de la que tú mismo te tienes. Dios te conoce mejor de lo que tú te conoces. Dios te ama mucho más de lo que tú te amas. Cuando tú crees que has llegado al final del camino, Dios encuentra mil comienzos. Cuando tú piensas que ya no hay puertas, Dios ha visto y conoce mil preciosas historias que apenas empiezan a abrirse ante ti.

18.3. ¿Cómo puedo decirte que su mirada es infinita, que su paciencia sencillamente es inagotable, que su ternura es indescriptible, que su sabiduría nunca acaba? Ningún error tan grave como medir a Dios con la escala humana. No sois vosotros, mortales, los que tenéis que hacer “humano” a Dios: es Él quien ha querido, en razón de su sola misericordia, hacerse hombre, y también es Él quien ha querido que participéis de su divina naturaleza.

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La Pelota de Letras (7)

“¿Y qué queda de tanto análisis? ¡Deje así!”

Muchas personas sienten que analizar el humor es una falta de sentido del humor; algo así como un “sacrilegio” en contra de la alegría.

Personalmente creo que el humor de alta calidad–y Andrés López la tiene–brota de muchas horas de trabajo y de mucha inteligencia también. Su Pelota de Letras es un análisis juicioso de la realidad colombiana, ¿qué de raro entonces que ese análisis se prolongue luego en otras dimensiones, por ejemplo, a través de un escrito como este?

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Preguntas y Respuestas – 27

Hace algunos días le escribí sobre una inquietud que tengo acerca de la profesión, si así es como se llama, de la sofrología, pues tengo una amiga que dice ser sofróloga, pero deseo ante todo saber si esto está de alguna manera conectado con la Nueva era, pues estas cosas cuando uno no las conoce bien puede caer en errores, y yo no deseo caer en juzgar algo antes de conocerlo, pues la verdad me inquieta esta profesional. No me gusta lo que comunmente llamamos revueltos: o somos católicos o no lo somos. Agradezco, estimado Fray Nelson su respuesta. -Ma. M. de S.

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El estilo socialista radical

El socialismo no tiene en Latinoamérica una única versión ni un único estilo. Claramente se dibuja una línea radical: Cuba, Venezuela y Bolivia. Esta línea tiene propósitos y estilo propios.

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La Pelota de Letras (6)

Política y religión

Algo interesante en la Cienciología es que no quiere conflictos, por lo menos, no conflictos abiertos con la religión ni con la política. Uno descubre luego que ser cienciólogo tiene implicaciones sociales, y quien dice sociales dice religiosas y políticas. No puedes alterar las posturas existenciales más hondas de un grupo amplio de personas sin decir “estoy creando una religión” o “estoy iniciando un proyecto político.” La Cienciología se presenta de hecho como una religión, aunque, por otro lado, muy propio de su pragmatismo, afirma no entrar en conflicto con ninguna religión pues, al fin y al cabo, verdad es lo que cada uno encuentra que es verdad para sí mismo.

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Viacrucis – Decimasegunda Estación

JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo…

“A las tres, Jesús gritó con fuerza:
“Dios mío, Dios mío, ¡por qué me has abandonado?”
Jesús, lanzando un fuerte grito, murió.
El centurión, al verlo morir así, dijo:
¡Verdaderamente, este hombre era el hijo de Dios”.

Todo se ha consumado. Ha llegado el fin. Ya no hay más. Ya no hay nada. Tan solo el cadáver de uno que ha muerto
abandonado, fracasado y solo. Y sin embargo… Ahora es más nuestro que nunca. Porque ahora sabe lo que es nuestra muerte, y nuestro fracaso, y nuestra soledad.
Y en él viven ahora todas nuestra muertes. Y en esa muerte anida toda la esperanza de nuestra inmortalidad.

Pon, Señor, nuestra vida junto a tu muerte, para que así, junto a nuestra muerte, esté tu vida.
Padre nuestro.

Vitoria, tú reinarás. Oh Cruz, tú nos salvarás.

Viacrucis – Decimotercera Estación

JESÚS ES PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE

Te adoramos, oh Cristo…

“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.
José de Arimatea lo bajó de la cruz y lo envolvió en una sábana que había comprado”.

Para nosotros, Jesús es el Hijo de Dios.
Para ella, Jesús es el hijo de sus entrañas. Su único hijo. El más bueno de los hijos, por el que toda su vida había valido la pena. Ahora lo tiene en sus brazos.
Ensangrentado, escupido, muerto. ¿Qué pensaría entonces María, si es que aún podía pensar?
Como en un eco lejano, repetiría una vez más:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra”.

María de la Soledad, enséñanos a aceptar la voluntad de Dios, en las horas de gozo y en las horas de dolor,
en la salud, en la amistad, en la prosperidad.
Y en la enfermedad, la soledad y la pobreza.
Hágase en nosotros también, su palabra.
Padre nuestro.

Cristo, Maestro. Tú eres el Camino,
Vida verdadera y eterna Verdad.

Viacrucis – Decimocuarta Estación

JESÚS ES SEPULTADO

Te adoramos, oh Cristo…

“José de Arimatea lo puso en un sepulcro excavado
en la roca. Después rodó una gran piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro”.

Se ha sembrado la semilla, se ha cubierto el surco, se ha regado la tierra. Ahora sólo queda esperar:
esperar que del frasco brote el fruto, de la cruz brote la victoria, de la muerte brote la vida.
Esperar en el silencio, en la oscuridad, en la incertidumbre. Porque el amor es más potente que el fracaso, y más fuerte que la soledad, y más poderoso que la muerte.

Señor, que en nuestras horas de dolor, de fracaso y de tristeza, sepamos esperar en Ti y que nada nos turbe.
Padre nuestro.

Nada te turbe, nada te espante…

Resucitó… Aleluya

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JESÚS ES PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE

Te adoramos, oh Cristo…

“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.
José de Arimatea lo bajó de la cruz y lo envolvió en una sábana que había comprado”.

Para nosotros, Jesús es el Hijo de Dios.
Para ella, Jesús es el hijo de sus entrañas. Su único hijo. El más bueno de los hijos, por el que toda su vida había valido la pena. Ahora lo tiene en sus brazos.
Ensangrentado, escupido, muerto. ¿Qué pensaría entonces María, si es que aún podía pensar?
Como en un eco lejano, repetiría una vez más:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra”.

María de la Soledad, enséñanos a aceptar la voluntad de Dios, en las horas de gozo y en las horas de dolor,
en la salud, en la amistad, en la prosperidad.
Y en la enfermedad, la soledad y la pobreza.
Hágase en nosotros también, su palabra.
Padre nuestro.

Cristo, Maestro. Tú eres el Camino,
Vida verdadera y eterna Verdad.

Viacrucis – Duodecima Estación

JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo…

“A las tres, Jesús gritó con fuerza:
“Dios mío, Dios mío, ¡por qué me has abandonado?”
Jesús, lanzando un fuerte grito, murió.
El centurión, al verlo morir así, dijo:
¡Verdaderamente, este hombre era el hijo de Dios”.

Todo se ha consumado. Ha llegado el fin. Ya no hay más. Ya no hay nada. Tan solo el cadáver de uno que ha muerto
abandonado, fracasado y solo. Y sin embargo… Ahora es más nuestro que nunca. Porque ahora sabe lo que es nuestra muerte, y nuestro fracaso, y nuestra soledad.
Y en él viven ahora todas nuestra muertes. Y en esa muerte anida toda la esperanza de nuestra inmortalidad.

Pon, Señor, nuestra vida junto a tu muerte, para que así, junto a nuestra muerte, esté tu vida.
Padre nuestro.

Vitoria, tú reinarás. Oh Cruz, tú nos salvarás.

Viacrucis – Undecima Estación

JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo…

Lo crucificaron. Y con Él crucificaron también a otros dos, uno a cada lado de Jesús.
Pilato mandó poner sobre la cruz este letrero:
“Jesús de Nazaret, rey de los judíos”.

Le han clavado las manos, y ya no puede acariciar a los niños. Le han clavado los pies, y ya no puede caminar nuestros caminos. Le han tapado la boca con hiel y vinagre, y ya no puede curar, ni bendecir.
Era molesto. Quería cambiar nuestra vida.
Está mejor así: clavado, inmovilizado.
Pero aún le queda un corazón. Ese no se lo pueden clavar
porque se va a morir solo, perdonando.

Señor, clávate en nuestra vida. Transforma nuestro corazón y hazlo como el tuyo.
Padre nuestro.

Dios mío (2) por qué me has abandonado.

Viacrucis – Decima Estación

JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Te adoramos, oh Cristo…

“Los soldados crucificaron a Jesús, y se repartieron sus ropas. Aparte dejaron la túnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo:
-No debemos partirla, decían. Vamos a sortearla para ver a quién le toca”.

Antes de quitarle la vida, le quitaron la ropa.
Y con la ropa, le quitan la dignidad, el derecho a morir como un hombre. Está solo. Sólo quedaba su madre,
unas mujeres y un adolescente. ¿Dónde están los apóstoles y los enfermos curados?
En nuestra tierra hay otros cristos que no tienen pan,
ni trabajo, ni esperanza, ni siquiera dignidad.
Y a nosotros nos sobra indiferencia, egoísmo, cobardía.

Señor, que puedas Tú decirnos algún día:
“venid benditos de mi Padre porque estuve desnudo y me vestisteis, y me devolvisteis mi dignidad de ser humano”.
Padre nuestro.

Perdona a tu Pueblo, Señor…

Viacrucis – Novena Estación

JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

Te adoramos, oh Cristo…

“Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino y Dios descargó sobre Él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido y se humillo y no abrió la boca”.

Otra vez en el suelo, otra vez las piedras despellejando sus manos y abriendo surcos de sangre en sus rodillas.
La cruz está ya muy cerca, a la vista, y la hora de morir, la hora de la verdad en la que no caben mentiras ni disimulos. ¿Ha valido la pena, Señor?
Tres años hablando de amor, de paz, de perdón, curando enfermos, resucitando muertos, haciendo el bien a todos.
Y ahora nadie te tiende una mano para levantarle del suelo. ¿Valió la pena, Señor?

Señor, danos tu luz y tu esperanza para que sepamos que vale la pena perdonar.
Padre nuestro.

Sí, me levantaré…

Viacrucis – Octava Estación

JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Te adoramos, oh Cristo…

“Detrás iba también mucha gente del pueblo y mujeres que lloraban y se lamentaban. Jesús, les dijo: Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien, por vosotras y por vuestros hijos”.

El es el condenado, camino del suplicio, el sentenciado camino de la muerte. Él es el triste, que necesita consuelo. Pero no quiere que lloren por Él.
No por su dolor, sino por nuestros pecados.
No por su muerte, sino por nuestra vida equivocada.
No por su tristeza, sino por nuestro duro corazón.
Él es el condenado y nos libra de nuestra condena.
Él es el sentenciado y nos libra de nuestra sentencia.
El es el triste y es la causa de nuestra alegría.

Enséñanos, Señor, a llorar por nosotros.
Padre nuestro.

Sáname, Señor, porque he pecado contra ti