Las reacciones bioquímicas en los cerebros de las personas profundamente enamoradas se parecen extraordinariamente a las de las personas adictas a sustancias psicoactivas o al alcohol. Hay quien dice que el amor es una droga. También los procesos de excitación y resolución de la excitación sexual tienen su propio coctel de sustancias que acarician nuestro cerebro. No es extraño conocer casos de personas que reportan disminución o desaparición del dolor cuando se sienten muy amadas o muy excitadas sexualmente.