La Depresión

Conclusiones de la XVIII Conferencia Internacional del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

Entre los días 13, 14, y 15 de noviembre de 2003 se celebró la Decimoctava Conferencia Internacional del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud sobre el tema “La depresión”.

Al final de las sesiones de trabajo, han surgido las siguientes afirmaciones, recomendaciones y propuestas:

1. Afirmaciones:

-La depresión patológica o simplemente existencial constituye una experiencia que ha acompañado al hombre desde los civilizaciones más antiguas. De ser un fenómeno esporádico se ha convertido con el paso de los años en una auténtica epidemia, sobre todo a causa de la cultura de la falta de sentido y de la muerte que en el pensamiento postmoderno se refleja en el “hombre pavidus” postmoderno.

-La depresión no tiene sólo un aspecto médico, sino también social en cuanto se desarrolla en ausencia de referencias éticas claras y de una vida espiritual alimentada por la Palabra de Dios.

-El individualismo, el desempleo, el divorcio, la inseguridad, la ausencia de una auténtica educación, la falta de transmisión del saber, de la cultura, de la moral, de la vida religiosa, y la negligencia de las normas objetivas por parte del relativismo ético debilitan y hacen frágiles a las personas por falta de arraigamiento y de estabilidad en la existencia.

-Los antivalores se desarrollan en perjuicio del hombre y rompen la armonía de una cultura haciendo que las personas sean frágiles; éstas son los productos de las ideas depresivas que llevan la semilla de la destrucción de la humanidad del hombre y la desfiguran hasta el punto de hacerle incapaz de reconocerse en lo que vive.

-Si por una parte la presencia de determinismos psíquicos involuntarios no implica necesariamente la ausencia de una motivación ética, por otra parte se limita el espacio de la libertad. Esto tiene particular importancia para la depresión, que pone en el centro de su propia psicodinámica el sentido de culpabilidad generado por una herida narcisista: puede desencadenar una estrategia que busca meditar esa herida, alimentando el deseo de omnipotencia y el fantasma del control total.

-La familia sufre cuando uno de sus componentes está enfermo de depresión. Por otra parte, la misma familia puede ser la mejor terapia para el deprimido. Escuchar, comprender, amar, valorar siempre a la persona, ayudarla a participar y a hacerle sentir que se está bien junto a ella es el camino que propone la pastoral de la Iglesia para acompañar a las personas deprimidas.

-El sentido trascendente de la vida que proponen las religiones constituye el mejor antídoto contra la depresión y para una armonía física, psíquica, social y espiritual de la vida.

-Para el musulmán sólo la fe en Dios y el apego a Él constituyen la única prevención y protección contra la depresión.

-La religión hinduista es una especie de psicoterapia, pues tiene también la función de responder a cuestiones últimas de la vida, apoyando así el vínculo social, la cohesión y el sentido de pertenencia, así como las líneas orientadoras para la vida.

2. Recomendaciones y propuestas

Se recomienda y propone:
-Se afirma que la ausencia de puntos de referencia contribuye a hacer frágiles las personalidades, induciéndolas a considerar que todos los comportamientos son iguales. De aquí se deriva la importancia de recordar a la familia, a la escuela, a los movimientos juveniles y a las asociaciones parroquiales su papel insustituible a causa de la incidencia que estas realidades tienen en la formación de la persona.

-Se propone a los agentes pastorales que tiendan la mano a los enfermos deprimidos para que experimenten la ternura de Dios, integrándoles en una comunidad de fe y de vida en la que puedan sentirse acogidos, apoyados, dignos de amar y de ser amados. Esto lleva a contemplar a Cristo y a dejarse guiar por Él, haciendo una experiencia que les abre a la esperanza y a la vida.

-Se pide a las instituciones públicas que aseguren condiciones de vida dignas de las personas deprimidas y que elaboren políticas a favor de la juventud, orientadas a ofrecer a los jóvenes motivos de esperanza, preservándoles del vacío existencial con sus trágicas consecuencias.

-Para salir de la depresión el hombre tiene necesidad de volver a encontrar los valores y un sentido a su existencia, y la resurrección de Cristo constituye el desemboque definitivo de victoria contra la depresión.

-Volver a encontrar la confianza en sí mismo y en la vida pasa a través de la pedagogía de la esperanza cristiana, una esperanza que nos abre un futuro con Dios y que nos arraiga en el deseo de encontrar nuestra felicidad con Cristo en la vida eterna, apoyándonos en la gracia del Espíritu Santo.

-Para volver a crear un auténtico vínculo social a partir de un cambio completo del comportamiento de cada hombre, es necesario volver a valorar los principios de la moral, que son capaces de imprimir un profundo cambio en el espíritu del hombre deprimido para elevarle, restaurando al mismo tiempo tanto la persona como la sociedad.

-El hombre que sufre tiene siempre un puesto privilegiado en la antropología bíblica y en el mensaje cristiano. El deprimido no ha sido olvidado por Dios, es más, constituye el centro de su amor compasivo. De hecho, al comenzar su misión mesiánica, Jesús afirma: “Yo he venido para los enfermos…”, entre los cuales se encuentran también los deprimidos. La vida espiritual transforma esta promesa en contenidos concretos que ofrecen al creyente un apoyo espiritual para afrontar toda enfermedad, incluida la depresión.

-Los medios de comunicación son instrumentos de civilización que al proponer modelos de vida y caminos culturales respetuosos de los valores de la vida, de la familia y de la sociedad, pueden ser de gran ayuda para convertir las actitudes y tendencias individualistas y de muerte de la cultura postmoderna en comportamientos positivos, personales, altruistas y solidarios a favor de la vida.

Ciudad del Vaticano, 15 de noviembre de 2003

Del lado positivo de la vida

Vivir en la Tierra es costoso, pero incluye un viaje gratis alrededor del sol… ¡cada año!

Qué tan largo es un minuto depende de qué lado de la puerta del baño estás viendo.

Los cumpleaños son cosa buena: a mayor número, más vida!

La felicidad viene a través de puertas que no sabíamos que habíamos dejado abiertas.

Muchos van a la tumba con casi toda su música todavía por dentro.

Si los supermercados anuncian cada temporada “precios más bajos”, ¿qué pasa que no llega la era de las cosas gratis?

Es posible que seas sólo una persona en el mundo, pero también es posible que seas todo el mundo para alguna persona.

No llores porque se acabó; sonríe porque sucedió.

Una persona realmente feliz es la que sabe admirar el paisaje, incluso cuando hubo que desviarse del camino para dar un largo rodeo.

El Milagroso de Buga

Desde el siglo XVII, el Milagroso de Buga ha tenido que escapar a varios intentos por destruirlo. Hubo una persona que quiso bajarlo de la cruz “para que descansara”. Son varias las historias de fe, esperanza y locura en torno de “El Milagroso”.

En la madrugada del jueves 29 de abril de 1937, Porfirio Dayarina, un joven de 23 años de edad, se levantó compungido y exasperado contra el Cristo de la ciudad de Buga, conocido como el Señor de los Milagros, porque a sus pies han acudido diariamente y durante varias generaciones peregrinos de todo el país a formularle fervorosamente sus peticiones, y muchos dicen ser escuchados.

Pero para Dayanira, el Señor de Buga, aunque milagroso, era muy terco y caprichoso porque no quería ayudarlo en sus necesidades. El joven, ofendido con el Cristo, se dirigió a la Basílica donde reposa la venerada imagen e ingresó con negras intenciones.

El Cristo estaba en el altar mayor, separado de los fieles tan sólo por una barda, pero no había necesidad de mayores precauciones ya que la ciudadanía, por respeto y también por miedo a perder los favores del Señor, no se le acercaba más de lo conveniente.

Porfirio Dayanira rebasó la barda, se acercó al altar, se persignó como cualquier fiel devoto, y atacó al Cristo con un machete, causándole una herida profunda de nueve centímetros en el costado derecho. Los daños hubieran sido más graves si el sacristán de la Basílica no aparece en ese momento e interviene, arriesgando su propia vida.

Cuando el alcalde de la ciudad le preguntó al agresor la razón de su ataque, este respondió: “El Milagroso venía pendejiando desde hace varios días y por eso lo ataqué”. En las semanas siguientes se celebraron grandes fiestas de desagravio y se aumentó la seguridad de la imagen. Del joven, que tuvo que pagar una condena pequeña, no se volvió a saber.

Veintinueve años después, el 4 de marzo de 1956, mientras el religioso Ernesto Uribe Ruiz oficiaba una misa en la Basílica, fue atacado por Rodolfo Quintero Barreto con un fino cuchillo de fabricación alemana recién comprado.

Al sentirse gravemente herido, según declaró el religioso, se reclinó sobre el altar del Señor de los Milagros esperando la muerte. Cuando los fieles acudieron en su ayuda, lo encontraron absolutamente ileso y sorprendido.

El agresor, un perturbado mental, fue detenido. No quiso explicar las causas de su acto y fue liberado luego de unos meses. El cuchillo, inexplicablemente, se había partido en tres partes. La seguridad de la Comunidad Redentorista, guardiana del santuario, fue reforzada aún más; los restos del arma se conservan aún en el Museo del Santuario.

Cuarenta años después, el 19 de marzo de 1996, Pedro Antonio Fajardo, un ex agente de policía, amaneció sin dormir, compadecido del “pobrecito Cristo”. El insomnio de varios días y su turbulento mundo interior lo habían agobiado durante las semanas anteriores. Ese día decidió que era hora de redimir al Redentor. Se dirigió a la Basílica, ingresó a la parte superior del altar mayor, donde detrás de unos vidrios de seguridad reposa la imagen. Impedido para acercarse, agredió con un martillo, que también se conserva en el Museo, los cristales que protegen el altar donde se encuentra el Señor de los Milagros, pero no pudo romperlos a pesar de la gran fuerza que imprimió a sus golpes.

Ante el ruido, varios fieles acudieron al altar, deteniendo al ex agente. Cuando le preguntaron el motivo de su acción, respondió con llanto en los ojos: “Es injusto que Nuestro Señor lleve 2.000 años clavado en esa cruz. Mi propósito era desclavarlo para que descansara”. Fue amonestado y liberado prontamente.

El Señor de los Milagros ha sorteado con éxito otros más graves peligros, como haber sido condenado hacia el año 1600 a la hoguera. En la capilla donde entonces se le veneraba, los fieles arrancaban astillas para llevárselas a sus casas como reliquias. Las autoridades eclesiásticas de Popayán, a las que por esos tiempos correspondían los asuntos religiosos de Buga, lo condenaron a la hoguera, pero el Cristo, no contento con salir ileso y negro, perfeccionó sus facciones durante la combustión hasta que adquirieron una dignidad impresionante, según los devotos.

“El Negrito”, como lo llaman cariñosa y respetuosamente los fieles, continuará resistiendo toda suerte de amenazas porque sabe que su oficio es enderezar de manera extraordinaria y milagrosa a una humanidad que por estos lados está cada vez más necesitada de esperanza.