El proceso con el grupo al que yo llamaba “Padre Nuestro” va bien pero entraña mucho trabajo de entrevistas personales y reflexiones en grupo. Por lo pronto queda claro que tomará un nuevo nombre: SANCTUS, que parece condensar su ideal, su búsqueda y su método.
El día ha terminado con una preciosa Eucaristía desbordante de amor a Jesucristo que ha reunido a personas tan diversas y de lugares tan distintos y distantes. Estos amigos de SANCTUS ven como horizonte máximo de crecimiento la vida de penitencia como expiación de amor por los pecados del mundo y como acto de adoración a la piedad de Dios.