18.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
18.2. Nunca lo olvides: Dios tiene más paciencia contigo de la que tú mismo te tienes. Dios te conoce mejor de lo que tú te conoces. Dios te ama mucho más de lo que tú te amas. Cuando tú crees que has llegado al final del camino, Dios encuentra mil comienzos. Cuando tú piensas que ya no hay puertas, Dios ha visto y conoce mil preciosas historias que apenas empiezan a abrirse ante ti.
18.3. ¿Cómo puedo decirte que su mirada es infinita, que su paciencia sencillamente es inagotable, que su ternura es indescriptible, que su sabiduría nunca acaba? Ningún error tan grave como medir a Dios con la escala humana. No sois vosotros, mortales, los que tenéis que hacer “humano” a Dios: es Él quien ha querido, en razón de su sola misericordia, hacerse hombre, y también es Él quien ha querido que participéis de su divina naturaleza.