El Amor echa fuera el temor: una leccion que salva vidas

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Muchos abortos, y en realidad casi todos los demás pecados, si los examinamos bien, provienen más del miedo que de la malicia. Tememos no ser aceptados, tememos que nos rechacen, tememos quedarnos solos o perder los privilegios o ventajas adquiridas. El amor perfecto, aquel que Dios nos ha dado en Cristo, vence estos temores y nos ayuda a sentar las bases de una verdadera cultura de la vida.

LA HUMILDAD DE JESUS

LA HUMILDAD DE JESÚS

(Mt 11,25-30; Mc 7, 24-30; Jn 13, 1-15; Filp 2,5-11)

Les invito a estudiar un poco la persona de Jesús y a detenernos en una de las características que le señalan como al Hijo de Dios, que “se anonadó a sí mismo” (Filp 2, 7), haciéndose hombre para conducir al hombre a la cima de la humildad que consiste en servir a Dios en los hombres, en humillarse por amor para glorificar a Dios salvando los hombres. No olvidemos que toda visión sobrenatural va siempre unida a la humildad. El humilde, que se considera poca cosa ante Dios, ve lo sobrenatural, ve a Jesús: “has revelado estas cosas a los sencillos y a los pequeños” (Mt 11,25); el que está pagado de su propia valía es incapaz de percibir lo sobrenatural, porque la humildad se opone a la soberbia: “ocultaste estas cosas a los sabios y entendidos” (Mt 11,25). El humilde reconoce que ha recibido de Dios todo lo que es y tiene (1Cor 4,7); que él es nada sin Dios (Gal 6,3); que todo le viene de Dios y sólo en El lo puede todo (Jn 15,5).

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La Mision nace de la Resurreccion

La victoria del Señor no se reduce al hecho de estar vivo nuevamente, después de haber sido torturado y asesinado. Su muerte fue la consecuencia de su modo de vivir, amar y servir. Su resurrección es la prueba entonces de que se puede y debe vivir así, quedando entendido que ellos sólo es posible con la ayuda de Él mismo. Por eso la misión, que es eco de esta victoria, nace de la resurrección.