Sobre la incredulidad de muchos en los milagros de Jesus

Lo que sigue es mi comentario a esta entrada del blog Reforma o Apostasía del P. José María Iraburu..


Precioso y minucioso análisis, P. Iraburu: GRACIAS. Comento tres cosas:

(1) Por supuesto no hay que oponer–ni el artículo comentado lo hace–historicidad y significación teológica. El gnosticismo larvado que incluyen posturas como la de Torres Queiruga viene a decirnos que la materia no importa, y que sólo importa el sentido o significado: la enseñanza, la “gnosis.” Muy al contrario, la estructura de los textos es “sacramental”: presupone el hecho sucedido que, precisamente en la solidez de su acontecer, sirve de base para el sentido noético, espiritual o teológico. Por ejemplo: la VERDAD del caminar sobre las aguas, invita a reconocer la VERDAD del señorío de Cristo sobre la creación, de un modo que el judaísmo sólo atribuyó a Dios, pues sólo él domeña la arrogancia de las aguas, según aquello del final del libro de Job.

(2) Otro punto importante lo comentaba Bruno Moreno hace unos meses: existe el prejuicio cientificista de que toda la gente de la antigüedad vivía en un mundo de fantasía donde cualquier cosa podía suceder en cualquier momento. Es como si se pensara que para ellos que alguien esté paralítico muchos años, y un día se levante, es parte de un mundo donde cualquier cosa puede pasar. Si ello fuera así, los autores sagrados se sentirían con cierta licencia para contar como acaecidas cosas que nunca pasaron. Gracias a Dios, los textos son lo suficientemente claros como para mostrar el impacto, la extrañeza, la incredulidad que esos hombres, lo mismo que nosotros, sentimos cuando percibimos que el mundo creado cede el paso ante la majestad y la compasión de su Creador.

(3) Ayuda mucho a la fe en la realidad de los milagros el haber presenciado unos cuantos. Sé bien que la Renovación Carismática no tiene monopolio del Espíritu Santo, ni más faltaba, pero, con mis propios ojos, y en cierto sentido como fruto de mi pobre oración, he visto milagros sobre cuerpos y mentes, incluyendo sanaciones físicas. Cuando leo esos malabares de teólogos que parece que sólo salen de sus despachos para ir a simposios donde hablan con otros de su mismo estilo y lenguaje, suspiro implorando a Dios que alguna vez todos ellos puedan asomarse a un lugar donde de veras se ore, se adore y se celebre el amor incontenible e inexhausto de Dios.