La Cólera
Les invito a reflexionar sobre el sentimiento de la cólera. Es una realidad muy normal en nuestra vida y todos la conocemos. Nuestra vida diaria de relación con los demás trae, junto con muchas alegrías, una parte de frustraciones, exasperaciones, obstáculos para la comunicación entre las personas. De ahí la importancia de no dejar remansar en nuestro interior las pequeñas cóleras, porque se pudren y nos hacen mucho daño. Es necesario expresarlas de la manera más constructiva posible. La cólera tiene dos hermanas gemelas que son la ira y la rabia; tía de ellas es la violencia. Toda esta familia está a disposición de la cólera; si no sabemos trabajarlas a tiempo tienen efectos deletéreos.
La cólera evoca escenas de extrema violencia, lo cual hace que se tenga gran miedo a experimentar esta emoción. A algunos les resulta difícil ver en la cólera y en el deseo de venganza realidades psicológicas sanas en sí mismas. Se puede utilizar el término sanamente para describir el estado de irritabilidad interior provocado por una contrariedad, un insulto o una injusticia. O en forma incorrecta llamar a la “cólera” odio o resentimiento, cuya finalidad es hacer daño al otro o incluso destruirlo. Ella nos habla del estado de irritabilidad interior provocado por una contrariedad, un insulto o una injusticia. No podemos asimilarla al odio o al resentimiento, cuya finalidad es hacer daño al otro o incluso destruirlo. Hay que distinguir, pues, la emoción pasajera de la cólera del sentimiento voluntario de odio o de resentimiento. Aunque la cólera sea un movimiento violento del alma, tiene, a pesar de las apariencias, elementos positivos. Es una reacción normal ante una injusticia, una búsqueda de autenticidad y un esfuerzo para suprimir el obstáculo que oculta el amor ajeno. El resentimiento, por el contrario, se introduce en el corazón humano como un cáncer y sólo se aplaca cuando el ofensor es castigado o humillado. Puede revestir diversas formas: sarcasmo, odio duradero, actitudes despectivas, hostilidad sistemática, crítica reprobatoria y pasividad agresiva, que mata cualquier posible alegría en las relaciones.