134.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
134.2. De tal modo sienten tus hermanos los hombres que los sabores son próximos a ellos, que el lenguaje del sabor es preferido para describir los sentimientos más profundos o que afectan más integralmente el curso de la existencia. Así oyes hablar de una niña que es muy “dulce,” de una situación “amarga” o de un sentido del humor “ácido.”
134.3. También la Escritura utiliza este lenguaje, cuando por ejemplo lees: «Una cosa he pedido a Yahveh, una cosa estoy buscando: morar en la Casa de Yahveh, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura de Yahveh y cuidar de su Templo» (Sal 27,4). El Cantar es bastante explícito: «¡Qué hermoso eres, amado mío, qué delicioso! Puro verdor es nuestro lecho» (Ct 1,16); «¡Qué hermosos tus amores, hermosa mía, novia! ¡Qué sabrosos tus amores! ¡más que el vino! ¡Y la fragancia de tus perfumes, más que todos los bálsamos!» (Ct 4,10).