Oración a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Señor, Jesucristo, nuestro magnífico y supremo Sacerdote.

Por tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido
como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos.

Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección
te hemos reconocido como el Cordero sacrificial,
mediador entre el Padre y nosotros mismos.

Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección
por los sacramentos del Bautismo y Confirmación,
para unirnos en el ofrecimiento del sacrificio de Ti mismo
por la participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía.

Así pertenecemos a tu Reino en la tierra, haciéndonos tu pueblo santo.

Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
concédenos tu Espíritu de Amor y Vida que nos una a ti,
Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación
para todos los pueblos se establezca dentro de nosotros.

Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
concédenos tu Espíritu de Sabiduría y unión,
que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico,
la Iglesia, para ser tus testigos en el mundo.

Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
tu cruz remedie nuestros males, tu Resurrección nos renueve,
tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos glorifique
y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo
como tú lo estás con el Padre en el Espíritu Santo.

Señor, Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima,
Sacerdote, Rey– por el banquete salvador de la Eucaristía
que tú y nosotros ofrecemos en el altar del Sacrificio,
ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este mundo.

Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar
con todos los santos de tu gloria, amor y vida en unión
con el Padre y el Espíritu Santo por toda la eternidad.

Amén.

Oración del Papa Pablo VI por la fe

Señor, yo creo, yo quiero creer en Ti.

Señor, haz que mi fe sea pura, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas.

Señor, haz que mi fe sea libre, es decir, que cuente con la aportación personal de mi opción, que acepte las renuncias y los riesgos que comporta y que exprese el culmen decisivo de mi personalidad: creo en Ti, Señor.

Señor, haz que mi fe sea cierta: cierta por una congruencia exterior de pruebas y por un testimonio interior del Espíritu Santo, cierta por su luz confortadora, por su conclusión pacificadora, por su connaturalidad sosegante.

Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema las contrariedades de los múltiples problemas que llena nuestra vida crepuscular, que no tema las adversidades de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega, sino que se robustezca en la prueba íntima de tu Verdad, se entrene en el roce de la crítica, se corrobore en la afirmación continua superando las dificultades dialécticas y espirituales entre las cuales se desenvuelve nuestra existencia temporal.

Señor, haz que mi fe sea gozosa y dé paz y alegría a mi espíritu, y lo capacite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que irradie en el coloquio sagrado y profano la bienaventuranza original de su afortunada posesión.

Señor, haz que mi fe sea activa y dé a la caridad las razones de su expansión moral de modo que sea verdadera amistad contigo y sea tuya en las obras, en los sufrimientos, en la espera de la revelación final, que sea una continua búsqueda, un testimonio continuo, una continua esperanza.

Señor, haz que mi fe sea humilde y no presuma de fundarse sobre la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo, y no tenga otra garantía mejor que la docilidad a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia.

Amén.

¡Perdón, Señor, Perdón!

¡Oh Jesús! Por nuestros pecados, los de nuestros padres, hermanos y amigos, y por los del mundo entero: Perdón, Señor, perdón.

Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores: Perdón, Señor, perdón.

Por las blasfemias; por la profanación de los días santos: Perdón, Señor, perdón.

Por las impurezas y escándalos: Perdón, Señor, perdón.

Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos: Perdón, Señor, perdón.

Por las desobediencias a la Santa Iglesia: Perdón, Señor, perdón.

Por los crímenes de los esposos, las negligencias de los padres y las faltas de los hijos: Perdón, Señor, perdón.

Por los atentados, las desobediencias y malas habladurías contra el Romano Pontífice: Perdón, Señor, perdón.

Por las persecuciones levantadas contra los obispos, sacerdotes, religiosos y vírgenes consagradas: Perdón, Señor, perdón.

Por los insultos a tus imágenes, profanación de los templos, abuso de los Sacramentos y ultrajes al Augusto Tabernáculo: Perdón, Señor, perdón.

Por los crímenes de la prensa impía y blasfema, y por las horrendas maquinaciones de las sectas tenebrosas: Perdón, Señor, perdón.

Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia, y por todos los que sufren: ¡Piedad, Señor, piedad!

¡Perdón, Señor, y piedad por el más necesitado de vuestra gracia; que la luz de tus divinos ojos no se aparte jamás de nosotros; encadena a la puerta del Tabernáculo nuestros inconstantes corazones; danos a sentir algo del calor divino de tu Pecho, y que nuestras almas se derritan de amor y arrepentimiento.

Amén.

Oración compartida por E. Plata

Oración a Santa Catalina de Siena

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA

Catalina, hija de la Providencia de Dios Padre,
enséñanos a descubrir en Él nuestro fundamento inconmovible
y a vivir con alegre gratitud la certeza de ser sus hijos amados.

Catalina, esposa fidelísima del Verbo Encarnado,
enséñanos a escuchar su voz con fe y amor,
para conocernos más y más como Dios nos conoce
y para reconocerle a Él como Señor de nuestras vidas.

Catalina, madre de una grande y bella Familia Espiritual,
acógenos como fruto de tu poderosísima plegaria;
recíbenos como discípulos en la escucha de tu sabia doctrina,
abrázanos como a hijos que en ti confían;
enséñanos a ser hermanos, diversos pero unidos:
partícipes de un mismo Fuego de Amor en Cristo,
ágiles en el servicio a la Santa Iglesia,
limpios en la intención, el corazón, las palabras y las obras.

Catalina, mujer y milagro del Espíritu Santo,
audaz y prudente, generosa y penitente,
pura y fecunda, humilde y ya bienaventurada,
pide de Dios para nosotros:
misericordia, que cubra nuestro pasado,
sabiduría que ilumine nuestro presente,
y gloria celeste, que sea nuestro futuro,
a los pies del Cordero Degollado y Victorioso,
junto a María, la Virgen Santísima,
y cerca de ti para siempre.

Nadie se acercó a ti sin volverse mejor;
irradia, pues, tu bondad sobre nosotros,
y haz con tu oración que la gracia dé su fruto en nuestras vidas
en el tiempo y para toda la eternidad.

Amén.

[Musica de fondo, cortesía de Bensound.com]

Pablo VI orando por la paz

“Señor, estamos hoy tan armados como nunca en los siglos anteriores y estamos cargados de instrumentos mortíferos capaces de incendiar en un instante la tierra y destruir hasta la misma Humanidad…”

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CREDO – El Símbolo de los Apóstoles

CREDO – EL SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo,
su único Hijo,
Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre Todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.

Amén.

Oración de la Madre Teresa para aprender a amar

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

-Madre Teresa de Calcuta M.C.

Hermosa oración a San Miguel Arcángel

¡San Miguel, el Arcángel! glorioso Príncipe, el jefe de las huestes celestiales; guardián de las almas de los hombres; vencedor de los ángeles rebeldes! ¡Qué hermoso eres, con tu armadura. ¡Nosotros te amamos, querido Príncipe del Cielo!

Nosotros, tus felices devotos, anhelamos disfrutar de tu protección especial. Pedimos a Dios tener parte de tu coraje robusto; orar para que podamos tener un amor fuerte y tierno para nuestro Redentor y, en todo peligro o tentación, ser invencibles contra el enemigo de nuestras almas.

¡Abanderado de nuestra salvación! Quédate con nosotros en nuestros últimos momentos y cuando nuestras almas dejan este exilio terrenal, llévanos con seguridad al trono del juicio de Cristo, y que nuestro Señor te mande llevarnos rápidamente al reino de la felicidad eterna.

Enséñanos a repetir el grito sublime: “¿Quién como Dios?”

Amén.

Ángeles de Dios

20141130

Ángeles de Dios,
que en las alturas del Cielo
veneráis al Altísimo,
y en los caminos de la Tierra
sois ministros de su Providencia
para con los hombres:
haced nuestros corazones
semejantes a los vuestros:
prontos a la alabanza de Dios
y al servicio de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén.

Sólo dos palabras

Sólo dos palabras al terminar este día Señor. Te diré sólo dos palabras, quiero que sean sinceras y sencillas. En el silencio y en la soledad te digo y en primer lugar, desde lo más profundo de mi corazón: Gracias.

Gracias Señor por todo lo que este día me has concedido porque te lo he pedido. Gracias por todo lo que me has dado sin haberlo mencionado. Gracias por todo lo que me has otorgado sin habértelo rogado. Gracias Señor por la salud, por el bienestar, por las alegrías, por las satisfacciones. Gracias también por la enfermedad, por las penas y sufrimientos.

Aunque me cueste trabajo Señor, te agradezco esto último; tú sabes por qué lo hiciste. Gracias por el rayo de esperanza que me iluminó, por la mano que me levantó, por los brazos que me recibieron, por las palabras que me alentaron, por el consejo que me guió, por la sonrisa que me alegró.

Pero sobre todo te doy Gracias Señor por la fe que tengo en ti y en tu Iglesia, en este tiempo un poco confuso y aunque lleno de esperanzas, es a veces difícil de creer.

Te lo confieso sinceramente: no siempre he sabido cómo actuar, qué hacer, a donde ir. Sin embargo siendo tú quien eres, y teniendo fe en ti, te doy gracias, porque en las tinieblas me has iluminado, porque en las caídas me has levantado, porque de mis pecados me has perdonado.

Gracias te doy señor por todo aquello que ignoro por lo cual debo darte Gracias.

Junto a este agradecimiento Señor, te pido perdón: Perdón por mi negligencia, perdón por mi pereza, perdón por mi falta de amor, perdón por mi falta de caridad, perdón por mi falta de fe, perdón por mi falta de comprensión, perdón por mi soberbia, perdón por mi orgullo, perdón Señor porque no siempre te he sido fiel como es debido; viendo la luz he preferido la oscuridad, conociendo el bien, he optado por el mal, teniendo fuerza para perseverar, me he hecho débil para ceder; sintiendo tu ayuda en la lucha, he sido cobarde en la faena.

Perdón porque habiendo recibido, no he sabido dar, perdón porque habiendo sido perdonado, no he sabido perdonar, perdón Señor por todo aquello que ignoro, por lo cual debo pedirte Perdón.

Gracias y Perdón: estas son las dos palabras que te quería decir.

Te las he dicho Señor, gracias por haberme escuchado.

Perdón por aquellos que no te piden perdón.

Enviado por A. Rojas

#BendicionesSencillas

BENDICIONES y ORACIONES muy sencillas

Para aprender a orar, habituarse a elevar el pensamiento hacia Dios, impregnar del Espíritu Santo nuestra vida, y dar sentido y fuerza a todo cuanto hacemos.

Empezar el día

  • Te damos gracias, Señor, porque nos has concedido llegar al nuevo día, signo de la resurrección de Cristo.
  • Bendito seas, Padre del Cielo, porque este día es una nueva oportunidad para enmendarme, servirte y alabarte.
  • Señor: millones y millones de difuntos quisieran tener lo que yo tengo: un día para corregirme y crecer en tu amor.
  • Bendigo con tu bendición, Padre del Cielo, a cada persona que he de tratar en este día; cumple en todos tu voluntad.
  • Te bendigo, Padre, por este día, que nunca existió jamás y que nunca ha de volver; ayúdame a vivirlo contigo.

Espíritu Santo

  • Padre del Cielo, atiende el clamor de tu Hijo Unigénito y envía pronto y en abundancia el don del Espíritu Santo.
  • Por la dolorosa Pasión de Cristo, te suplico, Espíritu Santo: cuida el pueblo recuperado a tan alto precio.
  • Espíritu Santo: danos arrepentimiento y sincera conversión junto con la certeza de tu gracia y tu misericordia.
  • Abre nuestro corazón a tus inspiraciones y nuestra vida entera a la fuerza de tus dones y carismas, Espíritu de Dios.
  • Espíritu Santo: Tú que transformas el pan en Cuerpo de Cristo, transforma mi humilde siembra en cosecha grata a Dios.
  • Espíritu de Amor: ¡Ven! Sólo con tu luz y sólo con tu amor podré vivir como verdadero hijo del Dios Altísimo.
  • Espíritu Santo, que transformas el vino en Sangre de Cristo, revélame el valor del dolor cuando se asocia a su pasión.
  • Tú que con tu unción transformaste a la Virgen María en santuario de gracia, dame amor y constancia en la oración.
  • Espíritu Santo, dame suficiente comprensión de los misterios de Dios para entregar todo mi ser a sus sabios designios.
  • Don sobre todo don, Espíritu Santo, concédeme amar a Dios sobre todas las cosas, y a mi prójimo como a mí mismo.

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Acto de humilde adoración

Señor Jesucristo, que por nuestra redención diste tu vida en la Cruz y nos dejaste en el Santísimo Sacramento un signo verdadero de tu presencia, yo te amo y quisiera haberte amado sobre todas las cosas; pero con mis pecados y las blasfemias y sacrilegios que algunos lanzan contra Ti en este Sacramento han aumentado más tus heridas, y me hice indigno de tu clemencia y merecedor por tanto de los castigos del infierno. Pero desde hoy quiero ofrecerme como hostia viviente de expiación por los ultrajes y sacrilegios que padeces en el Sagrario, para mitigar el dolor que ellos te causan.

Mas como soy indigno de tu Divina Majestad, acudo a la intercesión poderosa de tu santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María, que permanece como Adoratriz perpetua ante Ti, para que por medio de Ella mi humilde y sincera oblación sea hallada perfecta, espiritual y digna de Ti; y persevere en esta actitud hasta la muerte para que pueda un día honrarte con todos tus Ángeles y Santos en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

Te adoro y te bendigo, oh Señor Jesucristo, porque redimiste al mundo con tu Cruz. Amén.

Invocaciones a Nuestro Señor Jesucristo

Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de mí

Jesús, imagen del Padre, ten piedad de mí

Jesús, Sabiduría eterna, ten piedad de mí

Jesús, resplandor de la luz eterna, ten piedad de mí

Jesús, Palabra de vida, ten piedad de mí

Jesús, Hijo de la Virgen María, ten piedad de mí

Jesús, Dios y hombre, ten piedad de mí

Jesús, Sumo Sacerdote, ten piedad de mí

Jesús, heraldo del reino de Dios, ten piedad de mí

Jesús, camino, verdad y vida, ten piedad de mí

Jesús, pan de vida, ten piedad de mí

Jesús, vid verdadera, ten piedad de mí

Jesús, hermano de los pobres, ten piedad de mí

Jesús, amigo de los pecadores, ten piedad de mí

Jesús, médico del alma y del cuerpo, ten piedad de mí

Jesús, salvación de los oprimidos, ten piedad de mí

Jesús, descanso de los abandonados, ten piedad de mí

Tú que viniste a este mundo, ten piedad de mí

Tú que libraste a los oprimidos por el diablo, ten piedad de mí

Tú que estuviste colgado en la cruz, ten piedad de mí

Tú que aceptaste la muerte por nosotros, ten piedad de mí

Tú que yaciste en el sepulcro, ten piedad de mí

Tú que descendiste a los infiernos, ten piedad de mí

Tú que resucitaste de entre los muertos, ten piedad de mí

Tú que subiste a los cielos, ten piedad de mí

Tú que enviaste el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, ten piedad de mí

Tú que te sientas a la derecha del Padre, ten piedad de mí

Tú que vendrás a juzgar a vivos y muertos, ten piedad de mí

Por tu encarnación Líbrame, Señor.

Por tu nacimiento, Líbrame, Señor.

Por tu bautismo y santo ayuno, Líbrame, Señor.

Por tu pasión y cruz, Líbrame, Señor.

Por tu muerte y sepultura, Líbrame, Señor.

Por tu santa resurrección, Líbrame, Señor.

Por tu admirable ascensión, Líbrame, Señor.

Por el envío del Espíritu Santo, Líbrame, Señor.

Por tu gloriosa venida, Líbrame, Señor.

Ofrenda a Jesús sacramentado

¡Oh Jesús mío! Asisto en espíritu a todos los Santos Sacrificios de las Misas que se celebren en este día sobre toda la tierra, y las ofrezco a las intenciones de tu Corazón y para gloria de tu Santo Nombre.

Te pido, dulce Jesús mío, me concedas para cada uno de mi familia, en cada una de estas Misas, una gota de tu preciosísima Sangre, para satisfacción de nuestros pecados y de las penas que por ellos hemos merecido.

Te pido aún que me concedas por la virtud de cada uno de estos Sacrificios, que sean libertadas todas las ánimas benditas del Purgatorio, los moribundos obtengan misericordia en su agonía y se salven, los pecadores se conviertan y que sean impedidas las ofensas que afligen tan profundamente Tu Divino Corazón.

Jesús mío, en este momento te ofrezco todas las penas, angustias y dolores, que sienta yo hasta el momento de morir; por dejar este mundo que prestaste para mí; pues pasajero soy a tu Divino Reino,

Señor, quisiera llegar contigo con la más grande gratitud y servirte por siempre si así lo deseas.

¡Oh Jesús mío! Estoy presto a morir en la hora, el lugar, y en la manera que os plazca, pero yo no quiero morir sin Ti, sino cerca de tu Divino Corazón y en brazos de Jesús, José y María.

¡Jesús mío, misericordia, amén.

Vísteme, Señor, para las bodas

Venciste mi tormenta
con relámpagos de aguas luminosas
y me hiciste heredera de tu reino.
Testamento de espigas
en mis áridas tierras despobladas.
La voz del infinito,
oculta en las estelas del secreto,
me reveló el futuro que mana de la roca:
cantaré amaneceres en los pinos,
tendré enjambres de miel con aroma de albahaca
y adornarán mi pecho
ramilletes de soles verticales.

Las ráfagas de umbría
en mi éxodo febril hacia la noche,
me izaron sobre efímeras espumas,
amargos barrizales secaron mi corriente.
Fui visión de ciprés en la aurora fugaz.
Y rompí el plan sagrado
por viejas cicatrices de mi arcilla.
Pero hoy brilla tu alcorce en las cañadas
llamándome a esponsales.

¡Vísteme de inocencia
para el blanco banquete de tus bodas!.
Me acercaré a tu pórtico e invocaré tu nombre;
mi humilde golondrina perdida en el paisaje
volará con tus alas de paloma;
recordaré tu tiempo sobre el altar del mundo,
me enlazaré en tus brazos extendidos;
creceré espiga fértil de tu siembra;
a la tercera copa brindaré
con el mágico zumo de tu vid;
proclamaré la gloria de tu eterno banquete.

Maduran las semillas
con el agua cautiva de tu amor,
líquida arquitectura de templos sumergidos
desde el día angular de barro y piedra.
Esplenden las fontanas
que confirman tus dones inmutables,
y un éxtasis que fluye hacia el mar vespertino
me anuncia un despertar de ríos vagabundos.

Si me invitas, Rey mío,
y revistes de níveas azucenas
mi tallo descarnado,
cantaré amaneceres en los pinos,
tendré enjambres de miel con aroma de albahaca
y adornarán mi pecho
ramilletes de soles verticales.

Una poesía de Emma-Margarita R. A.-Valdés