¿Qué falta, Señor, a tantas flores?
Pues viéndolas recréase mi alma,
mas sólo un momento, que algo falta
no sé si a su aroma o sus colores.
¿Qué falta, Señor, a las montañas?
Su grandeza levanta el pensamiento,
su firmeza vence sobre el tiempo,
pero, ya lo ves, que algo les falta.