Una pintura que predica

“La escena de la muerte de Cristo fue una de las constantes en la obra del artista alemán, y en ellas destaca un elemento característico: la prominente barriga del mal ladrón. Mientras que Jesús y el buen ladrón son figuras estilizadas, el otro, que se burlaba de Nuestro Señor, aparece como un hombre intencionalmente dibujado como sometido a la pasión de la gula…”

Pintura que predica

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El Bien Comun y la Vida Comun, 2 de 2, Amenazas y Posibilidades

Día de Reflexión con un grupo de Hermanas Dominicas. Tema 2 de 2: Amenazas y posibilidades.

¿Qué factores interiores a una comunidad religiosa, o exteriores a ella, representan una presión que desestabiliza o puede incluso romper la comunión?

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Decepcionados de la humanidad

Como hago para no envenenarme con el mundo cuando la mayoría me ha herido y traicionado. Cuando veo falsedad en los que dicen ser amigos, como recupero la fe y la confianza en los seres humanos si veo que no se puede confiar. Como debo actuar y sentir. – Preguntado en formsping.me/fraynelson

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Admitamos con franqueza que es fácil decepcionarse de la humanidad. Admitamos también que hay algo dulce en lamer las propias heridas y declararse uno víctima perpetua. Reconozcamos, además, que es más sencillo levar la cuenta de los males que la de los bienes. Y por último, reconozcamos que es difícil encontrar el punto medio entre ser mordazmente suspicaz con todos y ser tontamente ingenuo algunas veces.

Otro enfoque es este: “Envenenarme” por la maldad del mundo, ¿arregla algo de esa maldad? ¿Arregla algo en mi vida? ¿Trae algún bien o solamente le da más poder al mal? Una hermosa frase que se ha atribuido a varios autores dice: “Es mejor encender una luz que maldecir las tinieblas.”

Conviene preguntarse en que puede consistir eso de tener “fe en la humanidad.” Jesús no tuvo esa clase de fe. leemos en Juan 2,24: “Jesús, en cambio, no se confiaba en ellos, porque los conocía a todos.” Así que el ideal cristiano no es ir sonriendo por el mundo creyendo que todos son buenos. El ideal cristiano es saber que todos son pecadores, pero que así, pecadores y todo, les ha amado Dios hasta el extremo.

Por tanto, uno debe ser práctico en esto, y no olvidar lo de Jeremías: “Maldito el hombre que en el hombre confía, Y hace de la carne su fortaleza (brazo), Y del Señor se aparta su corazón. Será como arbusto en lugar desolado Y no verá cuando venga el bien; Habitará en pedregales en el desierto, Una tierra salada y sin habitantes. Bendito es el hombre que confía en el Señor, Cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, Que extiende sus raíces junto a la corriente; No temerá cuando venga el calor, Y sus hojas estarán verdes; En año de sequía no se angustiará Ni cesará de dar fruto.” (Jeremías 17,5-8)

Nuestra desconfianza, sin embargo, no debe desconocer el trabajo que Dios ha hecho y sigue haciendo en la gente. No podemos tratar a cada ser humano como si fuera el jefe asesino de una banda de mafiosos. por eso hay que pedir sabiduría, para tener la medida justa.

Y una última cosa: siendo tan raro el bien, no nos olvidemos de agradecerlo, elogiarlo, incluso en público, y de dar honor y alabanza a Dios por lo bueno que aparezca en nuestro camino.

Para los que no se encuentran pecados

“Nos resulta demasiado fácil ver los defectos de los demás y los juzgamos tan a la ligera que nos parecen hasta “normales” las criticas, burlas, e incluso, los comentarios destructivos, sin darnos cuenta que entramos en un juego peligroso que puede destruir la fama, no solo de todo aquel que sea diana de nuestros comentarios, sino de nosotros mismos…”

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Educacion Catolica, 016

Educarse para superar el pecado

18. Educar entonces es: “guiar y sacar a luz” al hombre verdadero imagen y semejanza de Dios, y “guiar y sacar a luz” al Niño Dios que nace en nuestra alma por medio del Bautismo; los cuales se fortalecen y crecen por medio de los demás Sacramentos.

Pero como el “hombre viejo” está hecho uno con nosotros es menester negarnos, renunciar a nosotros mismos para someterlo y erradicarlo por medio de la Cruz de Jesús: “Sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Él, a fin de que fuera destruido el cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado” (Rm 6, 6).

Pues una verdadera educación tiene como condición la superación del pecado interior y exterior para poder lograr una mejor conformación con Cristo.

Para lograrlo, el Señor ha puesto como intercesora a nuestra dulce Madre y Maestra celestial; al respecto dice el santo Papa Juan Pablo II:

“El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo ‘sea formado’ plenamente en nosotros” (RVM 15).

“Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la ‘escuela’ de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje… una escuela, la de María, mucho más eficaz, si se piensa que Ella la ejerce consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella ‘peregrinación de la fe’, en la cual es maestra incomparable (Ibíd. 14).

Es indispensable la negación de nosotros mismos y tomar la Cruz de Jesús para que lo malo que somos y contenemos pueda ser sometido y erradicado, a fin de que la educación católica culmine con la conformación con Cristo, a grado de llegar a ser Alter Christus.

Es importante hacer notar que si el “hombre viejo” no es sometido y erradicado de nosotros, entonces él con nuestra complicidad, puede tomar los dones de Dios y las facultades del alma y el cuerpo para hacer sus caprichos.

Por ello es indispensable el discipulado, el cual tiene como requisito la negación de sí mismo, tomar nuestra cruz y seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]