Y ha dicho Monseñor André-Mutien Léonard, obispo belga de Namur:
La herencia de Juan Pablo II, al igual que la del Concilio Vaticano II, salvando las distancias, no queda a nuestras espaldas, sino que está ante nosotros, como un programa que deberá servir de inspiración durante mucho tiempo. Su sucesor lo prolongará sin duda, pero a su manera, pues un Papa puede inspirarse en su predecesor, pero no copiarle. Habrá que conjugar sobre todo, de una nueva manera, la solidez doctrinal de Juan Pablo II, su apertura profética a las inspiraciones del Espíritu y su inmensa caridad pastoral.