Dios me ha permitido vivir lo suficiente como para ver caer algunos de los mitos culturales que hacían furor cuando yo era niño. En aquella época, digamos hace treinta años, la energía nuclear todavía se miraba como la opción maravillosa para satisfacer todas las demandas energéticas del mundo. Poco después, el despertar de la conciencia ecológica puso las cosas en perspectiva. Pronto llegó Chernobyl, la Guerra Fría cedió y declinó dejando tras de sí sólo una cosa clara: la fuerza del átomo no es neutra. Lo que suceda en la política sucederá con los isótopos y las bombas nucleares. El resultado neto de todo ello fue el mito cultural que decía: “Estamos a punto de solucionar los problemas de la energía” cayó por tierra.
Lo que más me llama la atención de esta clase de ideas compartidas es que se vuelven dogmas tácitos. Son “verdades” de tal obviedad que pocos se atreven a cuestionarlas. Uno llega casi a “vivir” dentro de esas afirmaciones, no importa cuán disparatadas aparezcan después, cuando la fiebre colectiva pasa. Supongo yo que es el mismo tipo de “embrujo”que logran conseguir líderes como Hitler: naciones enteras pierden la capacidad de criticar lo que se dice, y las pocas voces aisladas sólo pueden naufragar en un mar de consenso, aplausos abiertos, temores tácitos y ventajas parciales de las que muchos logran sacar provecho.
También en términos de tecnología, hace treinta años se veía de otra manera la exploración del espacio. Mi generación alcanzó a pensar que moriríamos viendo cómo ya florecían grandes colonias de seres humanos en inmensas ciudadelas espaciales. Pero ellas no despegaron del suelo como tampoco lo hicieron los carros voladores que, si existen, deben estar bien parqueados en un garaje de abastecimiento nuclear.
Todo ello, si uno lo piensa juicio, sólo puede llevar a una pregunta: ¿Y cuáles son nuestros actuales engaños? ¿O es que vamos a dejarnos engañar tanto que ya creemos que en nuestra época no hay más mitos culturales? Me he puesto en la tarea de revisar literalmente centenares de fuentes de información, desde agencias de noticias hasta avisos comerciales en la televisión; desde debates con grandes pensadores hasta videos de la recientemente adquirida YouTube. Hice una lista. Lo que siguen los Doce Mitos Contemporáneos. De acuerdo con las peticiones que aparezcan en los comentarios a este post, iré desarrollando uno por uno de ellos.
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