103.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
103.2. Una palabra; sólo hay una palabra que podré decirte siempre, cuando me atiendas y cuando no me atiendas, cuando me esperes y cuando no me esperes: es verdad que Dios te ama. Y en esa verdad está tu gozo, si la acoges; y tu juicio, si la rechazas. Ella es tu esperanza y tu fortaleza, si quieres luchar por el Reino de Dios; ella es tu baldón y tu vergüenza si renuncias el combate.
103.3. Ya es claro para tu alma que el lugar de la máxima expresión del amor divino es la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, porque allí, más que en ningún lugar y que en cualquier otro tiempo, Dios ofreció la prueba irrevocable de su amor, como dice tu hermano Pablo: «La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros» (Rom 5,8).