#LaudesFrayNelson correspondientes al Sábado de la Semana XXIII del Tiempo Ordinario
LA GRACIA del Domingo 15 de Septiembre de 2013
DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C
El cristianismo no es religión fatalista: el arrepentimiento sincero puede cambiar lo que parecía un desenlace inevitable.
VÍSPERAS del Viernes 13 de Septiembre de 2013
#VisperasFrayNelson correspondientes al Viernes de la Semana XXIII del Tiempo Ordinario
Los 5 lenguajes del amor
LAUDES del Viernes 13 de Septiembre de 2013
#LaudesFrayNelson correspondientes al Viernes de la Semana XXIII del Tiempo Ordinario
ESCUCHA la fuerza de un amor de clase superior
Misericordia, paz y amor son palabras que el mundo oye con gusto. La fe las lleva a un plano muy superior, y las colma de fuerza nueva.
LA GRACIA del Sábado 14 de Septiembre de 2013
Frutos buenos y sobre todo, que perduren: criterio básico del discernimiento cristiano.
VÍSPERAS del Jueves 12 de Septiembre de 2013
#VisperasFrayNelson correspondientes al Jueves de la Semana XXIII del Tiempo Ordinario
La apoteosis de la tibieza
“Es increíble hasta qué punto se crispan los nervios de ciertos contemporáneos cuando se oye algo que tenga pretensiones de permanencia, que suba un poco el tono de la mera opinión, sacudiendo los algodones y tonos pastel a los que nos tiene acostumbrados la nueva era con sus angelitos multicolores y atardeceres románticos…”
Click!
La paz perfecta
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera en una pintura dibujar la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el palacio del rey. El gran día había llegado.
El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solo hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas.
Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenia montañas pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacifico.
Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido …
Paz perfecta … el pueblo entero se preguntaba que cuadro elegiría el rey?
El sabio rey escogió la segunda, y explicó a la gente el por que…
Explicaba el rey: “Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.”
[Aporte enviado por Katy Torres.]
LAUDES del Jueves 12 de Septiembre de 2013
#LaudesFrayNelson correspondientes al Jueves de la Semana XXIII del Tiempo Ordinario
LA GRACIA del Viernes 13 de Septiembre de 2013
La imagen de la viga en el ojo nos permite conocer un poco de la capacidad pedagógica de Cristo.
ESCUCHA, El Espíritu y la Unción
Escuela de Vida Interior, Tema 26: El Espíritu y la Unción
* El Credo afirma que Cristo fue concebido “por obra y gracia del Espíritu Santo.” ¿Qué relación tiene Cristo con el Espíritu? ¿Y por qué necesitamos ese Espíritu los cristianos?
* Un buen punto de partida es el Evangelio de Lucas, que destaca a lo largo de toda su obra el papel irreemplazable del Espíritu Santo, sobre todo en el capítulo 4 de su Evangelio, cuando describe la misión entera de Jesús con las palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí…”
* Otro punto de partida es ver la práctica que siguieron los profetas con los reyes, ya desde la época en que Samuel señaló a Saúl como primero de aquella serie. El signo de la elección y de la presencia permanente de Dios es la unción. Mesías quiere decir “ungido;” es la misma palabra que en la lengua griega se dice “christós.”
* Mientras que el agua corre sobre la piel, el aceite de la unción penetra. Con la unción se quiere hablar de la presencia penetrante y transformante de Dios. En efecto, el solo precepto exterior, por sabio y justo que sea a ojos de nuestra mente, no quita el atractivo del mal; esa especie de “encanto” que causa división interior.
* El Espíritu, llegando a nuestro corazón, pacifica esos cuatro “perros bravos” que a menudo contienden entre sí: lo que yo entiendo, lo que quiero, lo que puedo y lo que debo. La unidad interior que trae el Espíritu, al obrar sobre nuestro deseo, genera paz duradera y libertad interior.
* Por otra parte, la unción que recibían los reyes era ungüento aromatizado, de fragancia intensa y penetrante para los de su entorno. Recibir unción es ser capaz de transformar un ambiente.
* Sucede, en efecto, que los mejores talentos se desperdician por tensiones ridículas; o que muchas parejas que hubieran podido ser muy felices se desgastan en interminables conflictos de poder. La acción del Espíritu, al revelar a cada uno su verdad, y al orientarlo hacia la unidad en Cristo, hace posible no sólo cambios interiores sino la renovación misma del tejido social.
* * *
Este tema pertenece al Capítulo 03 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 03 está aquí:
La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:
VÍSPERAS del Miércoles 11 de Septiembre de 2013
#VisperasFrayNelson correspondientes al Miércoles de la Semana XXIII del Tiempo Ordinario
Edades a las que debes revisar la vista de tus hijos
Evangelización portentosamente rápida
Evangelización portentosamente rápida
Las esperanzas de aquellos evangelizadores se cumplieron en las Indias. Adelantaremos aquí sólamente unos cuantos datos significativos:
–Imperio azteca.
1487. Solemne inauguración del teocali de Tenochtitlán, en lo que había de ser la ciudad de México, con decenas de miles de sacrificios humanos, seguidos de banquetes rituales antropofágicos.
1520. En Tlaxcala, en una hermosa pila bautismal, fueron bautizados los cuatro señores tlaxcaltecas, que habían de facilitar a Hernán Cortés la entrada de los españoles en México.
1521. Caída de Tenochtitlán.
1527. Martirio de los tres niños tlaxcaltecas, descrito en 1539 por Motolinía, y que fueron beatificados por Juan Pablo II en 1990.
1531. El indio Cuauhtlatóhuac, nacido en 1474, es bautizado en 1524 con el nombre de Juan Diego. A los cincuenta años de edad, en 1531, tiene las visiones de la Virgen de Guadalupe, que hacia 1540-1545 son narradas, en lengua náhuatl, en el Nican Mopohua. Fue beatificado en 1990.
1536. «Yo creo -dice Motolinía- que después que la tierra [de México] se ganó, que fue el año 1521, hasta el tiempo que esto escribo, que es en el año 1536, más de cuatro millones de ánimas [se han bautizado]» (Historia II,2, 208).
–Imperio inca.
1535. En el antiguo imperio de los incas, Pizarro funda la ciudad de Lima, capital del virreinato del Perú, una ciudad, a pesar de sus revueltas, netamente cristiana.
1600. Cuando Diego de Ocaña la visita en 1600, afirma impresionado: «Es mucho de ver donde ahora sesenta años no se conocía el verdadero Dios y que estén las cosas de la fe católica tan adelante» (A través cp.18).
Son años en que en la ciudad de Lima conviven cinco grandes santos: el arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo (+1606), el franciscano San Francisco Solano (+1610), la terciaria dominica Santa Rosa de Lima (+1617), el hermano dominico San Martín de Porres (+1639) -estos dos nativos-, y el hermano dominico San Juan Macías (+1645).
Todo, pues, parece indicar, como dice el franciscano Mendieta, que «los indios estaban dispuestos a recibir la fe católica», sobre todo porque «no tenían fundamento para defender sus idolatrías, y fácilmente las fueron poco a poco dejando» (Hª ecl. indiana cp.45).
Así las cosas, cuando Cristo llegó a las Indias en 1492, hace ahora cinco siglos, fue bien recibido.
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.