Los temas raciales, étnicos y culturales están hirviendo en Europa, aunque con la olla tapada. Aquí en Dublin, por ejemplo, tienen actividades varias veces al año en contra del racismo. Una cosa buena, en sí misma, pero también un indicativo de la conciencia que hay de un problema que va caminando como en subterráneo, y que tendrá que hacer erupción en algún momento.