ROSARIO de las Semanas 20180711

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús
https://youtu.be/iNaUDy36-0w
Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

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LA GRACIA del Viernes 13 de Julio de 2018

Aprendamos la discreción que nos lleva al momento justo de anunciar la Palabra para proponer la conversión sin presumir que somos mejores ni la condenación de otros.

https://youtu.be/jF_iLtLI5Ok

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Francisco Solano se hace franciscano

Pues bien, de esta gran tradición franciscana de conventos serranos cordobeses vino a nacer en 1530 el de Montilla, fundado bajo la advocación de San Laurencio. Cuando en 1569 el Solanito, con veinte años de edad, llamó a sus puertas, allí vivía, entre la huerta y el coro, entre las salidas por limosna y para predicar, y siempre con buen humor y buenos cantos, una comunidad de treinta frailes.

Con ellos inició una misma aventura espiritual, y fue aprendiendo durante tres años oración, latín y ascética, liturgia y observancia, penitencia y vida en común, obediencia y alegría espiritual. La cama de Francisco era «una corcha en el suelo y un zoquete para cabecera», o un trenzado de palos sujetos con una cuerda, y sus pies no llevaban alpargatas o sandalias, sino que iban descalzos. En el año 1570 hizo su profesión en la Regla pobre de los franciscanos, mientras su padre, algo más próspero, preparaba su segundo período como alcalde de Montilla. No a todos es dado triunfar en esta vida.

Su destino siguiente le lleva cerca de Sevilla, la puerta hispana de las Indias, al convento de Nuestra Señora de Loreto, entre huertas y viñedos, pues allí había un estudio provincial franciscano desde 1550. Cinco años pasó allí, en estudio y oración, sin mayores formalidades académicas, viviendo con su compañero fray Alonso de San Buenaventura, el cual nos describe la cabaña que Francisco se arregló: «En un zabullón o rincón de las campanas, hizo para su morada una celdilla muy pobre y estrecha, donde apenas podía caber; tenía en ella una cobija y una silla vieja de costilla…, e hizo en ella un agujero que servía de ventana, y le daba luz para ver, y rezar y poder estudiar, en la cual vivió con notable recogimiento y silencio, hablando muy pocas veces».

En aquel inhóspito rincón había algo que a Francisco le gustaba sobremanera: la vecindad del coro. Y de Sevilla, en general, también le gustaba el ambiente misionero hacia las Indias. De allí salió, en 1572, en una expedición al Río de la Plata -en la que en un principio iba a ir él también-, su compañero fray Luis de Bolaños, el que fue gran misionero, iniciador de las reducciones en el Paraguay.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.