46.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
46.2. No siempre debo hablarte cuando sientas que la piedad y el amor fluyen en ti, porque yo no dependo de ti, aunque soy servidor tuyo en orden a la salvación que Dios te ofrece.
46.3. Hoy quiero invitarte a hacer más universal tu oración. Dirige tus plegarias más allá de tus intereses; lánzalas, como redes de amor, al mar de las necesidades humanas, y no las limites al tamaño de tus estrechos conocimientos y pequeños afectos. Cuanto más unido estés a Dios, más debes cuidar que tu oración sea según Él, según su querer y según su sabiduría, y no según el tamaño de tus preocupaciones inmediatas o tus dolores más agudos.