Santo Temor [La Comunidad en los Hechos, 10 de 20]

¿Qué es el “Temor de Dios”? El Temor de Dios es un don que acompaña el camino del cristiano desde la conversión hasta la perfección. Este mismo don tiene diferentes aspectos según si es un principiante o está de camino o es un avanzado.

– Para “los que empiezan” el Temor de Dios es el reconocimiento del señorío de Dios y la poderosa posibilidad de la condenación. El Temor de Dios es un reconocimiento de que yo no lo controlo todo; es un darme cuenta de lo majestuoso que es Dios y de la distancia infinita que me separa de Él.

– Para ”los que van de camino” el Temor de Dios es como con una especie de tristeza: de lo que me estaba perdiendo. La famosa frase de San Agustín: Tarde te amé, hermosura tan antigua y nueva, tarde te amé. El Temor se expresa como conciencia del valor y el dolor del tiempo perdido y resolución intensa de aprovechar lo que viene.

– Mientras que para “los avanzados” y maduros en la fe vemos que se cumple aquello de que en el amor perfecto no existe el temor. El amor arroja el temor. El Santo Temor es aquí el deseo intenso de ofender a Dios. El amor a Dios se expresa en el deseo de no ofender. El don del Temor es eficacísimo para evitar el pecado. Sin algo de este don no hay manera de evitar el pecado.

* Asombro:
¿Qué bien trae el asombro de los milagros? Nos prepara para el don de la esperanza, nos saca de la rutina y mediocridad, te invita a la perfección.

* Admiración:
Todos tenemos el santo deber de ser admirables, en especial los mayores. Los jóvenes necesitan tener a quién mirar. Ser admirables es dejar a Dios que complete el papel de la Gracia. Al contrario, un mal carácter hace mucho daño y puede arruinar un testimonio.

* Respeto:
Necesitamos despertar el asombro y la admiración en la gente, pero todo ello unido a la confianza en las personas. Así se consigue el respeto en el que tiene autoridad. Si éste perdiese la confianza, solo se podría recuperar con la humildad. La equivocación en el que se mantiene en la soberbia no se perdona.

* Conciencia/seriedad:
De todos estos dones brota la seriedad, que es trabajar con respeto en la obra de la salvación. La seriedad no es mal genio o falta de buen humor. La seriedad es la conciencia de la grandeza de lo que está en juego. Todos estas virtudes son necesarias para los que tienen autoridad.