Por tu amor, Señor,
crea en mí un corazón puro, manso,
prudente, generoso
y, sobre todo, siempre tuyo;
un corazón sin odio,
sin venganza, sin envidia,
sin codicia, sin doblez;
pronto para escuchar,
recto para juzgar,
constante en la tribulación,
sencillo en la gratitud,
siempre fiel en invocarte,
siempre feliz de bendecirte.
Amén.