DIOS ES PADRE
(Mt 5,43-48; 6,9-15; 6, 24-34)
Quiero empezar esta reflexión compartiendo con ustedes una experiencia sobre la revelación de Dios como Padre. Estoy convencido que para descubrir a Dios como Padre hace falta una revelación. Así lo expresa el mismo Jesús: “nadie conoce quien es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar”( Mt. 11, 27). Hacía mucho tiempo sabía intelectualmente, por los estudios de teología, que Dios es Padre, más aún, que Dios es mi Padre. Pero hacer el descubrimiento, sentir que Dios es mi Padre, no fue cosa mía. Sucedió preparando esta misma charla hace muchos años. Como un regalo del Señor, caí enfermo. Durante mi enfermedad, un día tome la Biblia entre mis manos y empecé a leer al evangelista San Mateo. Posiblemente, San Mateo es el evangelista que mejor refleja la admirable pedagogía de Jesús al desvelar la condición paternal de Dios, respecto de los hombres. Las palabras de Jesús no solo llegaron a mi mente, sino que caldearon mí corazón; fueron fruto de un encuentro-experiencia, vivido en la fe y en amor. El Señor al hablar a alguien en su Palabra, no sólo le transmite cierta información, no sólo le comunica algo de sí mismo, revelándole su personalidad, sino que le hace entrar en una relación personal con él. Eso exactamente realizó en mí, haciéndome entrar en una nueva relación con él, en lo más profundo de mi ser me sentí hijo de mi Padre Dios. Sentí, que lo que revelaba Jesús a las gentes en el monte de las Bienaventuranzas, me lo estaba revelando a mí en aquellos momentos. La Palabra se había actualizado en mí.