121.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
121.2. Hay quienes no saben cambiar sin destruir. Deberían aprender de los árboles. Un árbol no destruye su raíz para hacer más vistosas las hojas, o más perfumadas las flores o más sabrosos los frutos. Un árbol tampoco entierra sus flores para que sufran lo que ha sufrido la raíz, ni sepulta las hojas esperando que se vuelvan tronco. Un árbol crece y se hace distinto sin hacerse otro.
121.3. En la Iglesia de tu tiempo hay personas que quieren que nada cambie y personas que quieren que la verdad sea deformada, ocultada o burlada. Duras tensiones sufre y sufrirá la Iglesia peregrina, pero esto no debe desanimarte. Ten en cuenta que ningún ser humano de quienes viven hoy sobre la tierra conoce la “versión definitiva” de la Iglesia.