La Anunciación, nuevamente

A raíz de lo comentado hace unas semanas con respecto al uso de las formas literarias en la Biblia, he recibido algunos comentarios. Un padre amigo me invitó a leer L’annonce à Marie, de Lucien Legrand (Cerf, Col. “Lectio Divina”, 1981). Esto es lo que encuentro en esa obra.

En el cap. 12, La Vierge qui Enfante, p 236-240 Legrand examina las distintas explicaciones ofrecidas al vesículo especialmente difícil, el de la pregunta de María (Lc 1,34). Incluye por supuesto la explicación católica “tradicional” (el voto virginal previo de María) así como otras de distinto talante, sin excluir el que ella dijo algo sólo a modo de exclamación sin sentido (citado de Räisänen) o que se trata de una glosa posterior.

Hecho el examen de las explicaciones, Legrand, siguiendo en esto a J. Gewiess, encuentra un error básico en ellas: que tienen un enfoque “historizante” y “psicologizante”. Anota él: “Se quiere encontrar la lógica de la pregunta de María en el nivel de su psicología.” Según Gewiess y Legrand, esta pregunta pertenece a otro nivel, el de la estructura literaria. Su propósito no es mostrarnos a María sino introducir el anuncio fundamental, que es la concepción virginal misma. Gewiess muestra en pasajes de la obra lucana cómo este recurrir a preguntas de redacción está bien atestiguado: Hch 2,9; 8,30-34; 16,30; Lc 13,23; 17,37; 3,10-13; 12,51.57; 20,17. Concluye diciendo que no es cierto, como quiere Räisänen, que el v. 34 nada diga sobre María, pero de otro lado, el contexto real de ese versículo no es la psicología de María sino la fe de la comunidad cristiana. Así lo indica también la respuesta del ángel (v. 35) que desborda con mucho la pregunta del v. anterior.

La conclusión de Legrand (en la p. 242) retoma lo dicho y lo ofrece en otro nivel: “Il ne faut pas voir là una maladresse de style qui n’arriverait pas à homogénéiser la rédaction. C’est plutôt l’affleueurement, dans le texte, du paradoxe fundamental de la rencontre entre l’historique et le transhistorique dans les réalités saisies et vécues par la foi chréttienne.

Consecuente con esto, Legrand explica el origen del relato mismo (p. 256ss) no como tomado de los recuerdos de María pero tampoco como una simple reelaboración de mitos greorromanos, hindúes o de otro cuño, o ni siquiera como la progresiva evolución d un afortunado midrash. La explicación propuesta es entonces que Lucas ha encontrado dos “motivos” teológicos, la concepción virginal y la filiación divina, y los ha reunido. De hecho, siendo teóologo e historiador a la vez podía con cierta facilidad “retracer les empreintes terrestres de l’action de Dios en Jésus. Il vit dans la conception virginale la première de ces empreintes” (p. 257).

Quiero ahora dar alguna opinión sobre la postura de Legrand, que he querido sintetizar fielmente hasta aquí.

Yo no tendría dificultad en suscribir algo como que en el texto de la Anunciación “aflora la paradoja fundamental de lo histórico y lo transhistórico.” La cuestión está en cuál es la medida de “historicidad” que se hace manifiesta a través del texto a la “trans-historicidad.” En las páginas últimas que cité la conclusión explícita de Legrand es que se deben descartar “recuerdos” como fuente del relato, que sería estrictamente hablando un recurso de Lucas. Lo histórico, pues, alude al dato de la concepción virginal, diríamos que vista en su conjunto. Este dato Lucas lo habría tejido con la confesión postpascual de la filiación divina para integrar todo ello en un Evangelio cuyo centro es desde luego Jesucristo. Lo demás que quiera preguntarse entraría sólo en el campo de una cierta curiosidad que es ajena a la intención del hagiógrafo.

Examinemos si esa hipótesis es consecuente con el relato mismo. Legrand nos habla de la doble cualidad de Lucas: historiador y teólogo. ¿Sería entonces este relato un caso en que el historiador se desentendió? ¿De veras un historiador, así sea según los cánones antiguos, daría datos como los seis meses entre el anuncio del Bautista y el de Cristo, o el nombre del ángel que en ambos participó (un nombre conocido por otros caminos bíblicos) solamente para vincular dos profesiones de fe y sin fuente precedente? ¿Era tan irrelevante la María “histórica” en la comunidad lucana como para que pudiera afirmarse lo que allí se afirma sin que nadie tuviera nada más que decir, comentar u opinar? ¿Es este el modo de escribir de uno que afirma haber investigado todo diligentemente “desde el principio” y que alude a “testigos oculares”? Si uno que pone esas premisas luego puede sacar de su pluma todo el relato este, con nombres y números, ¿qué puede esperarse o creerse del resto de los relatos bíblicos?

Legrand, siguiendo a Gewiss, dice que la intención de Lucas no es describirnos el estado psicólogico o las circnstancias históricas de María. Puede preguntarse por qué no podría ser. Los textos aducidos no son concluyentes en favor de Gewiss/Legrand. ¿Es el relato del etíope (Hch 8) una pura construcción lucana, según eso? ¿Nunca nadie preguntó si serían pocos los que se salvarían (Lc 13,23)? Es una pregunta de lo más natural en el contexto de la predicación de Jesús.

¿Por qué no le interesarían a Lucas lo que hoy llamamos la “psicología” de María? ¿Por qué no le interesarían las circunstancias históricas de los comienzos de Cristo? Es de lo más humano, de lo más normal. Obramos así cuando alguien nos interesa. Queremos saber muchas cosas, y en los detalles descubrimos el genio y modo de ser de las personas. Los evangelios están llenos de detalles y circunstancias, incluyendo el burro del día de ramos y el hombre que huyó semidesnudo cuando prendieron a Cristo. ¿Por qué los detalles bellos del origen de Cristo no importarían o tendrían que ser de poco interés para Lucas? ¿Hay que suponer que interesarse por la filiación divina hace poco importante de qué manera específica llegó el Hijo de Dios a nuestra tierra?

De acuerdo: hay que limitar la curiosidad; ¡pero tampoco vamos a rechazar los detalles que Dios haya querido revelarnos!