Cuando la censura se disfraza de respeto

“Cuando un área es etiquetada como espacio seguro uno puede pensar que se trata de un sitio donde los niños juegan con tranquilidad o donde los ciclistas circulan sin temor a los coches. Pero en muchas universidades norteamericanas el concepto de “safe space” tiene ahora que ver con las palabras y las ideas. Desde hace años proliferan políticas de “safe space”, destinadas en principio a garantizar una actitud inclusiva, en la que ninguna minoría pueda sentirse discriminada u ofendida. En su origen hay un objetivo positivo: lograr un ambiente respetuoso, en el que todos puedan participar y ser escuchados. Pero cada vez más se está convirtiendo en el expediente para evitar que nadie tenga que oír o entrar a debatir ideas que puedan resultarle molestas. De ahí que no pocos observadores vean en esto una amenaza a la libertad de expresión, precisamente en un ámbito donde el estudiante va para abrir su mente a nuevas ideas y aprender a confrontar las suyas con otras…”

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