El perdón como estilo de vida: Adoptar el perdón como un estilo de vida es un tema sumamente importante y benéfico, pues mantenemos equilibrada nuestra vida. A todos nos cuesta perdonar, tenemos dificultades para perdonar a alguien, rechazamos la idea de pedir perdón, nos incomodamos cuando nos lo ofrecen y somos duros para perdonarnos a nosotros mismos. Pero, para el cristiano el perdón no es algo sentimental ni condicional. Es una decisión que debemos de adoptar como mandato de Dios. No hay opción para elegir entre seguir resentidos o perdonar, entre odiar o amar, o entre la aceptación o la indiferencia. Estamos obligados a vivir el perdón y ojalá adoptarlo como nuestra manera de vivir. Si la ausencia de amor ha desorganizado a la humanidad, y la falta de perdón hace que la vida sea amarga, dolorosa, infeliz, el perdón nos coloca en una atmósfera de equilibrio, armonía y felicidad. De ahí la importancia de hacer de nuestra vida cristiana una vida permanente de perdón.
Y es que la incapacidad de perdonar envenena nuestro corazón y ese veneno se expresa en gestos permanentes, amargos y dolorosos en el rostro. Además, la falta de perdón hace que durante mucho tiempo vivamos sumergidos en el odio. Revivir permanentemente las ofensas o daños que nos han inferido, refuerza y potencia nuestra energía negativa, nuestra energía positiva se desarmoniza y nos provocamos la más variada cantidad de enfermedades a plano físico, psicológico y espiritual. Además de frenar nuestra evolución, podemos padecer graves problemas económicos.