La idea protestante de la Sola Escritura debilita la autoridad de la Escritura

“El concepto de sola Scriptura es bastante sencillo: la Biblia debería ser la única autoridad en la vida de los cristianos. Esa sola doctrina ya causa una brecha divisoria entre protestantes y católicos. Expresa el impulso protestante de tener acceso directo a las Escrituras, sin la mediación de molestos papas, sacerdotes, concilios y tradiciones. Para los católicos, por supuesto, la autoridad de la Biblia y la Iglesia no están en conflicto entre sí. La enseñanza de los papas, los credos, las declaraciones de los Concilios Ecuménicos, y otras autoridades de la Iglesia aclaran y confirman el significado de la Escritura para nosotros. Enriquecen y permiten comprenderla mejor, en vez de obstaculizar el acceso a ellas…”

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LA GRACIA del Jueves 23 de Noviembre de 2017

Pidamos al Espíritu Santo que nos de conversión, que estemos a la altura de nuestro nombre de cristianos y reconozcamos la visita del Salvador.

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ROSARIO de las Semanas 20171121

#RosarioFrayNelson para el Martes:
Contemplamos los Misterios de la Antigua Alianza

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Antigua Alianza contemplamos la paciencia de Dios, que no detuvo su amor ante el pecado de los hombres.
  2. En el segundo misterio de la Antigua Alianza contemplamos el camino de fe de Abraham.
  3. En el tercer misterio de la Antigua Alianza contemplamos el éxodo de la tierra de Egipto.
  4. En el cuarto misterio de la Antigua Alianza contemplamos el don de la Ley hecho a Moisés y a su pueblo junto al Monte Sinaí.
  5. En el quinto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la gran promesa de Dios al rey David: que el cetro real no se apartaría de su descendencia.
  6. En el sexto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la valiente vocación de los profetas, por quienes el Espíritu Santo nos habló de muchas maneras.
  7. En el séptimo misterio de la Antigua Alianza contemplamos a el pequeño resto de Israel, que permaneció fiel y fue semilla de la Nueva y Eterna Alianza.

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La conciencia ¿es el tribunal moral último?

Padre Nelson, a raíz de las controversias sobre la Encíclica Amoris laetitia del Papa Francisco, tuve una conversación con un amigo que es muy preparado en las cosas de la fe porque ha hecho una cantidad de cursos en su parroquia, e incluso un diplomado en una Universidad católica. El punto es que este amigo es una de tantas personas que fracasaron en un primer matrimonio y que ahora vive con otra señora. Cuando yo lo conocí ya él estaba con la segunda, pero yo no sabía que era la segunda. Por supuesto, este hombre es entusiasta defensor de Amoris laetitia porque ve una actitud que él llama pastoral y misericordiosa, y sobre todo porque, según él, “ahora sí se están respetando los derechos de la conciencia.”

La idea que él tiene es que la vida humana es muy compleja para meterla en las casillas estrechas de los libros de moral, y que por eso, y lo dice enfatizando, “hay que formar conciencias y no borregos.” Entonces yo le pregunto a él qué hay que hacer si una persona dice que “en conciencia” no está cometiendo un pecado, o por lo menos, no un pecado mortal, yendo a comulgar de la mano de una mujer con la que no está ni puede estar casado por la Iglesia, pero con la que convive como marido y mujer. El hombre me responde que hay que respetar el discernimiento de la conciencia de esa persona, y no pretender imponer lo que diga “un libro.”

Yo, como soy muy preguntona, le digo entonces: “¿Y qué pasa si una mujer se ha practicado un aborto, y considera que eso no le impide comulgar, y va y comulga, porque, según ella y su conciencia, y después de su discernimiento, eso era lo que había que hacer en las circunstancias particulares de ella?” Mi amigo éste se queda pensando unos instantes pero, sin duda con el deseo de ser coherente, dice; “Pues hay que respetar la conciencia y el discernimiento que ha hecho, aunque es un caso difícil.” Y así seguí yo preguntándole casos que parecen extremos pero que en realidad se dan en la vida diaria. Por ejemplo, cuando le mencioné qué sucedería si un político, al que todos consideramos un corrupto asqueroso, dice que su conciencia y su discernimiento le llevan a comulgar tranquilamente. Entonces este hombre reviró con fuerza y casi me gritó: “¡Ese desgraciado se está engañando! Por supuesto que una persona que roba el tesoro público, que es plata de los pobres, tiene que sentirse, ese sí, bien excluido de la eucaristía!”

Pero yo también le levanté la voz y le dije: “¿Y usted por qué piensa que el pecado del político sí es OBJETIVAMENTE claro, y ninguna conciencia y ningún discernimiento pueden ir en contra de la objetividad de ese pecado, mientras que el pecado de un adúltero sí tiene todas las posibilidades de ser “discernido” y en la práctica excusado? ¿O es que hay pecados que sí son bien objetivos y se pueden acusar desde fuera mientras que otros son tan subjetivos que deben quedar como se dice en el criterio de cada cual?” En síntesis, padre Nelson, a mí me parece que cuando empezamos a quitar la claridad objetiva perdemos demasiado, ya se trate de sexo, de narcotráfico, de política o de lo que sea. Y perdone lo largo que escribo, pero ¿Usted qué opina? — Marcela H., Bogotá.

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La respuesta es muy sencilla: que estoy de acuerdo contigo. Dios te bendiga y oremos mucho por nuestra Santa Iglesia Católica.