Media Cuaresma: ¿Estrellarse contra una “pared”?

Por estos días se puede decir que estamos hacia la mitad del tiempo de Cuaresma. ¡Cómo pasa el tiempo!

Los atletas que corren grandes distancias nos hablan de una experiencia: la “pared.” Al parecer, cuando alguien está haciendo un esfuerzo físico prolongado hay un momento en que las reservas parecen extinguirse por completo. Una página de corredores lo expresa así (traducimos):

[Estrellarse contra la pared] se refiere al agotamiento del glucógeno almacenado y a la sensación de fatiga y negatividad que suele acompañarlo. El glucógeno es un hidrato de carbono que se almacena en los músculos y el hígado para obtener energía. Es la fuente de combustible más fácil y disponible para quemar durante el ejercicio, por lo que el cuerpo lo prefiere. Cuando te quedas sin glucógeno, incluso tu cerebro quiere detener la actividad como método de preservación, lo que puede conducir al pensamiento negativo que viene junto con [llegar a] la pared…

Posiblemente algo así nos sucede también en el plano espiritual: el entusiasmo se apaga, la motivación se oscurece, el camino parece demasiado largo, una sensación extraña de derrota anticipada parece decirnos que jamás lo lograremos.

Los grandes atletas aprenden a vencer “la pared.” Todo empieza por saber que es una experiencia que muy probablemente uno va a tener; saberlo ya elimina ese elemento de desconcierto que tanto daño puede hacernos. En segundo lugar, hay que comprender que la mayor parte del combate no está en los músculos sino en la mente. En el plano espiritual, por ejemplo, el enemigo sabe que desanimarnos es ya una victoria para su obra de tinieblas. En tercer lugar, la clave está siempre en perseverar. El metabolismo cambia después golpearse con “la pared,” dicen los atletas; así también nosotros: nuestro “metabolismo espiritual” debe cambiar con grandes dosis de apoyo en Dios, que no falla, y no en nuestras fuerzas, que a menudo son impredecibles.

Sea que ya te hayas estrellado no con “la pared”: ¡ánimo y nuevas fuerzas para lo que nos queda de cuaresma!

Bello Himno de Cuaresma

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»

y ¡cuántas, hermosura soberana:
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

Amén.

LA GRACIA 2021/03/06 Cuaresma, encuentro con la misericordia

Al encontrarme con la misericordia me doy cuenta de lo que no merezco, de que mi dignidad es devuelta porque no estoy condenado a ser lo que fui, a repetir lo malo que hice.

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LA GRACIA 2021/03/02 Dejar de obrar el mal y aprender a obrar el bien

Dejar de pecar cuesta porque el mal trae su gusto y ventajas; hacer el bien cuesta porque somos cobardes y cómodos, porque está rodeado de sufrimiento y porque tenemos necesidad de retribución.

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LA GRACIA 2021/03/01 Perdonados para perdonar

Al dejar de justificar nuestro pecado queda nuestra necesidad, fragilidad y vulnerabilidad ante Dios experimentando su amor y perdón para ser capaces de amar y perdonar con su fuerza.

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LA GRACIA 2021/02/28 Reconocernos en Cristo

DOMINGO II CUARESMA, CICLO B

Al subir al monte con Nuestro Señor lo que antes era imposible Jesús lo hace posible porque Él te transfigura, te transforma.

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Especial para Cuaresma

Oración EXTREMA del desierto
(Basada en texto de Catholic Relief services)

Vengo ante ti como un pecador pero plenamente consciente de tu divina misericordia.

Aún así, necesito este ayuno. Porque solo al alejarme un poco de las cosas de este mundo, soy capaz de comprender el don inconmensurable que es mi redención.

Aleja mi nariz de los aromas que me rodean para que pueda conocer nuevamente la dulce fragancia de Cristo.

Adormece mi lengua de todo lo que la atrae para que pueda probar de nuevo el pan de mi salvación.

Atenúa todas mis sensaciones de modo que solo sienta el latido de mi corazón anhelando reconciliarme con mis hermanos y hermanas, y contigo, mi creador.

Detén mis oídos de todo lo que los atrae para que pueda escuchar tu canto de misericordia, llamándome nuevamente al abrazo de mi Padre.

Ciega mis ojos de todo lo que los distrae para que pueda contemplar plenamente la luz de Cristo.

Y una vez que nos hayamos encontrado ahí en el desierto, entonces regrésame al mundo. Envíame de regreso a tu pueblo. Que pueda llenar sus sentidos con todo lo que he encontrado en ti: todo lo que es bueno, todo lo que es amor, todo lo que es misericordioso.

Amén.

La “Experiencia del desierto”

“Cuando están próximos a entrar a la Tierra Prometida, Moisés le recuerda al pueblo judío que esos cuarenta años por el desierto, sirvieron para hacerlos humildes, fue un periodo para conocer lo que hay en su corazón. Y aunque pasaron por fuertes dificultades, nunca les faltó la ayuda divina: cuando tuvieron hambre, los alimentó con el maná del cielo; cuando tuvieron sed, hizo salir agua de una roca… Es la llamada “Experiencia del desierto” (Cfr. Dt 8,2ss)…”

Haz clic aquí!cuaresma

Hermoso himno de Cuaresma

Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!)
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.

Amén.

LA GRACIA 2021/02/19 El verdadero ayuno espiritual

El ayuno debe ser sincero y ha de empezar en el corazón para que no se encierre en nosotros sino que nos abra en profunda solidaridad con nuestros hermanos necesitados.

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Llega la Cuaresma

Estoy seguro de que para muchas personas la Cuaresma es algo que de algún modo “no se ha ido” desde el año pasado. A punto de completar un año de dificultades, incertidumbres, pérdidas e información contradictoria, muchos pueden sentir que la “penitencia” no solo no se ha ido sino que, en cierto modo, se ha hecho más fuerte. Esto supone un desafío peculiar para nosotros, los creyentes.

En efecto, en cuanto hombres y mujeres, miembros de la gran familia humana, padecemos lo que todos padecen: también a nosotros nos llegan penurias económicas, incertidumbres de salud, duelo por los seres amados que hemos perdido. Pero es importante caer en cuenta de lo que nosotros sí tenemos, y los demás, no.

De ningún modo estoy quitando peso a aquello que nos agobia o entristece; simplemente invito a que no cerremos los ojos frente a los bienes que podemos tener: fe, oración, comunidad, lectura de la Palabra, acceso a los sacramentos. Es posible, incluso, que estas circunstancias nos lleven a apreciar más esos bienes que, en otro tiempo, daríamos simplemente por descontados.

Sobre la base de apreciar lo que hemos recibido, descubriremos también el hermoso deber de compartir algo de lo nuestro con los demás. En efecto, como dice el refrán, “la luz no disminuye al compartirla.” ¡Este es el tiempo para hacer realidad, cada uno desde su propia situación, lo que significan esas palabras!