ROSARIO de las Semanas 20190925

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

¿Por qué la ciencia se desarrolló solamente en la cultura cristiana?

“…en los hechos la historia muestra una aplastante lista de hombres de ciencia que, habiendo sido cristianos, fueron decisivos en el desarrollo de las ciencias. El mito más repetido es el supuesto conflicto de Galileo con la Iglesia, que no fue en los hechos un conflicto entre ciencia y religión, porque el mismo Galileo era católico, sino un conflicto entre dos modelos científicos y fue víctima de una coyuntura política más que de una falsa oposición entre fe y ciencia. ¿Cuál es la verdadera relación histórica entre ciencia y fe cristiana?”

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¿Puede redimirse la mancha que deja el pecado?

Estimado Fray Nelson. Cómo expían y cómo se reparan los pecados durante la vida? Entiendo que aún confesados queda la macha del pecado en nuestra alma. Puede redimirse esa mancha? Cómo? Agradezco su explicación. — M.C.

* * *

El pecado contiene siempre en sí mismo un rechazo, mayor o menor, a Dios. Y como Dios es el sumo bien, el pecado necesariamente trae mal, devastación, desgracia y muerte a la vida del hombre.

Pero es necesario entender que estos males son diversos y que por eso son también diversas las formas como nos libramos de ellos.

Podemos clasificar los daños del pecado en cuatro grupos:

1. La CULPA: es el daño más grave y en cierto sentido el primero. Consiste en la deformación o torcimiento de la voluntad, que por ese acto se aparta de Dios. El daño de la culpa no es solo para un instante. Pensemos en un auto que va por una ruta muy larga y en un momento dado hace un giro que no debía. Si no toma después una serie (que puede ser larga) de acciones, jamás volverá al camino correcto. De modo ordinario, la culpa se sana con la gracia propia del sacramento de la confesión. La culpa es personal e intransferible.

2. La PENA EN SÍ MISMA: podemos entenderla como el conjunto de las consecuencias de nuestros pecados, primero en nosotros mismos y luego en otras personas. La pena SÍ es transferible porque las irresponsabilidades o pecados de algunos efectivamente afectan a otros. Pensemos en un papá irresponsable que echa a perder el patrimonio de la familia. La pena en sí misma se corrige a través de la “penitencia” que recibimos al confesarnos. Esto vale particularmente cuando se trata de resarcir o reparar daños causados a otras personas.

3. La PENA TEMPORAL: es el daño que causa el pecado en el conjunto de la sociedad o la historia humana, y que en cierto momento se sale completamente de nuestro control o dominio.Pensemos en la persona que ha escrito un libro antireligioso. Aunque la persona lograra recoger todas y cada una de las ediciones y copias de ese libro, las ideas ahí expresadas seguirán retumbando y haciendo daño, incluso por siglos subsiguientes, incluso si ese autor, arrepentido, se ha confesado y ha cumplido su penitencia. La pena temporal excede a las capacidades humanas y solo puede ser vencida por una sobreabundancia de gracia que fluye del Cuerpo de Cristo en razón de los méritos de los santos, particularmente los mártires. Esta es la fuente de la que proviene el valor de las INDULGENCIAS, y son estas la única respuesta suficiente con que cuenta la Iglesia para rescatarnos del peso de la pena temporal. Esto vale en particular para la indulgencia plenaria.

4. El afianzamiento de los MALOS HÁBITOS: cada pecado, en cuanto acto libre, crea o fortalece una tendencia, más o menos fuerte, en quien lo realiza. Aunque cese el pecado y sea perdonado, puede quedar una mala tendencia en la persona para recaer en lo que alguna vez hizo. Por supuesto, este afianzamiento negativo es parte de la “pena en sí misma” pero es bueno tratarlo en particular por la estrecha relación que tiene con la concupiscencia, que es esa especie de tendencia preferente por lo malo, si es fascinante, que por lo bueno, aunque sea bien conocido, si es arduo. La respuesta a los malos hábitos es compleja y requiere claridad en la vida moral, ejercicio prologado en la virtud y vigilancia de nuestra conciencia.

Si nosotros emprendemos con empeño, fiados y fieles a la gracia de Dios, el camino de respuesta a estos males, nuestra vida se va limpiando y sobre todo: se dispone cada vez mejor para acoger y vivir los dones del Espíritu Santo.