Respeto a la persona humana

27. Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima urgencia, el Concilio inculca el respeto al hombre, de forma de cada uno, sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico que se despreocupó por completo del pobre Lázaro.

En nuestra época principalmente urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabra del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. (Mt 25,40).

No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 27]

Interdependencia entre la persona humana y la sociedad

25. La índole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad están mutuamente condicionados. porque el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación.

De los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, proceden más bien de su libre voluntad. En nuestra época, por varias causas, se multiplican sin cesar las conexiones mutuas y las interdependencias; de aquí nacen diversas asociaciones e instituciones tanto de derecho público como de derecho privado. Este fenómeno, que recibe el nombre de socialización, aunque encierra algunos peligros, ofrece, sin embargo, muchas ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus derechos.

Mas si la persona humana, en lo tocante al cumplimiento de su vocación, incluida la religiosa, recibe mucho de esta vida en sociedad, no se puede, sin embargo, negar que las circunstancias sociales en que vive y en que está como inmersa desde su infancia, con frecuencia le apartan del bien y le inducen al mal. Es cierto que las perturbaciones que tan frecuentemente agitan la realidad social proceden en parte de las tensiones propias de las estructuras económicas, políticas y sociales. Pero proceden, sobre todo, de la soberbia y del egoísmo humanos, que trastornan también el ambiente social. Y cuando la realidad social se ve viciada por las consecuencias del pecado, el hombre, inclinado ya al mal desde su nacimiento, encuentra nuevos estímulos para el pecado, los cuales sólo pueden vencerse con denodado esfuerzo ayudado por la gracia.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 25]

La brecha cerebral entre chimpances y humanos

“Humanos y otros animales comparten semejanzas en su comportamiento, pero las diferencias son mucho mayores que esos rasgos en común por más que las investigaciones se hayan esforzado, estos últimos años, en buscar paralelismos. El investigador David Premack, de la Universidad de Pennsylvania (EEUU) se ha dedicado a escarbar en esos rasgos únicos de nuestra especie que subyacen, a nivel microscópico, en nuestro cerebro. Y ha encontrado una gran brecha entre capacidades como el aprendizaje, el engaño, la memoria o el lenguaje, incluso con nuestros parientes más cercanos, los chimpancés…”

brecha cerebral

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Nota sobre psicologia femenina

Hola, fray Nelson Medina. Mi nombre es Marcela H., y soy estudiante de psicología en una universidad pública. Me gusta la parte clínica y la consejería, y de hecho, aunque no me he graduado, he visto que mis amigas me toman confianza y me consultan muchas cosas sobre todo de su familia y de sus noviazgos. Por eso, y por una experiencia más bien negativa que yo misma tuve, me han interesado mucho las relaciones de pareja, las diferencias entre hombres y mujeres, y todo lo que tiene que ver con esa llamita que se conoce como “amor”. Relacionado con el tema, me hizo reír mucho una imagen que ud. publicó, donde salía una libro gigantesco, y el pie de foto decía que era la “introducción a la psicología de la mujer”. Yo he tenido buenas (y malas) amigas toda la vida y de verdad que admito que las mujeres somos complicadas, aunque también es cierto que el tiempo y el corazón de una buena amiga es algo que no se puede describir con palabras. Bueno, para no alargarme más, mi pregunta es esta: admitiendo que las mujeres somos “complejas”, porqué cree ud. que es así? ¿Eso es malo o bueno? Gracias por su tiempo. Supongo que también tendrá otras preguntas, tal vez más importantes que responder.

* * *

Empiezo por el final. Pienso que la complejidad de la mente y del corazón femeninos son, en principio, una buena noticia. La vida misma es compleja y los hilos que la tejen no son elementales ni obvios. De modo que todo aquel (o aquella) que quiera leer la vida, o escribir algún párrafo en ella, necesita una elevada capacidad de procesar información compleja, fluida y en buena parte imposible de prever.

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Cristo, el Hombre nuevo

22. En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que todas las verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.

El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado.

Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En El Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.

El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espíritu (Rom 8,23), las cuales le capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Por medio de este Espíritu, que es prenda de la herencia (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue la redención del cuerpo (Rom 8,23). Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu que habita en vosotros (Rom 8,11). Urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar, con muchas tribulaciones, contra el demonio, e incluso de padecer la muerte. Pero, asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegará, corroborado por la esperanza, a la resurrección.

Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.

Este es el gran misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: Abba!,¡Padre!

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 22]

Transformacion del concepto de conocimiento en los ultimos siglos

En el siglo XVII, ciencia se volvió ciencia natural, es decir, datos y ecuaciones. En el siglo XIX, ciencia se volvió capacidad de transformación, tecnología. En el siglo XX, ciencia se volvió información, y en el siglo XXI, wikipedia.

Hasta el siglo XV, la forma suprema de conocimiento era la sabiduría. El ideal humanista del Renacimiento es el del sabio que tiene el mapa del saber, y sabe explorarlo, exponerlo y enriquecerlo.

En el siglo XVII, la explosión del conocimiento hace más difícil la elaboración de un mapa jerárquico, un árbol del saber; en reemplazo llega una colección alfabética de artículos: la Enciclopedia.

Para Kant, en el siglo XVIII, hay un contraste entre la ciencia natural, capaz de avanzar, y la filosofía, incapaz de situarse sobre suelo firme. Su propuesta es múltiple:

* Abandonar la disquisición metafísica, dando por sentado un conocimiento trascendental de las posibilidades generales del conocimiento racional.

* Desconectar la discusión ética de sus fuentes tradicionales: la costumbre, el discurso religioso y el pensamiento esencialista.

* Situar al individuo “ilustrado” como sujeto único de conocimiento, al margen de la autoridad, la comunidad, o el reclamo externo del prójimo: la autonomía se vuelve totalidad cerrada sobre sí.

Para Marx, en el siglo XIX, la historia vuelve a ser objeto de conocimiento, con el mismo título y la misma objetividad que reclaman las ciencias naturales. Hay entonces leyes de la historia. Pero no queda claro por qué esas leyes inexorables deben ser empujadas por decisiones de personas particulares o grupos políticos. El fracaso de sus predicciones más elementales (fue Rusia y no Inglaterra quien primero abrazó el comunismo) y el vacío de sus resultados más anhelados (sancionado en la caída del Muro de Berlín en 1989) dejó un enorme vacío: el Occidente quedó privado de la visión cristiana tradicional, descartada como ingenua-perversa, sin poder asumir algo nuevo en reemplazo. El camino del siglo XX es un Via Crucis ateo hacia un mundo sin referencias globales más allá del mercado y la información.

Del siglo XVII al XXI se da un traspaso de polaridad en cuanto a los lugares de creación de conocimiento: Biblioteca – Laboratorio – Taller mecánico – Taller eléctrico – Taller electrónico – Taller de diseño. Tal es el hogar de las paradojas que habitamos: relativismo vs. fundamentalismo; abundancia de información e ignorancia crasa; referentes de éxito empresarial sin referentes de éxito académico.

Una SUMA conversacion, 008: Preguntas de Kant y preguntas a Kant

Immanuel Kant se constituyó por propia iniciativa en heraldo y profeta de la Ilustración, el gran movimiento cultural e intelectual que puso su fundamento y esperanza en la razón humana. Por eso Kant quiere saber qué conocemos antes de recibir lo que nos ofrecen los sentidos por la experiencia. Según él, no conocemos qué es una cosa en sí mismas (el noúmeno) sino sólo lo que pueden recibir nuestras estructuras cognitivas (el fenómeno). En su opinión, esto quita todo piso a la metafísica y al conocimiento religioso (teología). Pero a Kant puede preguntársele por el estatuto de sus afirmaciones sobre las estructuras del conocer, pues ellas constituyen en la práctica una nueva metafísica, aunque esta vez centrada en el sujeto, y por ello mismo, imposible de ningún control que no sea el de la fantasía.

Este capítulo pertenece al volumen 2 de la Suma Conversación.

El hombre, imagen de Dios

12. Creyentes y no creyentes están generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos.

Pero, ¿qué es el hombre? Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a sí mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperación. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia. La Iglesia siente profundamente estas dificultades, y, aleccionada por la Revelación divina, puede darles la respuesta que perfile la verdadera situación del hombre, dé explicación a sus enfermedades y permita conocer simultáneamente y con acierto la dignidad y la vocación propias del hombre.

La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado “a imagen de Dios”, con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios. ¿Qué es el hombre para que tú te acuerdes de él? ¿O el hijo del hombre para que te cuides de él? Apenas lo has hecho inferior a los ángeles al coronarlo de gloria y esplendor. Tú lo pusiste sobre la obra de tus manos. Todo fue puesto por ti debajo de sus pies (Ps 8, 5-7).

Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer (Gen l,27). Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás.

Dios, pues, nos dice también la Biblia, miró cuanto había hecho, y lo juzgó muy bueno (Gen 1,31).

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 12]

Los interrogantes mas profundos del hombre

10. En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad. Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos. Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?.

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre. Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 10]

La confusion de Stephen Hawking

stephen hawking
“Hombres de ciencia han empezado a dudar de que haya habido un “Big Bang”. Mas, al querer afirmar que de ese modo se refuta la existencia de un Creador, confunden los comienzos temporales con los orígenes…” Click!

Taller de Desarrollo Integral en Cristo

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“Este taller tratará de la importancia de ser honesto con nosotros mismos, de decirnos, antes que a nadie la verdad de lo que sentimos, pensamos, queremos, creemos, hacemos, y así descubrir quienes somos para darnos a Cristo y a los demás. Este taller nos pondrá bajo la mirada escudriñante y expectante de Jesús. Porque no hay desarrollo pleno sin Cristo…” Click!