Ante todo preguntemos una cosa: ¿De dónde sale la idea de que cada cosa que creemos debe estar en un versículo de la Biblia? Esa idea no viene de la Biblia. Ningún versículo de la Biblia dice que la Biblia tiene formulado todo lo que hemos de creer. De hecho, antes del siglo XV, o mejor: antes de Martín Lutero ese supuesto criterio no existía. Fue Lutero el que lo formuló con la expresión “Sola Scriptura,” o sea: la sola Biblia. Basado en ese principio Lutero instaló firmemente también su idea de que cada quien debía interpretar la Sagrada Escritura, o sea, lo que se llama la interpretación privada.
Pero si uno mira la Biblia, resulta que ella no apoya ninguna de estas ideas que Lutero volvió populares con tanto éxito, y que son el soporte teórico del protestantismo en todas sus versiones. Por lo pronto, ningún versículo de la Biblia dice que en la Biblia está todo lo que hemos de creer. Más bien lo que dice es lo contrario. En 2 Tesalonicenses 2,15 san Pablo dice: “Hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra.” Ahí constan dos cosas: que una parte importante de su enseñanza no quedó escrita y que el apóstol quiere que eso que no está escrito tenga fuerza de doctrina que debe ser conservada.